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CRÍTICA

'La juventud': simple, que no frívola

Paolo Sorrentino vuelve tras 'La gran belleza' con una historia sobre envejecer y librarse de la carga del pasado.

Por Javier Pérez Martín 18 de Enero 2016 | 11:38

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La anterior película de Paolo Sorrentino, 'La gran belleza', le valió el primer Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa a este director que estrena ahora su séptimo largometraje. Esta vez en inglés y con reparto estelar: 'La juventud' está protagonizada por Michael Caine, Harvey Keitel, Rachel Weisz, Paul Dano y tiene un cameo de Jane Fonda de los que no pasan desapercibidos.

Jane Fonda

Para un cineasta cuyos temas orbitan alrededor del intelectualismo, el arte, la música, la apatía de la clase alta, la búsqueda de sentido y significado, 'La juventud' viene a decir lo mismo, pero con otro tono. Como él mismo ha admitido: hay más ternura, más sentimentalismo ("en el buen sentido") y menos artificio y profundidad esta vez que en la densa (pero excelente) 'La gran belleza'. Pero está el mismo humor irónico y la misma estética inquieta, a veces explosiva, otras veces más sutil.

Al igual que el Jep Gambardella de Toni Servillo se paseaba por la Roma de 'La gran belleza' lamentándose del aburrimiento y el hartazgo que causaba en él tener tanto dinero, prestigio e insatisfacción, Fred Ballinger (Caine) y Mick Boyle (Keitel) son un compositor retirado y un guionista preparando su "testamento cinematográfico" en forma de última película que pasan los días de la primavera en un hotel perdido de los Alpes suizos.

Dos viejos amigos

Michael Caine y Harvey Keitel

El hotel en el que se hospedan (desde hace 20 años) sirve a Sorrentino para crear una atmósfera surrealista, un universo con mitología propia construido a partir de sugerentes micro-escenas y una infinidad de tramas muy secundarias en las que los protagonistas actúan como observadores, normalmente pasivos. Pero ese es el (divertido) marco que encuadra a los dos protagonistas. La longeva amistad que mantienen los ancianos Fred y Mick es el corazón de una cinta que trata sobre el peso del pasado cuando se llega a la tercera edad.

Entre los dejes esteticistas y las divagaciones de Sorrentino, se esconden las mejores escenas de la película, las protagonizadas por Caine y Keitel y sus conversaciones. En ellas, el italiano hace un retrato de la amistad con el paso de los años, de dos personas que se conocen mejor que nadie, y los dos actores se entregan a la sutileza y el naturalismo.

La línea entre lo simple y lo frívolo

Uno de los diálogos iniciales del filme nos muestra al personaje de Paul Dano (que está espléndido) diciendo que una vez en su vida cometió el error de ser frívolo, y el público solo le recuerda por eso (protagonizar una película de robots). Caine le responde que la frivolidad es una tentación y una perversión. Pero 'La juventud' esconde un debate entre lo frívolo y lo simple (la canción más conocida de todo lo compuesto por Fred es titulada 'Simple Song #3', por cierto, lo único nominado a los Oscar, y compuesta por David Lang, autor de la banda sonora de 'Réquiem por un sueño'). A veces, lo más bello, lo más profundo, está en las creaciones más sencillas.

Quizá esa es la lección que nos da Sorrentino en el tercer acto, lleno de giros y sorpresas, y en el cual el director italiano se permite caer en clichés que no por ello dejan de ser ciertos: la importancia de seguir viviendo, aprender a convivir con el pasado pero sabiendo que hay un futuro, no encerrarse en los recuerdos. Es una enseñanza simple, pero no frívola.

'La juventud' triunfó en los Premios Europeos del Cine (EFA), arrasando con Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor para Michael Caine, y encierra sorpresas tan divertidas como el homenaje a Maradona (del que Sorrentino es un gran fan). En Cannes, festival que siempre ha tenido muy presente la filmografía del italiano, fue recibida entre pitidos y aplausos, así que no está exenta de polémica.

Madalina Diana Ghenea

Quizá uno de los mayores fallos, aunque más bien diría que es una limitación, son los personajes femeninos. Para Sorrentino, la mujer solo puede ser dos cosas: un objeto de deseo (y de ahí el cameo de la modelo Madalina Diana Ghenea, que también tiene un inexcusable sitio de honor en la promoción de la película) o una fuerza desconocida y temible (el papel de Jane Fonda). Entre esas dos aguas, nada una olvidable Rachel Weisz, uno de los personajes femeninos con más tiempo en pantalla del director... con el que no sabe muy bien qué hacer. Sorrentino no conoce a las mujeres, ni tiene ninguna intención de hacerlo. Nos quedamos con lo bueno, sin embargo.

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