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ÉRASE UNA VEZ...

Reivindicando 'A.I. Inteligencia Artificial' como el clásico de culto que debe ser

El final de 'A.I. Inteligencia Artificial', ¿estropea o redondea la película de Steven Spielberg?

Pedro J. García
Por Pedro J. García Más 21 de Septiembre 2016 | 12:09
Redactor y crítico pop. Me apasiona la animación y veo series por encima de mis posibilidades.

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Era el año en el que Stanley Kubrick había imaginado el futuro, 2001. Poco antes de que el mundo cambiara para siempre tras los atentados del 11-S, Steven Spielberg presentaba su nueva película, un cuento de hadas de ciencia ficción titulado 'A.I. Inteligencia Artificial' y protagonizado por el aquel entonces aun estrella infantil Haley Joel Osment y el actor de moda, Jude Law. Era la época pre-redes sociales, pero aun así se podía sentir la gran expectación del público por la película (había mucho hype por 'A.I.' antes de que incorporáramos la palabra 'hype' a nuestro vocabulario), sobre todo porque se trataba de un proyecto original de Kubrick que el Rey Midas de Hollywood había estado desarrollando junto a él durante muchos años, y que este llevaba hacia su sprint final apenas dos años después de la muerte del mítico realizador.

David y Monica

'A.I. Inteligencia Artificial' se estrenó en el número 1 de la taquilla norteamericana. El mero nombre de Spielberg, unido al aura de leyenda que rodeaba a la película, hizo que el público acudiera a verla el primer fin de semana, pero el boca-oreja no fue del todo bueno y el film cayó pronto. La película dividió tanto a la audiencia como a la crítica. Las quejas se referían principalmente a su irregularidad y al tono de la historia, a caballo entre la inocencia familiar de Spielberg y la despiadada frialdad de Kubrick. Para muchos, 'A.I.' era una afrenta edulcorada al legado de Kubrick, para otros era demasiado Kubrick para funcionar como cinta de Spielberg. Para la mayoría, su desenlace estropeaba el conjunto.

No obstante, un sector de la crítica (y el público) se atrevió a definir 'A.I.' como obra maestra y futura cinta de culto. Como la misma '2001: Una odisea del espacio', la película fue considerada una adelantada a su tiempo que acabaría ocupando su lugar en el panteón del Séptimo Arte con el paso de los años. Pues bien, ya han pasado suficientes años para que esto ocurra y sea reconocida como una de las aventuras de ciencia ficción más estimulantes, conmovedoras y magistrales del cine moderno.

Pinocho futurista

'A.I. Inteligencia Artificial' es una odisea espectacular, mágica y cruel que se inspira en el clásico cuento de Carlo Collodi 'Las aventuras de Pinocho'. La película se ambienta en un futuro donde los seres humanos conviven con los Mecas, sofisticados robots con apariencia humana, y cuenta la historia de David (Osment), un Meca niño de última generación programado para amar incondicionalmente, que es adoptado por un matrimonio cuyo hijo permanece en coma. Cuando David es abandonado en el bosque, el "niño" emprende una aventura llena de peligros junto a un gigoló sintético (Law), con el propósito de encontrar al Hada Azul para que lo convierta en un niño de carne y hueso y recuperar así el amor de su "madre".

A continuación pasamos a enumerar las razones por las que el público debería darle una segunda oportunidad a 'A.I.' e incorporarla a su videoteca de clásicos imprescindibles. Spoiler alert: Sí, defendemos aquel polémico final, sin el que la película no sería lo que es.

8 razones para reivindicar 'A.I. Inteligencia Artificial'

Es una interesante comunión de estilos

Es una interesante comunión de estilos

La historia del proyecto se remonta a principios de los 70, cuando Stanley Kubrick se prendó del relato de Brian Aldiss 'Los superjuguetes duran todo el verano' y decidió adaptarlo. El legendario director, conocido por tomarse sus proyectos con calma y meticulosidad, intentó sacar adelante la película durante años, pero ni la historia terminaba de tomar forma, ni la tecnología había adelantado lo suficiente como para llevar una historia tan compleja a la pantalla. En 1985 Kubrick pidió ayuda a Steven Spielberg, que empezó a colaborar estrechamente con él (vía conferencias telefónicas y fax) para desarrollar el proyecto. Desde entonces, la película pasó a ser de ambos cineastas, hasta que en 1995, Kubrick cedió las riendas por completo a Spielberg, que tras la revolución que supuso 'Parque Jurásico' en 1993 decidió que ya era posible llevar 'A.I.' al cine.

Tras la muerte de Kubrick en 1999, Spielberg pisó el acelerador para tener la película lista en 2001 (fecha sin duda muy significativa en este caso). El director se mantuvo lo más fiel posible a la visión de Kubrick, pero muchos consideraron que 'A.I. Inteligencia Artifical' era un insulto al talento del director de 'La naranja mecánica', y atribuyeron sus fallos a Spielberg. Cuando la realidad es que Spielberg respetó por completo la esencia kubrickiana de la película a la vez que la adaptaba con éxito a su reconocible estilo, y lo más importante, terminó en dos años lo que Kubrick no supo acabar en casi treinta.

Es técnicamente apabullante

Es técnicamente apabullante

Esto salta a la vista. Puede que el guion no convenciera a todo el mundo, pero si hubo unanimidad en algo fue en el elogio al apartado técnico de la película. El diseño de producción, creado a partir de los cientos de concept arts que Chris Baker realizó junto a Stanley Kubrick, es una gozada: la aséptica y minimalista casa de los Swinton, el laboratorio criogénico con murales de cuentos de hadas, el rollo heavy metal de la Feria de la Carne, la decadencia sórdida y voluptuosa de Rouge City, la impactante Nueva York parcialmente sumergida (con las Torres Gemelas en pie)... Esta diversidad de escenarios que recreaban un futuro impresionante, junto al maquillaje, vestuario y efectos, hacen de 'A.I.' una experiencia visual muy satisfactoria, repleta de planos memorables cargados de lirismo y melancolía, como el que tenéis arriba.

