vuelo de brujas

Danny Boyle regresa con un thriller que se adapta perfectamente a su gusto por la experimentación y el rompecabezas visual. Fascinante e hipnótico ejercicio cinematográfico ambientado en los laberintos de la mente humana.

Simon (James McAvoy), trabajador cualificado de una casa de subastas. Franck (Vincent Cassel), ladrón cualificado de alto standing. Elizabeth (Rosario Dawson), hipnotista cualificada. Y el lienzo "Vuelo de brujas", de Francisco de Goya, cuya cualificación está fuera de toda duda. Estos cuatro elementos conforman el núcleo principal de "Trance" (ver tráiler y escena), regreso del incansable, experimental, multifuncional y polivalente Danny Boyle, uno de los cineastas más sugerentes de las últimas décadas a ojos de quien esto escribe. Y ampliamente cualificado, por supuesto. Ahora vuelve para indagar en una mente convertida en el escenario de un crimen ?¿de qué nos suena eso??.

«Hay algo escondido dentro de mí». La historia de Joe Ahearne y John Hodgese se adapta perfectamente a los parámetros creativos del realizador, aunque la propia tendencia de la trama hacia el revuelo, el despiste y la bomba de humo puede jugar en su contra en cierto modo; y es que parece que este atípico thriller ultraemocional y ultratecnológico se toma demasiado en serio a sí mismo a partir de una premisa inicial bastante sencilla. Pero no es así, como descubrirán los amantes del retruécano cinematográfico, ya que en "Trance" cabe todo, desde la fantasmada al despliegue de tiros, desde el amor a varias bandas a los contenidos de denuncia social. Y todo reside en los infinitos campos de la mente.

Un libreto tan abierto permite a Boyle disfrutar como un chaval con una puesta en escena perfectamente rodada y compuesta, con planos de todo tipo y condición, con cámaras que reflejan ángulos y espacios imposibles, todo ello potenciado por una estupenda edición que, si bien puede no dejar todos los cabos atados en un primer visionado, sí atrapa lo suficiente a lo largo de sus ajustados cien minutos como para dejar una sensación impagable: queremos verla otra vez. Además, cuenta con tres buenos actores, con mención especial para una Dawson convertida en Diva, Musa, Gracia, Venus, una maravilla carnal por la que beber vientos que, una vez llegados los créditos finales, no parece que vaya a calmarse en breve. Muy bien.