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PRECRÍTICA

'Los falsificadores', Óscar a la mejor película extranjera

Este viernes se estrena 'Die Fälscher', película que se llevó en la pasada edición de los Óscar la estatuilla a Mejor Película de Habla no Inglesa.

Por Óscar Martínez 13 de Marzo 2008 | 13:52

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Coproducida por Austria y Alemania, nominada al León de Oro y nominada a su vez como Mejor Película de Habla No Inglesa en representación de Austria, 'Die Fälscher', en inglés 'The counterfeiters' y 'Los falsificadores' en castellano ha sido dirigida por Stefan Ruzowitzky y protagonizada por Karl Markovics, August Diehl, Devid Striesow, Martin Brambach, August Zirner, Veit Stübner, Sebastian Urzendowsky y Andreas Schmidt.

La película se inicia en el Berlín de 1936, donde Salomon Sorowitsch es el rey de los falsificadores de moneda. Pronto es arrestado por los nazis y llevado a un campo de concentración donde es obligado a trabajar para ellos junto a otro grupo falsificadores. Esto les supone un dilema moral ya que cooperar con sus verdugos prolongará la guerra y podría significar la victoria para los alemanes.

Un enfoque diferente

Fuera de su propia calidad como película, Los falsificadores es un verdadero un soplo de aire fresco para el cine en torno al Holocausto, que últimamente nos ha ofrecido gran cantidad de títulos menores (en cuanto a presupuesto, me refiero) como 'El noveno día', 'Amén', 'El hundimiento', 'El último tren a Auschwitz' o 'La zona gris'. A diferencia de la gran mayoría de estos títulos, 'Los falsificadores' evita en líneas generales la tragedia judía y el mensaje concienciador, en favor de la intriga y el dilema moral.

Así pues, 'Los falsificadores' se centra en las peripecias de un grupo de judíos encabezados por un solvente Karl Markovics, quien se erige como centro principal de la película, y cuya doble relación con el Sturmbannführer Herzog y su compañero Adolf Burger personifican dicha dualidad de un modo muy similar a lo visto en 'El noveno día' y 'La zona gris': por un lado, Herzog representa la salvación y, con ello, la muerte espiritual, mientras que Burger se erige como la opción diametralmente opuesta, la muerte y la conciencia tranquila. A través de la efímera línea que separa una elección de otra tratará de sobrevivir Sorowitsch, sacrificando ética y amistades con tal de sobrevivir y, por encima de todo, lograr que el resto de sus compañeros de fatifgas también lo hagan.

De este modo, 'Los falsificadores' se erige como un verosímil retrato humano que, a pesar de toda su fuerza y de poseer secuencias relativamente duras, podría considerarse como una de las representaciones del Holocausto más positivas y menos autoflagelantes de los últimos tiempos, en los que el exterminio masivo queda recluído a un segundo plano, y en el que la lucha por la supervivencia, la amistad y los principios se erigen como leitmotiv de la historia en un ámbito tan poco habitual como el de una imprenta cladestina.

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