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TALENTO SECUESTRADO

'Extinction', o cómo invitar a zombies a una cena familiar y salir ileso

El tercer largometraje de Vivas, pese a contar con un reparto sonado y tratar una temática de moda, fracasa en todos los frentes.

Por Diego Pla Portell 15 de Agosto 2015 | 09:15

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Miguel Ángel Vivas sorprendió hace cinco años con su (aparente) opera prima, 'Secuestrados'. En realidad, ya había filmado un largo con anterioridad, 'Reflejos' (2001), que pasó absolutamente desapercibido. En ese supuesto debut de 2010, Vivas lograba cautivar al espectador sin necesidad de recurrir a efectos o a alardes tecnológicos, reuniendo en 85 minutos los componentes necesarios para que un thriller psicológico funcione: sensación/escenario claustrofóbicos, magníficas interpretaciones, verosimilitud y un correcto racionamiento de la información. Además, y ya puestos a alabar el gran trabajo que fue 'Secuestrados', no está de más recordar que tanto el reparto como el equipo técnico eran españoles.

Cartel de bienvenida al pueblo donde se desarrolla la acción de 'Extinction'

¿Por qué recordar y describir aquella película para hablar de esta, de la nueva, de 'Extinction'? Precisamente porque 'Extinction' carece de casi todas las cualidades de su predecesora. Así, el mismo director, sin saberlo, nos facilitó entonces la herramienta idónea para criticar, a través del contraste, este nuevo trabajo.

Cambio de mobiliario... por otro peor

Y es que todo han sido cambios, traslados más bien, y todos a peor. Por una parte, Vivas escoge cambiar de género e introducirse de pleno en una historia postapocalíptica, con zombies de por medio. Por otra, sustituye el tono claustrofóbico y el ritmo trepidante por paisajes preciosistas, por una relajación absoluta en cuanto al tempo. Y no, en un thriller puedes atreverte a muchas cosas, pero no a eso.

El problema no es que Vivas se haya centrado mucho más en la imagen, sino que por ello ha descuidado otros aspectos esenciales. Así, 'Extinction' no comete fallos formales, todo muy bonito y muy bien hecho, pero carece de pulso. Más que un thriller, la mayor parte de la película hace pensar que estamos frente a la introducción de uno de tantos videojuegos tan de moda. Pero solo eso: la introducción, pausada y que, por sí sola, sin un desarrollo que la respalde, se queda en un bella estampa (en el mejor de los casos).

Matthew Fox

El cineasta, que en esta ocasión ha decidido adaptar una novela ('Y pese a todo', de Juan de Dios Garduño), hace recaer el peso de su historia, todo el peso, en la vida personal de unos personajes arquetípicos, que provocan tristeza no por su situación, sino de tan aburridos, de tan trillados. Todos conocemos a Patrick (Matthew Fox) y a Jack (Jeffrey Donovan) de otras películas, de historias similares o muy distintas. Pero, al fin y al cabo, ellos siempre son los mismos. Solo que en esta ocasión se han quedado solos en el mundo (esa es una de las premisas centrales) y deben soportarse el uno al otro. ¿Qué los une? Una niña pequeña, Lu. Quizá sea la interpretación de este personaje, a cargo de Quinn McColgan, la revelación más notable (y quizá la única) de la película, y no por lo que representa Lu, que es, como casi todo lo demás, un recurso muy trillado y poco atractivo, sino por la propia actuación de la jovencísima actriz, que sobresale por encima de sus compañeros de plantel.

De las pocas cosas que el realizador recuerda de 'Secuestrados' es la sensación claustrofóbica que tan buenos resultados le dio por entonces. Pero, al parecer, solo se acuerda de eso, de que le resultó, pero no de cómo obtener algo parecido. No obstante, la intención es buena, pero, como casi todo (y para mal), demasiado patente. La nieve, el vértigo de saberse solo en el mundo, los zombies acechando, una magnífica fotografía... son buenos ingredientes, pero la mezcla no resulta. De haber salido bien la jugada en este sentido, quizá la catástrofe no sería para tanto, y podríamos estar hablando de una película decente.

Zombies + Moderación = Fracaso

Hablamos de moderación en varios sentidos. O en todos. Por una parte, las muestras sangrientas/violentas son bastante escasas; aunque, ya se sabe, casi siempre es mucho mejor sugerir que mostrar... ¡pero es que Vivas ni sugiere ni muestra! Incluso en 'Guerra Mundial Z' los infectados daban más miedo, aunque fuese más por la ferocidad que mostraban en calidad de masa-caótica-y-sin-conciencia-que-todo-lo-arrasa que individualmente. En 'Extinction', pese a que los monstruos están bien hechos y son tremendamente rápidos, no provocan tensión.

Quinn McColgan acechada por un infectado

Sustos, sí, es decir, lo más fácil. Pero nada de tensión. Y es que, por brillante que sea el diseño de un muñeco, físico o virtual, este necesita de un contexto, de una atmósfera propicios. Para que el muñeco sea monstruo necesita de unos personajes humanos con los que el público haya empatizado con anterioridad. Así, cuando los personajes sientan miedo, el espectador sufrirá con ellos. Sentir miedo y sufrir, que no meramente asustarse.

Uno de los errores más grandes que comete Vivas, y que se deducen de lo dicho hasta aquí, es que su búsqueda de esa empatía, tan necesaria, es demasiado obvia. Súmese a tanta ligereza y espacios comunes (y aburridos) la elección de Matthew Fox y el desarrollo de su personaje: Patrick podría ser la prolongación, ficticia y más que coherente, de Jack Shephard, eterno doctor filántropo de 'Lost'.

[SEMI-SPOILER] El final del film es como llevar al perdido Jack al extremo de su personalidad, de su naturaleza, de su destino. Es irrisorio, no por el final en sí, sino porque es Matthew Fox quien lo protagoniza. ¿Será una especie de guiño? Ójala, pero demasiado retorcido, me temo. [FIN DEL SEMI-SPOILER]

La búsqueda de la empatía falla, esencialmente, porque la historia de sus protagonistas, como ellos mismos, es de cartón piedra. En ella no hay ingenio, no hay ambición emocional (ni en la ficción ni por parte de los guionistas), no hay chispa, no hay carga dramática auténtica. En definitiva, a 'Extinction' le faltan vísceras y le sobra cabeza.