Nueva crítica

Los magníficos y naturalistas planos creados por el director de fotografía Autum Durald bastan por sí solos y la partitura arrítmica y premonitoria de Nathan Halpern crea una sensación de suspense, aunque en última instancia, no pueden ser aprovechados por una historia subdesarrollada.

Las escenas dominadas por el silencio, que tienen un efecto muy poderoso en el primer acto, comienzan a perder fuerza conforme nos acercamos al desenlace. Momentos en los que la banda sonora compuesta por Halpern se siente como un añadido a aquello que aparece en pantalla para compensar la falta de interés.

La película intenta, sin éxito, caminar por el mismo sendero misterioso y repleto de atmósfera creado en de 'The Village' de M. Night Shyamalan o en cualquiera de los numerosas obras de Stephen King.

Por desgracia, esta alegoría austera sobre el difícil proceso por el cual los niños comienzan a pensar por sí mismos sólo apunta a una turbulencia de sus personajes, que se sitúan a demasiada distancia respecto a los espectadores como para que puedan sentir de primera mano los dolores derivados de su crecimiento.

Influencias dispares se unen pero no son capaces de crear un discurso coherente en el primer largometraje de Andrew Droz Palermo. 'One and Two' es una película que si bien es capaz de crear una atmósfera densa y preciosista termina revelándose como un material demasiado elíptico.

Hay simplemente demasiados cabos sueltos que provocan nuestra distracción y demasiado aire vacío sin respuestas para la audiencia.