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PRECRÍTICA

'Zohan: licencia para peinar', exprimiendo clichés

Adam Sandler nos ofrece una nueva comedia a base de estereotipos carente de todo atisbo de inteligencia.

Por Óscar Martínez 22 de Agosto 2008 | 10:10

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Dirigida por Dennis Dugan y protagonizada por dos habituales colaboradores suyos, Adam Sandler y Rob Schneider, además de Henry Winkler, Donna Feldman, John Farley, Barry Livingston, Jacki R. Chan, Moran Atias, Nikki Giavasis y Todd Holland, 'Zohan: licencia para peinar' llega hoy a nuestras carteleras.

La película narra las peripecias de Zohan, un agente israelí del Mossad que finge su muerte para poder trasladarse a Nueva York y allí cumplir el sueño de su vida: convertirse en peluquero. Aunque Zohan quiere dejar atrás su peligrosa vida de lucha antiterrorista, rápidamente se da cuenta de que no es tan sencillo escapar de sus propias raíces...

Siguiendo la estela de sus últimas películas, tales como 'Os declaro marido y marido', 'Click', 'El clan de los rompehuesos' o 'Spanglish', el cómico surgido del Saturday Night Live vuelve a rozar peligrosamente el insulto a la inteligencia unicelular -cosa que, por otro lado, no tiene por qué ser algo negativo- con su nueva colaboración con el inefable Dennis Dugan.

Para bien o para mal, atrás quedan los tiempos de 'Happy Gilmore', 'Little Nicky', 'Ejecutivo agresivo' o '50 primeras citas', por no citar 'Punch-Drunk love', su película más destacable junto a 'En algún lugar de la memoria', títulos con los que Adam Sandler se ganó cierta reputación en el mercado cinemtográfico, siendo, de hecho, uno de los cómicos mejor pagados del momento.

2 + 2 = ???

Por contra, 'Zohan: licencia para peinar' vuelve a ofrecernos toda una retahíla de gags repetitivos y zafios a más no poder, dos tercios de ellos centrados en la abultada entrepierna del ex-agente del Mossad. Con todo, cabe decir que la nueva película de Dennis Dugan se inicia con cierta gracia a través de su constante búsqueda tanto del absurdo como del exceso, cualidad que desaparece paulatinamente en cuanto su protagonista deja de repartir leches a diestro y siniestro para trasladarse a Estados Unidos en busca de su sueño.

A decir verdad, 'Zohan: licencia para peinar' nos hace pasar un rato medianamente entretenido que, sin duda alguna, hubiera agradecido bastante menos metraje, sobretodo si tenemos en cuenta que el grueso de la película se centra en una monótona permutación del actor rozando su paquete en sus clientas sexagenarias para, acto seguido, beneficiárselas. Por contra, la película alterna la historia del personaje de Adam Sandler con la interpretación de Rob Schneider, sirviendo éste en cierta manera como descongestionador de un guión carente de ideas, a la par que otorgándonos uno de los gags más destacables de toda la película con sus llamadas telefónicas a Hezbollah.

Cabría destacar también el simplista -aunque probablemente acertado- tratamiento del conflicto árabe-israelí, optando por la salomónica decisión de desmitificar hasta el absurdo ese sempiterno enfrentamiento y, a fin de cuentas, dándonos a entender que árabes e israelíes son congéneres en la indiscriminación racial de la Tierra de las Oportunidades. Por el camino, encontramos gags más o menos afortunados, siempre zafios y rozando la ordinariez, además de los cameos de personajes públicos como el tenista John McEnroe o la cantante Mariah Carey, partícipe de una de las escenas más bochornosas de la película.

De la resolución final, mejor ni hablo.

Tonta a matar y burda en exceso, aunque puntualmente graciosa por el camino.