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CRÍTICA

'Que baje Dios y lo vea': Estereotipos y clichés en fuera de juego

La comedia protagonizada por Karra Elejalde aspira a ser el primer gran éxito del cine español en 2018, pero une sin acierto fútbol y religión.

Por Antonio Miguel Arenas Gamarra 5 de Enero 2018 | 14:25

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No es que al argumento de 'Que baje Dios y lo vea' se le pueda pedir excesiva originalidad, en ningún momento pretende salirse de los esquemas de una fórmula tantas veces vista, la de un equipo repleto de incompetentes que gracias al esfuerzo, los buenos sentimientos y su capacidad de superación se sobrepone a los obstáculos para alcanzar la gloria. O al menos para ganar un partido. Algo que se encargaron de inmortalizar películas de Disney muy populares en los noventa como 'The Mighty Ducks', 'Elegidos para el triunfo' o 'Somos los peores', que apelaban al público infantil con mensajes positivos. Y de lo que también hemos visto ejemplos más recientes en el cine europeo, como la francesa 'Un gran equipo', que contaba con un tímido trasfondo social para dar razón de ser a su disparatado planteamiento.

Que baje Dios y lo vea

Pero la película dirigida y escrita por Curro Velázquez se debate entre ambas vertientes, con la salvedad de que en esta ocasión se trata de novicios que disputan un torneo de fútbol entre religiosos para evitar que su convento sea vendido y se convierta en un Parador Turístico. Por lo que con más motivo, siendo como somos el país de Buñuel y Berlanga, de haber sido consecuente con la propuesta el resultado agradecería cierto posicionamiento crítico, humor negro y una mayor definición en su tono, que se queda a medio camino de la comedia deportiva para todos los públicos y la sátira eclesiástica.

Se supone que la llegada forzosa al Monasterio de San Teodosio de un intrépido misionero, interpretado por Alain Hernández, provoca un conflicto generacional y metodológico con el Padre Munilla, un religioso de modales y actitudes conservadoras al que da vida un siempre inspirado Karra Elejalde. También debemos suponer que la relación sentimental entre un novicio (Joel Bosqued) y su amiga de la infancia (Macarena García) apela a una juventud más moderna. Pero utilizando un símil futbolístico, que podría aplicarse a su escasa comicidad, en 'Que baje Dios y lo vea' hay muchos centros al área, pero pocos remates y ocasiones de gol.

Aunque la trama abra todas esas posibilidades, el guion no sortea los tópicos asociados a los sacerdotes, perrunillas incluidas, como tampoco se cuestiona el lugar de la religión en nuestra sociedad ni su adaptación a los hábitos de vida contemporáneos. Ni siquiera, y por aquello de intentar romper prejuicios, se adentra en la crisis de fe que sufre uno de sus protagonistas. Los personajes simplemente son meros clichés que de manera encomiable el reparto se esfuerza por sostener a lo largo del metraje, cuyo acabado no pasa de lo funcional debido a un errático montaje que sufre para dar sentido a la narración. Mismamente, que se recurra a Manolo Lama para la voz en off de los partidos confirma su total falta de ingenio al recrear las secuencias futbolísticas, temática con la que el cine parece seguir profundamente enemistado.

Que baje Dios y lo vea

Otra comedia "descerebrada"

Sin despojarse de uno los peores vicios de las series de televisión españolas, mundo del que proviene Curro Velázquez y en el que se afianza su carrera de guionista, con su debut en el largometraje ante todo demuestra una clara intención por no molestar ni ofender a nadie, lo que en el fondo es imposible a la hora de hacer comedia. Y la propia película es la prueba. Su falta de atrevimiento en el campo del humor físico, así como en el dibujo de los cargos eclesiásticos, irónicamente acaba conduciendo a que la comedia incurra en la brocha gorda. Pero no contra la Iglesia, habrase visto, sino en su desafortunada representación de un colectivo marginal como el gitano, algo que siempre será bastante más fácil y efectivo.

Para mejorar el equipo y competir con garantías en la Champions Clerum, los de San Teodosio hacen trampas y fichan a la estrella de un equipo rival que les ha endosado una goleada (un gitano tan talentoso con el balón como cazurro, que trabaja en un mercadillo y al que por supuesto no le faltan sus colgantes dorados, larga melena oscura y exagerado acento), del mismo modo que la película se salta su contención y humor blanco para hacer chistes a costa de los peores estereotipos asociados a los gitanos. En concreto a través del líder de una Iglesia Evangelista, cuya caricatura resulta completamente fuera de lugar. Momentos en los que el guionista de 'Fuga de cerebros' y su secuela hace acto de presencia, hasta el punto de que durante su tramo final en Roma parece haberse equivocado de película y estar ya escribiendo la tercera parte.

Que baje Dios y lo vea

De todos modos, con 'Que baje Dios y lo vea' nadie podrá llevarse a engaño, se trata de una comedia tan bienintencionada como olvidable, que a priori cuenta con todos los ingredientes para conquistar la taquilla. Algo que debido a su indefinición, y sobre todo al hecho de no estar apoyada por una de las grandes cadenas de televisión privadas, se nos antojaría un milagro. Pero en cualquier caso, tampoco sería uno demasiado positivo para la salud y la imagen de un cine español que demanda salirse de fórmulas que, en su afán por lo políticamente correcto, terminan siendo propias de otra época.

Nota: 4

Lo mejor: Karra Elejalde y El Langui, siempre en nuestro equipo.

Lo peor: Que su construcción en base a tópicos nunca quiera molestar demasiado a la Iglesia, pero que en cambio no dude en presentar al colectivo gitano con sus peores estereotipos.