Durante toda la película tienes una mezcla de sentimientos cruzados muy profunda. Esa triste situación de fondo y los puntos cómicos te hace sentir parte de la familia. Cuando acaba piensas si se pudiera cumplir en aquellas personas como Gregorio la apertura de mente que sufre.
La autoría o el riesgo pasan a un segundo plano en busca de la risa fácil (ojo, no quitemos méritos: igual que lo barato sale caro, la risa sencilla nunca lo es tanto), del jugueteo con los tópicos y arquetipos.
La escritura, el montaje, los efectos digitales incluso, parecen apresurados, como ese viaje desde la zona noble de Madrid a Sanlu?car de Barrameda en furgoneta hippie.