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PRECRÍTICA

'Mi novio es un ladrón', con sabor añejo

'Mi novio es un ladrón' es un refrito de las exitosas comedias románticas de los ochenta, anclada en la nostalgia de una época dorada ajena en buena medida al consumidor actual.

Por Óscar Martínez 29 de Abril 2008 | 17:23

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George Gallo dirige a Antonio Banderas, Meg Ryan, Colin Hanks, Selma Blair, Thomas Joseph Adams, Tom Adams, Aki Avni y Austin Barton en 'My mom's new boyfriend', que llegará aquí bajo el título de 'Mi novio es un ladrón'.

Al joven agente federal Henry se le asigna un nuevo caso: seguir los pasos de Tommy, un refinado ladrón de arte que está planeando un nuevo robo. Las cosas se complican cuando Henry descubre que Tommy es el nuevo novio de su alocada madre Marty, por lo que la misión de Henry se volverá un tanto incómoda.

'Mi novio es un ladrón' se suma a la larga lista de comedias románticas protagonizadas por Meg Ryan, cuyo monólogo interpretativo se inició en 1989 con la maravillosa 'Cuando Harry encontró a Sally', y cuya fórmula ha ido repitiendo junto a Tom Hanks en 'Joe contra el volcán', 'Algo para recordar' y 'Tienes un e-mail', con Kevin Kline en 'French Kiss', con Tim Robbins en 'El genio del amor' y, más recientemente, con Hugh Jackman en 'Kate & Leopold'.

En esta ocasión es el malagueño Antonio Banderas la pareja de baile para la nueva aventura romántica de la actriz, en una película que sigue exactamente el mismo patrón de cualquiera de los títulos anteriores, aunque añadiendo un ligera dosis de acción en su corto metraje, centrándose en diferentes tramos más en las vicisitudes vividas por el personaje interpretado por Colin Banks que en la propia pareja.

Sin novedad en el frente

A pesar de ello, 'Mi novio es un ladrón' posee un notable regusto a producto ya visto, a guión añejo por no decir rancio, en una película que, por desgracia, carece totalmente de solera, y donde la química entre sus parejas brilla por su ausencia. Así pues, cada cual hace lo que aparentemente sabe hacer sin aventurarse a explorar nuevos territorios interpretativos: Meg Ryan en su rol de enamorada alocada e histriónica, Antonio Banderas ejerciendo de galán exótico con sus típicos ademanes, y Colin Hanks tratando de seguir de manera infructuosa los primeros pasos de su padre.

La película, por contra, posee gags afortunados como las escuchas del FBI o las apariciones del ex-novio italiano de la protagonista, y su visionado puede llegar a resultar más o menos grato para todo aquel que esté dispuesto a ver por enésima vez las mismas situaciones antaño rocambolescas, pues George Gallo juega sus bazas sin arriesgarse a innovar en un sólo fotograma.

Así que, y resumiendo, concluiremos diciendo que 'Mi novio es un ladrón' es un refrito de las exitosas comedias románticas de los ochenta, anclada en la nostalgia de una época dorada ajena en buena medida al consumidor actual, tal y como ocurriera con Novia a la fuga.