Seré breve: nunca me había llamado. Ningún tráiler y promoción me despertó interés por verla, tal vez debido a la reciente 'Gravity', que me hizo dormirme en el cine. Llego 1 año y casi dos meses tarde, pero no para decir que: Nolan, no le mueras nunca. Mi criterio para decir: esto es una obra maestra son aquellas que me dejan ''tocado'' después de verla. Esta lo ha hecho.
Nola parece un prosista empeñado en encontrar el alma a través de las matemáticas, en apuntar fórmulas precisas para describir la mecánica (cuántica) del corazón.
La temática es apasionante a condición de que el narrador logre tu íntima conexión con ella. No es mi caso. Siento respeto por esta película, pero no amor.
Una película absorbente, hipnótica y disimuladamente tramposa entregada al exorcismo de las pupilas. Desde el primer fotograma, la idea es convertir la superficie de la pantalla en el escenario de un sueño.
Al igual que las grandes epopeyas espaciales del pasado, "interestelar" de Christopher Nolan destila ansiedades y aspiraciones terrestres en una parábola pop potente.