
Cuando los superhéroes son estrellas del rock
Sin spoilers
Los Vengadores es una película enorme, y no me refiero solo a su tamaño (200 millones confesados y distribuidos en 143 minutos). Hablamos de un filme que viene a culminar uno de los planes más ambiciosos de la historia del cine con cinco películas a modo de precuela, y que además será analizado con lupa por los seguidores de "los héroes más poderosos de la tierra". Elementos que confluyen en una mochila gigante de expectativas que sería aún más desproporcionada si no compartiera año de estreno con The Dark Knigth Rises, la hypemovie 1.0. Pero más allá de la atención que reciben ambas películas y de su género, no hay lugar para las comparaciones. La misión en Los Vengadores no es desgranar la psicología que entraña todo conflicto entre el bien y el mal. Aquí de lo que se trata es de ofrecer un macroconcierto de rock cargado de grandes éxitos que todos queremos escuchar. Y amigos, los Rolling de la capa y las mallas están en la ciudad.
Superproducción, adaptación, triple secuela, crossover...como decimos, Los Vengadores es muchas cosas, pero sobre todo, Los Vengadores es Joss Whedon. El principal superpoder del director y guionista de esta película hasta el momento consistía en haber logrado las riendas de la cinta de enmascarados más titánica planeada jamás sin que nadie se llevara las manos a la cabeza, sino todo lo contrario. Con la coletilla de "el creador de Buffy" aún acompañando al nombre, no es ninguna locura afirmar que en Marvel se arriesgaron bastante apostando por un tipo cuya única película dirigida, Serenity, aunque correctísima, se acercaba más al telefilm que a otra cosa. No son sus créditos como realizador lo que se ganó la confianza general en el proyecto al anunciar su elección, sino un currículum en el que se combina la escritura de varios cómics de La Patrulla X con participaciones no acreditadas en guiones como los de Toy Story o la propia X-Men. Cualidades, que combinadas con su dominio sobre el fenómeno fan demostrado en sus andaduras televisivas -a pesar de Dollhouse- conforman, junto a las de gente como J.J. Abrams o, llevando el concepto hasta su máximo exponente, James Cameron, una de esas mentes totalmente conscientes del momento que atraviesa la industria del entrenimiento, y por tanto, idóneas para llevar a cabo un proyecto destinado a convertirse en un hito de su tiempo.
Whedon ha sido capaz de controlar un caos que podía haber degenerado tranquilamente en una Iron Man 3 (la segunda casi parecia un ensayo de esta) gracias a esa autoconsciencia necesaria en los tiempos de sobreexplotación de ideas que vivimos. Marvel ha escogido al escritor-director para afrontar la misión de salvar el barco más que para lograr una gran película cualitativamente hablando, y eso es exactamente lo que ha conseguido. Los Vengadores está medida al milímetro, está hecha con alma y sabe cuando debe meterse el dedo en el ojo, pero no es genial más allá de puntazos aislados. En síntesis, se trata de una estrategia que responde al sencillo principio de reírse de uno mismo para anticiparse a los demás, y ahí tenemos un aluvión de coñas en ese sentido con Tony Stark evidenciando lo hortera que es el traje del Capitán o a...em...Tony Stark -parece que está clara la función del personaje en la cinta- tuteando a Loki como la némesis de pandereta que realmente es. Quizás, si este proyecto se hubiera gestado en los 90, nos hubiera colado un tono solemne perpetuo, pero Whedon ha sabido aprovecharse de ese halo de "fiesta de disfraces" que destila la película convirtiéndose en el fan más cachondo de todos, y por eso el triunfo en esa misión es total, el show está garantizado y el grupo queda definitivamente cohesionado de cara a futuras entregas (al loro con la tradicional escena post-créditos).
Aunque, como decimos, el cineasta acabe tratando a Loki como se merece y a pesar de ir bajo preaviso gracias a Thor, no dejamos de estar ante un villano que no da la talla por mucho que se esfuerce Tom Hiddleston. Su falta de contundencia y la inevitable necesidad de haber visto la cinta protagonizada por el diós del trueno -irónicamente, de las menos taquilleras del paquete- convierten al personaje en uno de los pocos que tira para abajo de la función, suponemos que con la idea inicial de dejar espacio a la presentación de los héroes como grupo. Su plan de "acabar con la libertad" es tan ridículo como su pataleta en Alemania y su ejecución no se sostiene por ningún lado. Pero al final tampoco importa demasiado ya que sólo se trata de hacer tiempo hasta que llegue su ejército compuesto por los mejores "masillas" y "krakens" del mercado. Un clímax que deriva en un espectáculo incontestable con un falso plano secuencia que muestra a cada héroe en una punta de la calle destilando un sentido del ritmo que ya le hubiera gustado dominar a Zack Snyder en sus cacareadas secuencias de lucha interminables de Sucker Punch.
