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PRECRÍTICA

'El último voto', barras y estrellas

Kevin Costner protagoniza esta comedia en clave familiar en el que las barras y estrellas y el patriotismo lacrimógeno terminan desprestigiando una buena idea.

Por Óscar Martínez 13 de Noviembre 2008 | 11:23

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Dirigida por Joshua Michael Stern y protagonizada por Kevin Costner, Dennis Hopper, Paula Patton, Madeline Carroll, Kelsey Grammer, Nathan Lane y Stanley Tucci, 'Swing vote' llega este fin de semana a nuestras pantallas bajo el título de 'El último voto'.

La película cuenta la historia de Bud Johnson, un entrañable perdedor que emplea la mayor parte de su tiempo en beber cerveza en un perdido pueblo de Nuevo México. El único rayo de luz en su apática existencia es su precoz hija de doce años, Molly. Molly, en su esfuerzo por sacar a su padre de la apatía y convencerle de que vote en unas elecciones presidenciales muy reñidas, provoca una serie de circunstancias que harán que accidentalmente, el voto de su padre sea el que decida el próximo presidente de los Estados Unidos. A partir de ese momento, Bud se convierte en una celebridad.

Barras y estrellas

Con los ecos de las elecciones norteamericanas todavía resonando en nuestros medios de información, este fin de semana nos llega la nueva película de Kevin Costner, comedia que pretende ironizar en torno a esa feria ambulante en que suelen convertirse las campañas presidenciales en la mayoría de países, y en especial en estados Unidos.

Dejando a un lado la imposibilidad de la premisa de la que parte 'El último voto', la película de Joshua Michael Stern pretende, por un lado frivolizar con las artimañas de marketing electoral que supeditan los valores originales -si es que éstos existen- de los partidos políticos, y por otro concienciar al espectador, de un modo liviano y familiar, acerca de la importancia de que cada voto, verdaderamente, importa. Así pues, 'El último voto' podría ser considerada como una amalgama concentrada de buena parte de los valores pregonados por los dictados del sueño americano, y con ello, el inevitable orgullo patrio de barras y estrellas.

Previsible donde las haya, Kevin Costner pretende hacernos creer que es un ciudadano del montón, un vago redomado de caótica existencia y turbias expectativas de futuro cuya única motivación es su hija Molly, un cerebrito con valores mucho más arraigados que los de su propio padre. Dicha premisa da pie a una comedia familiar con tendencia final al melodrama educlorado, excesivamente dilatada y manida en buena parte de su metraje, en la que la toma de conciencia por parte del ciudadada crítica al chaquetismo de los partidos políticos.

En dicho aspecto recae precisamente lo más destacable de 'El último voto', alternando los gags más previsibles con otros ocasionalmente brillantes, como las campañas publicitarias de ambos partidos, un constante in crescendo de surrealismo que ocasionará no pocas carcajadas entre el personal. Por desgracia, dichas secuencias son un elemento aislado a lo largo de lasexcesivas dos horas de metraje de una película repleta de altibajos que, finalmente, recaba en el melodrama telefílimico y en un enervante patriotismo.