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CRÍTICA ECARTELERA

'Vientos de La Habana': Crimen y misterio noir en una Habana nostálgica y decadente

Crítica de la película basada en la serie de novelas del escritor Leonardo Padura, en la que el detective Mario Conde investiga un asesinato en La Habana.

Por Paula Martínez Sanz 30 de Septiembre 2016 | 12:36

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El director Félix Viscarret lleva a la gran pantalla La Habana de Leonardo Padura, escritor cubano de la serie de novelas policiacas del detective Mario Conde. 'Vientos de La Habana', basada en la segunda de ellas, 'Vientos de Cuaresma', es la que ambos han elegido para expresar a gran escala este mundo arriesgado, nostálgico y delincuente de una Cuba que tuvo su esplendor, pero que ha dejado atrás sus mejores años.

Desde el principio de la película la atmósfera más decadente, húmeda y peligrosa de La Habana se hace presente, mezclada con una estética noir de crimen y misterio que acompañará al protagonista durante toda su investigación. Conde (Jorge Perugorría), uno de los mejores detectives de la ciudad, deberá destapar al asesino de una profesora de instituto, enfrentándose tanto a la red traficante de drogas de la ciudad como a los estudiantes de instituto más rebeldes.

 Jorge Perugorría en 'Vientos de La Habana'

Pero 'Vientos de La Habana' toca muchos más contenidos: el amor y el deseo, representados por la figura femenina de Karina (Juana Acosta); la amistad y la conciencia, englobadas en Candito (Mario Guerra); el compañerismo y la lealtad en los policías Manuel Palacios (Carlos Enrique Almirante) y Fabricio (Vladimir Cruz). Todos ellos inmersos en la sociedad cubana, retratada con bellos planos aéreos y callejeros poco vistos hasta ahora, con una cuidada fotografía que retrata exactamente lo que se propone retratar.

Jorge Perugorría, el antihéroe enamorado

El absoluto protagonista de 'Vientos de la Habana' es Perugorría, perfecta encarnación de Mario Conde, quien da vida a un detective curtido, desencantado, bebedor y conocedor de los lados más adversos del ser humano, pero que, sin embargo, sigue escribiendo cada vez que se enamora. Sí, la bellísima, misteriosa y enigmática Juana Acosta le entra por los ojos al policía desde el primer instante del film, y esta subtrama es la que en ocasiones parece que va a acabar con la principal, llegándose a perder en algún momento el núcleo de la historia.

También hay sexo, mucho sexo. Si bien es bastante recurrente, tampoco es injustificado, dado que eso es lo que se crea entre Conde y Karina: una relación carnal, llena de silencios, miradas, confesiones esporádicas y mucha pasión flotante en ese clima húmedo y sensual de La Habana, en la que cada uno es un soplo de aire fresco para el otro. La música, en su mayoría puro jazz cubano, también está presente en todo el film, dándole más personalidad y realismo y añadiendo colores de tensión, sensualidad e incertidumbre, entre otros.

 Jorge Perugorría y Juana Acosta en 'Vientos de La Habana'

El ritmo es algo que a veces se cae en 'Vientos de La Habana', y que puede hacer que la película sea un poco pesada para el espectador. El hilo central de la investigación del asesinato se pierde en ocasiones bajo la vida y misterios personales del protagonista (lo que no quita que uno empatice y se encariñe con él) y, aunque en cierto momento creemos conocer el desenlace del thriller, sí que es cierto que Viscarret consigue engañarnos hasta el final en algún aspecto de la trama.

Cuba se desploma, y ya no es lo que era. El mismo Conde confiesa en un brote de sinceridad su nostalgia por los años dorados habaneros, en los que la pobreza, las drogas, las agresiones sexuales y los asesinatos no marcaban el día a día de su profesión. Si lo que buscan es una película policiaca de misterio, pasión, añoranzas y vientos de cambio en una Habana realista y cercana, esta es su película.

Nota: 7

Lo mejor: Jorge Perugorría, nacido para ser Mario Conde.

Lo peor: El ritmo, que a veces pierde su rumbo.