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CRÍTICA

'La promesa': Romance insípido, guerra perdida

La nueva película de Terry George aborda el polémico genocidio armenio acontecido a comienzos del siglo XX. Christian Bale, Oscar Isaac y Charlotte Le Bon componen el triángulo amoroso protagonista.

Por Alejandro Rodera Herrero 2 de Junio 2017 | 10:20

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La frontera entre el drama épico y el de sobremesa es más ínfima de lo que puede parecer a primera vista. El cineasta Terry George pone a prueba la delicadeza de esa fina línea con 'La promesa', planteada como una reivindicativa propuesta en la que el romance juega un papel primordial, excesivo seguramente. El director de 'Hotel Rwanda' pierde el rumbo a lo largo de la irregular película, que desaprovecha un tridente protagonista rebosante de talento, sentenciado por un triángulo amoroso que condena a sus personajes a cansinos amoríos.

Oscar Isaac en 'La promesa'

El protagonista del relato es Mikael (Oscar Isaac), que cumple su sueño de viajar a Constantinopla para estudiar Medicina en la moderna urbe. Allí se encuentra con la joven Ana (Charlotte Le Bon), con la que comparte nacionalidad, y con Chris (Christian Bale), un reputado periodista que viaja al corazón del Imperio Otomano antes de su definitivo declive y desaparición. Sin embargo, a Mikael le une una promesa a su país natal, Armenia, un frágil lazo que se almidona cuando estalla el potencial exterminio del pueblo armenio. Por lo tanto, la cinta se adentra en una materia delicada, como es un genocidio que ni siquiera ha sido reconocido a nivel global, acontecido a comienzos de siglo XX en el agitado marco de la Gran Guerra.

Entre los tres personajes se entrelaza un (muy) previsible triángulo amoroso, que le resta un protagonismo esencial al conflicto que da sentido a la película, financiada por el acaudalado ejecutivo de origen armenio Kirk Kerkorian. George aspira a una épica que no se materializa en ningún momento, sacándole muy poco partido al disparado presupuesto de 90 millones de dólares. Los paisajes y ambientes naturales, grabados mayoritariamente en España, le prestan una impagable belleza a la película. Además, sorpresa tras sorpresa, nos vamos topando con rostros patrios como Alain Hernández, Julián Villagrán, Alicia Borrachero o Luis Callejo, a los que cuesta identificar como individuos turcos o armenios, pero que hacen un breve esfuerzo por plasmar su carisma en pantalla.

Poco se le puede reprochar a Isaac, Le Bon y Bale, que tampoco se encontraban ante uno de los mayores retos de su carrera precisamente. El principal atributo del filme, aparte de la labor de los profesionales antes mencionados, es su finalidad didáctica, ya que recordará o descubrirá a quien la vea la existencia del genocidio armenio. Aunque sea para dejarlo en el olvido poco después, permanecerá seguramente en el subconsciente. Lamentablemente, el guion firmado por el propio George y Robin Swicord no hace justicia a aquel trágico despropósito, sobre todo por su tendencia a exasperar al espectador con decisiones redundantes y con un producto que da la sensación de haber querido condensar demasiada información, que no alcanza a emocionar tanto como al director le gustaría.

Christian Bale y Charlotte Le Bon en 'La promesa'

Valor desperdiciado

Buena prueba de lo controversial del tema tratado es la polémica que rodeó a la película tras sus primeras proyecciones en el Festival de Toronto. Decenas de miles de usuarios turcos de un popular portal de cine votaron negativamente a la cinta, rechazando con desprecio su contenido al considerarlo falso. No hay mejor manera de comprobar lo necesaria que era una película sobre aquel genocidio que ese imbécil boicot, costumbre que no sólo ha echado raíces en nuestro país. Pero 'La promesa' no es esa película.

El último trabajo de Terry George no arriesga a la hora de tratar un tema que exigía una apuesta mucho más atrevida. Para mostrar en el cine el daño que provoca una guerra basta con mostrar a una de sus víctimas, ya sea real o ficticia, pero cuando se relega al conflicto a un segundo plano, la propuesta pierde todo su sentido. Sobre todo, si ese distanciamiento se ejecuta para supeditar el drama al romance.

Nota: 5

Lo mejor: El innegable talento interpretativo de los componentes del triángulo amoroso.

Lo peor: La preponderancia del previsible romance sobre el grave conflicto que termina eclipsando.

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