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CRÍTICA

'Capitán Phillips': Cuando la desesperación lleva al límite

Paul Greengrass dirige a Tom Hanks en este trepidante drama basado en hechos reales sobre el secuestro por parte de piratas somalíes de un barco en el cuerno de África.

Por Guillermo Álvarez 15 de Octubre 2013 | 09:50

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El mundo es profundamente desigual. Pese a que los países desarrollados no pasan por su mejor momento, sobre todo en el caso de los estados del sur de Europa, la brecha que separa a los ciudadanos de los estados ricos de los pobres sigue siendo abismal. Muchos de ellos solo ven la salida en la inmigración, lo que implica jugarse la vida en una patera, mientras que otros terminan haciendo cosas que pensaban que nunca harían por sobrevivir. Así se vive en Somalia, un país roto por la guerra y el hambre en el que seguir vivo un día más es harto complicado. Todo esto no justifica la violencia, pero es clave para entender por qué algunas personas cruzan la línea y terminan vendiendo su alma al diablo.

'Capitán Phillips'

'Capitán Phillips' es la historia de Richard Phillips, un estadounidense que en 2009 inició una travesía que cambió su vida para siempre. Estaba al mando del carguero 'Maersk Alabama', buque que tenía como destino Mombasa (Kenia) y que viajaba cargado con comida procedente del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas. Su paso por el cuerno de África entrañaba peligros que todos advirtieron, y por ello el Capitán realizó un simulacro con la veintena de personas que formaban parte de la tripulación, una acción que lamentablemente fue premonitoria

Paralelamente, en las costas de Somalia un pueblo recibe la visita de los esbirros de un señor de la guerra que quiere más dinero, y la única forma de obtenerlo es secuestrar un barco extranjero, un negocio que parece muy lucrativo. Los jóvenes de la zona se alistan para participar en la misión; la opción alternativa es morirse de hambre. Así se gesta un secuestro que ocurrió de verdad, un horror y una desesperación que vivieron en sus carnes los protagonistas, y que lamentablemente tuvieron que vivir otros muchos como ellos.

'Capitán Phillips'

'Capitán Phillips' engancha desde el minuto 1, es acción pura y trepidante, pero no se trata solo de una película para entretenerse, una 'palomitera' que tanto gusta al público y a las distribuidoras (que no tienen nada de malo), sino que nos encontramos ante un claro ejemplo del producto cinematográfico que desea que el espectador piense y se dé cuenta de lo que pasa en África. No se trata de justificar la piratería, sino de entender por qué ocurre lo que ocurre y quiénes son los verdaderos villanos.

Tom Hanks muestra su inmenso talento en 'Capitán Phillips'

Pocas dudas habrá sobre el talento de Tom Hanks, pero si había alguna persona sobre la Tierra que a estas alturas no confiaba en la capacidad interpretativa del actor, si ve 'Capitán Phillips' cambiará irremediablemente de parecer. La brillantez de Hanks es tal, que no hay nadie que pudiera encarnar ese papel como él lo ha hecho. En el rostro del actor se ve preocupación, enfado, tristeza, resistencia, dolor, valentía y coraje. Atención a la escena final, sin duda alguna el momento más desgarrador de toda la película.

'Capitán Phillips'

El resto del reparto tiene menos presencia, salvo los cuatro secuestradores que ponen entre las cuerdas al protagonista: Barkhad Abdi, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed y Mahat M. Ali, que pese a no tener experiencia en el cine, ofrecen unas solventes actuaciones en sus papeles antagonistas. No se puede obviar una mención a Catherine Keener, gran actriz con pocos minutos, y Michael Chernus, el segundo de a bordo del Capitán Phillips.

En cuanto al director Paul Greengrass, (responsable de títulos como 'United 93' y 'El mito de Bourne'), ha sabido construir una película dura y desgarradora en la que dos mundos totalmente opuestos se encuentran, con resultados devastadores. A nivel técnico se lleva el aprobado gracias a un rodaje que no pareció escatimar en detalles. A pesar de que dura 134 minutos, 'Capitán Phillips' no se hace larga, y consigue lo que para muchas producciones del séptimo arte es una quimera, conseguir que el espectador no levante la vista de la pantalla y se olvide de que el tiempo pasa en la vida real.