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CRÍTICA

'Superpoli en Las Vegas': Un viaje innecesario

Kevin James vuelve a encarnar al guardia de seguridad Kevin Blart seis años después en esta innecesaria secuela cuya fecha de estreno está programada para el 24 de abril.

Por Víctor Martín Ibarreche 24 de Abril 2015 | 11:00

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Tras el éxito cosechado en 2009 por la mediocre comedia 'Superpoli de centro comercial', que contra todo pronóstico consiguió recaudar más de 180 millones de dólares, Sony nos trae ahora la secuela de las aventuras del agente de seguridad del centro comercial local Paul Blart, 'Superpoli en Las Vegas'.

'Superpoli en las vegas'

Seis años después de los hechos acontecidos en la primera entrega, el agente Blart sigue viviendo del recuerdo de su hazaña mientras su vida se desmorona poco a poco. Tras divorciarse de su mujer y perder a su madre en un accidente, a Blart sólo le quedan su querida hija Maya y su trabajo. Todo parece mejorar cuando el agente es invitado a una convención de guardias de seguridad en un hotel de Las Vegas. Sin embargo, todo se complica cuando un grupo de criminales procede a atracar el hotel.

Con esta premisa se presenta esta insulsa comedia protagonizada por el actor estadounidense Kevin James, cuya interpretación del patético agente Blart, sin ser ni mucho menos magistral, es uno de los pocos puntos decentes de una película cuyo guion plagado de escenas sin gracia deja muchísimo que desear. Está claro que cuando analizamos una comedia absurda no esperamos un guion magistral, pero su desarrollo debería ser capaz de provocar un cierto grado de implicación en el espectador, cosa que 'Superpoli en Las Vegas' no consigue en ningún momento.

'Superpoli en Las Vegas'

La sensación que tiene uno según avanza la película es la de que los guionistas no sabían como añadir un elemento perturbador al argumento, presentando a unos antagonistas cuyo único carisma es la heterocromía de su líder y cuya trama, innecesariamente extravagante, carece de cualquier coherencia. Habría resultado mucho más interesante un guion más centrado en la rivalidad entre guardias de seguridad que seguramente habría dado lugar a algún gag con gracia.

Y es que los mejores momentos de la película son sin duda aquellos en los que hacen acto de presencia el resto de agentes de seguridad, que consiguen aportar un toque de carisma a un insípido plantel, entre los que destacan el agente Khan, cuyas intervenciones arrancan más de una sonrisa, y la pareja formada por Saul Gundermutt y su mujer. No es que la construcción de sus personajes sea excepcional o que sus gags sean especialmente hilarantes, pero si es cierto que destacan en medio de tanta mediocridad.

La película presenta un humor banal y predecible compuesto por una serie de chistes sin gracia que abusan de los gags basados en la interrupción de momentos clímax, con unos diálogos supuestamente desternillantes terriblemente aburridos. El film además está plagado de escenas ridículamente emotivas y sentimentales que no podrían resultar más forzadas.

'Superpoli en Las Vegas'

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A pesar de que la película es un cúmulo de despropósitos, contiene un par de escenas que destacan entre tanta mediocridad sin gracia. En primer lugar, resulta destacable la escena del discurso en la gala de la convención, principalmente gracias a las reacciones de los guardias de seguridad. En segundo lugar, a pesar de que el desarrollo de la secuencia acaba resultando aburrido y sin gracia, la presencia del pianista en la escena del jardín interior es sin duda lo mejor del film.

En conclusión, podemos afirmar que se trata de una innecesaria secuela que no logra cumplir ni tan siquiera con las pobres expectativas generadas tras la primera entrega. Paul Blart nos habría hecho un gran favor quedándose en Nueva Jersey.