Como era de prever, los otros puntos flacos corresponden a los humanos del grupo. Por mucho que se esfuercen en engordar a la Viuda Negra y sobre todo a Ojo de Halcón, verles pistolas y arco en mano dando el callo en plena batalla campal junto a tres tipos que podrían entrenar con Son Goku no sólo no resulta creíble, sino que rompe la dinámica de la contienda y convierte definitivamente a los invasores en "espantajomanes". Ella, por mucho que sea un placer disfrutar de sus piruetas, podría haberse quedado tranquilamente con Cobie Smulders (Robin de HIMYM, que sale más de lo esperado) y Samuel L. Jackson en la imponente nave de control de S.H.I.E.L.D y nadie hubiera dicho nada. Mientras que la puntería del arquero, tan prodigiosa que hubiera eliminado toda emoción al ataque a la Estrella de la Muerte (¿Se cayó de pequeño en una marmita llena de libros de Guillermo Tell?), se muestra exagerada hasta niveles que le parecerían excesivos hasta a Michael Bay para explicar su presencia entre tanto superhombre que, todo sea dicho de paso, llega justificada por su inclusión forzada en la trama. Porque si no, no habría razón para enfocarle entre el amor que siente la cámara por Downey Jr. y el casi obligatorio peso del Capi en la trama (la escena "me cuelo con mi traje chillón pegándome a las esquinas en el super-almacén de la base de espías más segura del mundo", mejor no la comentamos).
El otro obstáculo a salvar es verde y no gana para pantalones. Tras dos intentos podría decirse que fallidos (El Increible Hulk es tan digna como, por ejemplo, Thor, pero no retener a Norton la ha condenado al olvido), era bastante complicado volver a presentar al personaje sin caer en la repetición. Consciente del bache, Whedon se ha concentrado en distribuir el peso del gigante esmeralda haciéndole partícipe de la trama en un nivel comparable a su colosalidad hasta derivar en una explosión final en la que se convierte en vengador preferido de toda la audiencia. Una solución que es el mejor ejemplo de las razones que explicábamos antes por las que Marvel le ha encargado el marrón a Whedon, por mucho que el personaje pierda un poco de coherencia cuando de golpe y porrazo se convierte en la dócil mascota de Steve Rogers. Porque para una tragedia griega sobre el control del monstruo interior ya tenemos la soporífera e innecesaria -que no terrible- adaptación de Ang Lee. Hulk aplasta. Y punto.
Aunque hasta cierto punto nos han vendido Los Vengadores como un experimento cinematográfico, en realidad no es tal y ahí tenemos a la saga mutante de Bryan Singer como inmejorable ejemplo de que el apelotonamiento de héroes en el celuloide es factible con buenos resultados más allá de la taquilla. Ese gran balón inflado de esperanzas depositadas en esta película es el resultado del doble filo de la estrategia Marvel, que ha ido asentando su mitología en el cine de forma gradual y paralela al incremento de expectativas enfocadas hacia este día. Lo que no deja de ser un ejercicio de prepotencia inmenso de esos que se pagan caros si fracasan. Una vez vista la película, ahora entendemos por qué a Disney no le costó nada confesar el fiasco económico que ha supuesto la reciente John Carter. Los Vengadores es un caballo ganador lo mires por donde lo mires. Estamos ante el ensamblamiento del mejor humor negro de Iron Man, la espectacularidad del Asgard de Thor y la epicidad -sin chorreo patriótico- de El Capitán América a los pies de una película que sabe extraer el enfoque más pulp a una premisa que junta por vez primera a semejantes monstruos de feria. Sí, la cinta podría tener una planificación de las escenas más trabajada, el villano debería ser realmente amenazador y a la trama central le sobra lactancia, pero es que Nolan es un genio y Joss Whedon, "simplemente", el hombre indiciado para este trabajo. Y no podemos quejarnos. En Los Vengadores 2, una vez demostrado que el grupo funciona y con una némesis a la altura, vendrá la prueba del algodón.
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