Y no nos olvidemos de Teddy, el oso de peluche con el que Spielberg volvió a combinar la tecnología digital más puntera y la técnica clásica del animatronic, con resultados excelentes.

Sus efectos visuales

Sus efectos visuales

En relación al apartado anterior, otro de los aspectos más celebrados de la película son sus efectos digitales. Desde el prólogo se nos deja con la boca abierta con los Mecas, humanoides que bajo su reluciente piel sintética esconden un micro-universo de metal, circuitos y compartimentos secretos en el que se nos dejaba mirar. Industrial Light & Magic daba otro paso hacia el futuro con el impecable diseño de los robots de la película, especialmente llamativos durante el segmento de la Feria de la Carne, donde vemos a androides de todas las generaciones y funcionalidades convertidos en chatarra "viviente".

La interpretación de Haley Joel Osment

La interpretación de Haley Joel Osment

En un principio, la idea de Kubrick era que David fuera un robot de verdad, es decir, una marioneta o animatronic. Sin embargo, ni con todos lo avances del mundo habría funcionado correctamente, por lo que al final se tomó la (sabia) decisión de que el personaje fuera interpretado por un humano. El elegido fue Haley Joel Osment, que acababa de ser nominado al Oscar por 'El sexto sentido'. La de 'A.I.' es la segunda y última gran interpretación de la ex estrella infantil, un trabajo exhaustivo y lleno de matices (por ejemplo, no parpadea en toda la película) que estuvo a la altura de las enormes exigencias del personaje. Interpretando a un robot, Osment dotó a la película de alma.

Su banda sonora

Su banda sonora

John Williams ha compuesto algunas de las bandas sonoras más memorables de la historia del cine, pero quizá una de sus partituras más infravaloradas es la de 'A.I.'. El score de Williams para la película es uno de los más elocuentes, eclécticos y emocionalmente conectados a la historia de los que ha escrito.

La música de 'A.I.' fluctúa constantemente para acompañar las emociones del protagonista y marcar el pulso del relato, con pasajes muy diferenciados entre sí, pero que forman un todo uniforme. Son especialmente memorables la melodía de la escena en la que Monica y David juegan al escondite, el tema central o la canción 'For Always'. 'A.I.' es uno de los trabajos más tristes y bellos de Williams.

Teddy

Teddy

Ya lo hemos mencionado, pero se merece su apartado propio. El Winnie the Pooh particular de David es uno de los personajes que nos confirman que 'A.I.' no es una película convencional. Cuando uno ve al peluche robótico por primera vez, espera a un "sidekick" adorable e infantil, pero Teddy es en realidad una alma vieja, un Meca con voz grave que expresa sabiduría y raciocinio, pero también desapego y cansancio. Puede que su nombre fuera el menos original posible para el personaje, pero Teddy demostró que no es un oso de peluche cualquiera.

Una primera media hora magistral

Una primera media hora magistral

El primer acto de 'A.I.' es inmejorable, en especial a partir de que David llega al hogar de los Swinton. Este tramo de la película está lleno de momentos preciosos, sobre todo en lo que se refiere a la relación de Monica y David. A través de una serie de entrañables viñetas cotidianas en las que David conoce el mundo, Spielberg nos muestra cómo Monica va abriendo poco a poco su corazón al reemplazo robótico de su hijo, para culminar en la hermosa escena de la impronta, en la que el amor incondicional de David por su nueva "mami" es activado sin posibilidad de marcha atrás. Después de que Martin, el hijo biológico de Monica, despierte del coma, David es abandonado en el bosque, durante una de las escenas más despiadadas y descorazonadoras que ha rodado Spielberg en su carrera. A partir de ahí, la película da un giro de 180 grados, pero lo que hemos visto hasta ese momento es pura magia spielbergiana.

Su polémico final

Su polémico final

La opinión más extendida es que 'A.I.' sería mejor si su historia hubiera concluido con la escena en la que David se queda atrapado bajo el agua frente a la estatua del hada azul, condenando al robot a una eternidad pidiendo ser un niño de verdad. Y lo cierto es que si la película se hubiera detenido ahí, no habría sido un mal final. Sin embargo, no era el que Spielberg quería para ella. El suyo era mucho más arriesgado, y es en gran medida lo que hace que 'A.I.' sea tan especial. El problema es que la ejecución falló en un aspecto importante: el epílogo nos lleva dos mil años en el futuro hasta un nuevo deshielo, y nos presenta a unos seres superinteligentes que son la evolución del Meca. No obstante, esto no estaba explicado con claridad, y la mayoría de espectadores creyó que se trataba de alienígenas, lo que aumentó el desconcierto y desvirtuó considerablemente la intención de Spielberg.

Pero el final de 'A.I.' es perfecto en su imperfección, una coda tremendamente amarga disfrazada de happy ending, con la que es muy fácil deshacerse en lágrimas. Esta es la dolorosa historia de un niño que busca desesperadamente el reconocimiento y el amor de su madre, por lo que habría quedado incompleta sin ese primer y último "te quiero", con el que el robot por fin puede descansar en paz y soñar por primera vez. Muchos tildan este desenlace de excesivamente almibarado, pero en realidad es el final feliz más triste del cine, un agridulce y onírico "colorín colorado" que deja huella, como la impronta de Monica en David.