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PRECRÍTICA

'My blueberry nights', en su salsa

Tras dos años de retraso llega a nuestras salas el último trabajo de Wong Kar-Wai que, si bien no es una de sus mejores obras, sigue la línea establecida en títulos como 'In the mood for love' o 'Chungking Express'.

Por Óscar Martínez 11 de Diciembre 2008 | 09:19

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'My blueberry nights' es la primera película del cineasta hongkonés Wong Kar-Wai rodada íntegramente en inglés.

Protagonizada por la cantante Norah Jones, Jude Law, Natalie Portman, Rachel Weisz, David Strathairn, Frankie Fason, Adriane Lenox y Hector A. Leguillow entre otros, la película cuenta la historia de Elisabeth, una joven que tras sufrir un desengaño amoroso, decide romper con todo e iniciar un viaje por América con la intención de hallar su propia identidad y comenzar una nueva vida lejos de los fantasmas del pasado. Para paliar su soledad, Elisabeth mantendrá contacto con Jeremy, un camarero con el que entabló cierta amistad antes de huir, al que le irá narrando a través de postales tanto sus pensamientos como a todas aquellas personas que se crucen en su camino y que, de un modo u otro, influirán en su forma de ver el mundo.

En su salsa

Wong Kar-Wai tenía el listón muy alto: siendo uno de los cineastas más valorados actualmente tanto por público como por crítica a raíz de títulos tan personales como 'In te mood for love', 'Happy together', 'Chungking Express' o '2046', la primera incursión hollywoodiense (por decir algo, ya que se trata de una producción china) del afamado director con actores de habla inglesa había causado cierto recelo, sobretodo teniendo en cuenta la extensa lista de nefastos precedentes que parece cernirse cual maldición en todo director, europeo o asiático, que salta el charco.

Y lo cierto es que, efectivamente, 'My blueberry nights' dista bastante de ser uno de los mejores trabajos de Wong Kar-Wai, si bien su calidad mejora notablemente a medida que avanza el metraje: el cineasta chino parece sentirse incómodo en los primeros compases de la película, desubicado quizá, ya sea a causa de un entorno desconocido o como consecuencia de cierta sensación de orfandad con la ausencia del director de fotografía Christopher Boyle, con quien ha creado, con diferencia, sus mejores trabajos. A eso debemos añadirle una Norah Jones inexperta aunque cumplidora, pero que obviamente carece de la fuerte presencia que, por ejemplo, puede transmitir Tony Leung como hilo conducto de la trama.

Dividida en varios arcos argumentales, 'My blueberry nights' va cobrando forma lentamente, en un camino sinuoso que se va allanando con laboriosidad, con miradas, con enfoques, con su esplendorosa banda sonora... Una vez que su director logra habituar al espectador al abuso de los diferentes tratamientos de la cámara lenta y de los desenfoques, parece que Wong Kar-Wai deja de priorizar su personal tratamiento de la imagen para dar rienda suelta a sus personajes, otorgándonos una nueva dosis de ese postromanticismo marca de la casa que alcanza su cénit en el episodio protagonizado por un inconmensurable David Strathairn, sin duda alguna lo mejor de la película. Por el camino, Rachel Weisz cumple con solvencia y poco más, en una historia ligada directamente a la protagonizada por Strathairn, pero cuya exígua duración no le permite despegar, mientras que el fragmento interpretado por Natalie Portman, pese a ser el menos atrayente en cuanto a entramado, goza de una fotografía por momentos magistral, con la que Wong Kar-Wai vuelve a evocar todo tipo de sensaciones a través de su subjetiva cámara.

Finalmente, reconocer la buena labor de Jude Law, un actor solvente donde los haya a pesar de sus constantes coqueteos con el cine más comercial, y cuya relación con Elisabeth dota al propio personaje interpretado por Norah Jones de un cariz mucho más poliédrico del que logran los méritos de la cantante propiamente dichos, además de servir a su director como hábil descongestionador en diversos momentos.

En definitiva, 'My blueberry nights' es una buena película en líenas generales, a la que le cuesta hallar su propia identidad en sus primeros compases y que contiene ciertos pasajes puntualmente irregulares, pero que finalmente termina ofreciéndonos ese torrente de sensaciones y sentimientos tan propios de su director.

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