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CRÍTICA

'El Hobbit: La desolación de Smaug': Un valiente Bilbo Bolsón se mete al público y al anillo en el bolsillo

La segunda entrega de 'El Hobbit' llega cargada de trepidantes aventuras y nuevos personajes que nos dejan una impaciente espera de cara al desenlace final.

Por Conchi Horcas 12 de Diciembre 2013 | 09:00

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Continuamos, tras un año de espera, nuestro viaje a Erebor. Para los más despistados, Peter Jackson ha tenido la delicadeza de añadir algunas escenas y diálogos con los que explicar la historia. Una vez que, de nuevo, tenemos todo lo necesario: unos protagonistas, una misión y un objetivo a cumplir, retomamos nuestro periplo a través de la Tierra Media.

'El Hobbit: la desolación de Smaug'

Bilbo Baggins prosigue su aventura junto a trece Enanos, liderados por Thorin Escudo de Roble, para recuperar la Montaña Solitaria y el Reino de Erebor. Después de haber conseguido sobrevivir a las aventuras que se les presentaron al final de la primera entrega, el grupo continúa y se topa con Beorn, el cambiador de piel, así como con un enjambre de Arañas gigantes (posibles familiares cercanos de Ella-Laraña), los Elfos del Bosque y los hombres de Ciudad del Lago para así, finalmente, encontrarse cara a cara con el desolado dragón Smaug.

Si en la primera entrega de 'El Hobbit' se criticó el hecho de que Peter Jackson hubo de detenerse en los preámbulos y otras explicaciones, en esta ocasión la aventura no se hace esperar demasiado y la compañía se encuentra rápidamente ante una serie de obstáculos que, por peligrosos que parezcan, sirven como antesala del resto del film.

De manera paralela a esta serie de acontecimientos, Bilbo Baggins descubrirá las bondades del anillo que consiguió arrebatar a la criatura Gollum y no dudará en recurrir a ellas siempre que le sea necesario. Aquí Martin Freeman vuelve a demostrar por qué han apostado por él: su interpretación continúa estando a la altura de las circunstancias y su personaje deslumbra y se adapta a los cambios que experimenta conforme se va desarrollando la trama. En definitiva, Freeman consigue meterse al público en el bolsillo con la misma facilidad con la que se guarda el anillo único.

Misma evolución sufre el personaje interpretado por Richard Armitage. Mientras que Bilbo se convierte en un hobbit aventurero, valiente y seguro de sí mismo, Thorin Escudo de Roble tendrá que hacer frente a todo lo contrario: muchos de sus compañeros temen que el heredero al trono de Erebor acabe pervertido por la codicia y el egoísmo. En esta segunda entrega, el personaje interpretado por Armitage tendrá que hacer frente no solo al dragón Smaug (Benedict Cumberbatch pone voz a uno de los mejores dragones de la historia del cine), si no a los fantasmas de sus antepasados y a las frustraciones y decepciones que surgen cuando los resultados de los esfuerzos dedicados tardan en llegar.

'El Hobbit: la desolación de Smaug'

Una de estas decepciones se deberá a la práctica ausencia del mago Gandalf, que como de costumbre aparece y desaparece en virtud de sus asuntos. En contrapartida, quien aparece es Bardo el arquero, un hombre y padre soltero interpretado por Luke Evans que terminará complicando la vida a los Enanos. Sin embargo, se trata de un personaje que dará mucho que hablar en la tercera entrega, haciendo que todas las miradas se centren en él, quien de momento ha logrado una actuación correcta y más que aceptable.

Por su parte, Orlando Bloom vuelve, una vez más, a convertise en Legolas, el personaje que en su día le sirvió de trampolín y le permitió el salto al estrellato. En esta ocasión, nos encontramos con un Légolas que tiene un carácter muy diferente al que conocimos en 'El Señor de los Anillos'. Si bien continúa haciendo gala de sus infalibles habilidades con el arco - una destreza de la que vuelve a presumir en compañia, esta vez junto a una compañera muy especial -, en 'El Hobbit: La desolación de Smaug' nos encontramos ante un personaje más joven e inexperto que, como tal, está en plena búsqueda de una personalidad propia que le permita encontrar su camino.

Como cabe esperar, su compañera de batallas no es otra que Evangeline Lily. Desde Eowyn, la sobrina del rey de Rohan que finalmente acabaría convirtiéndose en una de las guerreras más valientes de la saga de 'El Señor de los Anillos', no nos habíamos encontrado con otra superheroína que representara a las mujeres más intrépidas de la época, al menos en lo que a un escenario de batalla se refiere. Quizás el regreso a la gran pantalla de Evangeline Lily se deba a este motivo, o bien a una predilección especial de Jackson hacia este perfil, pues se trata de un personaje que no aparece en la novela original.

Y es que al contrario de lo que muchos puedan pensar, Evangeline Lilly ha conseguido dar vida a una elfa guerrera que, como decimos y a pesar de no formar parte de la historia, se antoja imprescindible conforme se van sucediendo los acontecimientos. Tauriel y Légolas serán los encargados de protagonizar algunos de los momentos más entrañables y simpáticos del film.

Mientras que, de momento, sus apariciones se deban a momentos puntuales en los que no sirven más que para relajar las tensiones propias de la misión o por el contrario, para sacar a relucir las habilidades élficas, lo cierto es que a través de esta pareja, los guionistas han encontrado la herramienta con la que propiciar el acercamiento entre elfos y enanos en busca del bien común, un valor añadido en el campo de batalla que de cara a la tercera entrega resulta imprescindible.

'El Hobbit: la desolación de Smaug'

Conservando la identidad

Con algún que otro guiño a la saga de El Señor de los Anillos, 'El Hobbit: la desolación de Smaug' conserva los increíbles escenarios y paisajes que en su momento se convirtieron en la seña de identidad de las películas de Jackson. Si bien la recurrencia al 3D a veces continúa creando imágenes demasiado artificiales, el film continúa con la técnica y fotografías perfectas y sobre todo, con ese espíritu que un día conquistó a millones de fans y que aún hoy promete ayudar a llenar las salas de cine.