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CRÍTICA

'Perfectos desconocidos': Un whatsapp a los postres

La nueva película de Álex de la Iglesia adapta una exitosa película italiana añadiendo mucho humor, pero además de previsible, nunca llega a ser tan desmadrada como pretende.

Por Antonio Miguel Arenas Gamarra 1 de Diciembre 2017 | 14:37

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Más allá de su impronta visual y de la montaña rusa en la que de forma cada vez más pronunciada se han acabado convirtiendo todas sus películas, si había algo reconocible y digno de apreciar en la filmografía de Álex de la Iglesia desde su debut con 'Acción mutante', era que de alguna manera u otra, ya sea representado a través de la televisión o con las particularidades de un vecindario, su cine siempre ha intentado postularse como un espejo deformante de la sociedad española. En esta ocasión, al aceptar el encargo de hacer un remake de 'Perfetti sconosciuti', reciente éxito de público y crítica en Italia, parte de ese interés se difumina, lo que limita en gran medida el alcance y la personalidad de la propuesta.

Perfectos desconocidos

Para todos los que conozcan la película original, conviene advertir que esta nueva versión es a la vez la misma película y una totalmente distinta, lo cual es un acierto. El esqueleto es idéntico, la estructura es similar, se mantienen los personajes y los giros fundamentales de la trama, pero el tono es completamente diferente. Con su talento para los movimientos de cámara y planos secuencia, Álex de la Iglesia saca partido a las posibilidades expresivas de la puesta en escena y explota la vis cómica del material en mayor medida, mientras que el guión de su colaborador habitual Jorge Guerricaechevarría, usando la llegada de un eclipse durante la cena como excusa, dota de un componente fantástico al argumento que se antojará clave a su conclusión y que no estaba presente en la película de Paolo Genovese.

'Perfectos desconocidos' podría ser la disección generacional de un grupo de amigos que pasados los cuarenta entran en crisis vital, sufren la brecha digital y descubren las sombras, secretos y mentiras de toda relación de pareja pasados los años, pero no pasa de ser un entretenimiento. Y como tal funciona. Sus ambiciones residen en la comicidad y los dardos de un guion que parece (re)escrito con el piloto automático, de personajes esquemáticos y superficiales. Poco importa el encomiable esfuerzo de su reparto por afinar cada línea de diálogo, marcar cada gesto y realzar su actuación, no encuentran respaldo sobre el que construir su personalidad e involucrar al espectador, aunque seguro consigan su sonrisa cómplice.

Perfectos desconocidos

Decíamos al principio que se echa en falta ese componente deformante de la sociedad española. Y más de uno lo pensará tras verla, porque por ejemplo sorprende que no se produzca ningún comentario sobre la actualidad política, ¿quién puede creer que en una cena de amigos no los haya? Salvo la mención al desempleo y la orientación sexual de uno de sus personajes, carente de sensibilidad, propia de otros tiempos, no hay ningún tipo de referencia al contexto social ni político en el que nos encontramos, lo que subraya las connotaciones comerciales del proyecto por encima de cualquier otro aspecto. Pero visto de otra forma, que todos los personajes sean unos cuñados de manual, en cierto modo podría ser visto como una crítica velada a nosotros mismos, los espectadores españoles que acudirán a verla y se sentirán identificados con sus dilemas.

En todo caso, que la visión que se ofrezca de la sociedad sea la de seres patéticos que no demuestran tener ningún tipo de conciencia (salvo cuando incumbe a sus propios hijos), que se dejan llevar por sus peores instintos y se traicionan entre sí, no habla demasiado bien de nosotros mismos, pero menos aún del propio cineasta que los refleja sin esmerarse en construir un discurso a su alrededor. Como prueba está el desenlace, que no revelaremos, pero que se antoja una huída hacia adelante en la que se nos confirma la hipocresía de la propuesta y su desprecio a cualquier moraleja o reflexión sobre el uso de las nuevas tecnologías, echando por tierra la honestidad y los pocos avances sociales que se habían producido en esta hoguera de las vanidades, a ratos desmadrada y a otros previsible.

Nota: 5

Lo mejor: El componente fantástico que Jorge Guerricaechevarría añade al guion y la fuerza expresiva de algunas de las imágenes, marca de la casa.

Lo peor: Su carencia de discurso y la superficialidad e inmadurez de todos los personajes.