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CRÍTICA

'El hombre más buscado': De gatos y ratones

Anton Corbijn dirige a Philip Seymour Hoffman en uno de sus últimos papeles. El actor protagoniza un thriller que, sin prisas, nos introduce en un intenso laberinto de lo más cautivador.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 11 de Septiembre 2014 | 09:00
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Siempre es una pena que un gran talento se vaya antes de tiempo, sean cuales sean las circunstancias. Con la repentina muerte de Philip Seymour Hoffman, muchos suspiramos por todos los grandes papeles que nunca le veremos interpretar. Por suerte, todavía quedan unas pocas muestras de su trabajo por llegar, y las debemos tomar como un regalo. Porque casos como el de 'El hombre más buscado' son todo un regalo que mantiene con vida el talento de estos actores, al menos un poco más.

El hombre más buscado

Hoffman se pone a las órdenes de Anton Corbijn para protagonizar la adaptación de una novela de John Le Carré, centrada en un detective perteneciente a una rama del servicio secreto alemán, que tendrá que lidiar con la aparición de un joven llamado Issa, medio checheno, medio ruso, que profesa una fe muy fuerte por el Islam. Él busca ayuda en un viejo contacto de su padre, un banquero, con intención de empezar de cero. O eso dice él, ya que el gobierno alemán no descarta que sus verdaderas intenciones sean perpetrar un ataque terrorista.

Como toda buena historia policiaca, 'El hombre más buscado' supone todo un puzzle para el espectador, tejiendo una compleja maraña entre todos los sujetos de este caso. Cada una de las piezas de este tablero de ajedrez es lo suficientemente opaca para que acabemos sospechando del papel que tiene cada uno en el pasado, presente y futuro de Issa, el centro del laberinto. Es de esas películas en las que hay que estar con los cinco sentidos bien abiertos, nos hacen partícipes de la historia como detectives amateurs, aguantando gracias a ello un desarrollo lento, pero seguro.

El hombre más buscado
A diferencia de otras películas policiacas, la acción casi brilla por su ausencia a lo largo de todo el metraje, dando lugar a un ambiente más intimista que sórdido. Los interrogatorios y vigilancias formarán el grueso de la investigación, no tendremos grandes persecuciones o tiroteos, pero no faltarán las altas dosis de tensión. Eso se consigue a través de unos diálogos bien construidos, a unos personajes con muchas caras y a un gigantesco juego de gatos y ratones, en el que casi todos los personajes del juego tienen a alguien detrás, dispuesto a aparecer en el momento más inoportuno y desbaratar los planes. El hecho de involucrar a diferentes agentes políticos, alemanes y norteamericanos, completa la otra cara del trabajo del protagonista, que no es más fácil que su labor como espía.

Una cabeza muy bien amueblada, un cajón desastre de vida

Hablando del personaje de Philip Seymour Hoffman, es un claro ejemplo de todo el talento que seguía guardando en sus últimos meses de vida. Günther Bachmann guarda muchos de los tópicos de un policía o espía cansado del mundo (sic), bueno en su trabajo pero poco reconocido. Es la interpretación de Hoffman la que eleva el nivel de este protagonista, dándole su propio aura de firmeza y determinación, pero con una de esas vidas llenas de carencias. Es una de esas interpretaciones de las que podía estar orgulloso, y eso que los secundarios no se lo han puesto nada fácil.

Robin Wright cuenta con un pequeño papel, pero sigue en estado de gracia. Willem Dafoe también hace su parte de forma bastante destacable. Es una grandísima sorpresa el Issa que nos presenta Grigoriy Dobrygin, junto con Hoffman lo mejor de la película. Consigue darle su personaje esa barrera de misterio para mantenernos desconcertados un buen rato. La peor parada es Rachel McAdams, que comienza a encasillarse demasiado en un papel concreto, y tiene talento para mucho más.

'El hombre más buscado' se define como un thriller en el que, sin prisa pero sin pausa, iremos entrando hasta quedar atrapados por los hilos de influencias, traiciones e incógnitas, y no llegaremos a soltarnos hasta su intenso final. No necesita siquiera la violencia para meternos en el juego, y sabrá conquistar a los amantes de un buen misterio o un thriller policiaco sin pretensiones de revolucionar, pero con un buen planteamiento y unas interpretaciones notables. Es uno de los últimos regalos de Philip Seymour Hoffman, y lo ha sabido elegir con gusto.