Porque los superhéroes no son exclusivos de Marvel

Debido a las malas críticas recibidas en su país y a su discreto paso por taquilla (75 en USA frente a 110 de presupuesto) la esperada adaptación de la mítica serie ochentera ha quedado relegada a una mera avanzadilla antes de que Los Mercenarios de Stallone abarroten de testosterona las salas de cine. Vale que El Equipo-A no es todo lo que podría haber sido, pero nos encontramos ante una de las películas de acción más desenfadas y divertidas de los últimos años. ¿El problema? Que el nivel de estupidez general se acerca peligrosamente al de GI-JOE, con lo que apagar el cerebro se antoja necesario para disfrutar de esta versión de Los Ángeles de Charlie para el sexo masculino.

Más que una adaptación de la serie de televisión lo que nos encontramos es un reciclaje de los personajes al servicio de una historia que podría ser la de cualquier otro blockbuster veraniego. Aquí no hay campesinos atemorizados ni rancheros con escopetas sino que la trama juega con agentes de la CIA y una trama política relacionada con el blanqueo de dinero. Nada que ver con la serie original. De hecho lo único reconocible son las características propias que convirtieron en clásicos a los personajes originales y que eran de inclusión obligatoria.

No hay que olvidar que El Equipo A son más duros que en el gabinete de abogados de Telecinco, capaces de encenderse cerillas en el escroto y de matar a un doberman con sólo mirarlo con lo que nadie se sorprenda al ver que los planes de Aníbal incluyen tanques voladores y rescates en helicóptero en caída libre. Poco importa la trama o el destino de los personajes. El resultado es un conjunto saturado de acción que parece más bien una fiesta de disfraces donde la sangre es ketchup y todo es posible. Menos mal que el director Joe Carnahan no pretende que nos tomemos la cinta en serio en ningún momento y la cosa no tarda en convertirse en "las locas aventuras de los tíos con más suerte del mundo".

Los que salen peor parados son los propios actores, víctimas de ese exceso general que domina la función y que les obliga a resultar graciosos a la vez que disparan un bazooka, intentan ser fieles al trabajo de los intérpretes originales y aportan su propia personalidad. Vamos, una labor titánica que ni el mismísimo Liam Nesson con su ronquera a lo Batman es capaz de llevar a buen puerto. Y menos el resto de actores principales, en especial Bradley Cooper (Fénix) y Quinton Jackson (M.A.), que llegan a resultar insoportables por momentos. Incluso Patrick Wilson es víctima de esa sobreactuación contagiosa a la que sólo es inmune Jessica Biel, total, para hacer del florero de la película tampoco hacen falta demasiados alardes.

El Equipo A es puro cine de entretenimiento estadounidense que sin quedarse libre de su ración de patriotismo barato y cargadores infinitos es capaz de equilibrar las escenas cómicas y la acción de una forma lo suficientemente eficaz para mantener al espectador pegado en la butaca. El problema viene cuando a ese espectador le da por pensar un segundo en la historia o simplemente en las leyes de la física. De todas formas en FOX ya nos habían avisado que de lo que se trata es de pasarlo bien con los colegas