Nueva crítica

La prolongada recesión tras la crisis del petróleo, el nacimiento de los radicalismos ?empezando por el capitalista?, y una idea romántica de la existencia que aquí carece de la coartada política que sí existía en el germen de organizaciones criminales como la Baader-Meinhof o los Brigadas Rojas, fueron el caldo de cultivo de un suceso tan rocambolesco como verosímil, gracias a intérpretes como Hopkins, Sturgess o Worthington.

Sólo Anthony Hopkins, quien interpreta a Freddy Heineken (de nuevo, con un acento británico), redime parcialmente este ejercicio inútil.

'El caso Heineken' es una de esas coproducciones internacionales producidas con razones de crédito fiscal correctas, pero con ninguna de las razones artísticas adecuadas.

Nunca aburre, pero tampoco deslumbra ni arrebata.

Una película decepcionante y superficial en la cual ni los secuestradores, ni sus cautivos, resultan particularmente interesantes.

'El caso Heineken' elabora un crimen de cuento típico de películas de serie B.