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CRÍTICA

'Happy End': Michael Haneke se pasa a las nuevas tecnologías para retratar a la familia perfecta e infeliz

Michael Haneke vuelve para mostrar la perfección e infelicidad de una familia burguesa, con una trama a tres frentes que resulta más insulsa que impactante.

Por Sandra Sánchez Guerra 20 de Julio 2018 | 09:30

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La foto de una familia de la alta sociedad que hace Michael Haneke en 'Happy End' es un retrato torcido. Una instantánea desequilibrada a causa de una niña, la pequeña protagonista Fantine Harduin. Cinco años después de 'Amor', que se llevó el Oscar a Mejor película de habla no inglesa, el director alemán vuelve a explorar los senderos más polvorientos que se dan con las relaciones familiares y el afecto. Lo hace sin perder un ápice de esa brutalidad cotidiana a la que nos tiene acostumbrados con su filmografía. Aunque, esta vez, las emociones al ver su nueva película no surgen tan fácilmente ni están tan a flor de piel como en ocasiones anteriores.

 'Happy End'

Con Isabelle Huppert de nuevo bajo sus directrices, Haneke se aleja de la intimidad que exploró en 'Amor' y hace una panorámica de la familia perfecta, centrándose especialmente en tres vínculos afectivos. Después de que su madre ingrese en el hospital por una ingestión de pastillas, Eve empieza a vivir con su padre, Thomas (Mathiew Kassovitz), en la gran residencia en la que los Laurent viven en amor y compañía, encabezados por el patriarca y promotor de la empresa familiar, Georges, personaje a cargo del actor Jean-Louis Trintignant, quien ya protagonizara la anterior cinta de Haneke. Huppert interpreta a la tía de la niña, una mujer que parece tenerlo todo siempre bien controlado pero que tiene una guerra abierta con su hijo, el miembro de la familia destinado a dirigir la empresa de construcciones.

La película va mostrando diferentes frentes, los rencores y secretos ocultos que esconden los diferentes protagonistas. Y aunque es un reparto coral y una historia a tres bandas, Harduin es la que propicia gran parte de la acción, en la piel de una niña que es una huérfana emocional y desconoce por completo cuáles son sus sentimientos y su identidad. Con ella, la película te introduce en la trama, de una forma atípica a las maneras del responsable de 'Funny Games'.

 'Happy End'

Michael Haneke se ha aliado con las nuevas tecnologías a la hora de plasmar en 'Happy end' quiénes son sus personajes, en un reflejo de cómo utilizamos muchas veces las redes sociales para liberarnos y también, cómo las empleamos en otras ocasiones para contener tras una pantalla nuestros secretos. Toda esta línea de acontecimientos virtuales que recorre la cinta, iniciada con el impacto del arranque que consigue captarte de forma rápida, es lo que le insufla toda la intriga a la trama, quedándonos como público expectantes para ver cómo encajan esos momentos de verdadera realidad en el posado que se marca la familia.

Haneke se vale de la pequeña intrusa para servirnos pequeños momentos de shock y trauma que son el sello de su filmografía. Gustará el desasosiego vital y la desconexión con la realidad y con las emociones que personifica este personaje, sumados a la relación que establece con un habitante de la casa hacia el final de la película. Es lo más interesante que ofrece la nueva película del director, que esta vez pierde la fuerza emocional y el impacto cruel, mucho más presente en sus anteriores trabajos.

 'Happy End'

Insulsa frialdad

Interesado de nuevo en la sofisticación de personajes de buena familia y cultos, lo que más decepciona de 'Happy End' es que Haneke no centre el guión en quien le da garantías frente al público. Fiel a sus buenas interpretaciones, no podemos quejarnos de cómo se desenvuelve Isabelle Huppert en la cinta pero sí de lo poco relevante y, en definida cuenta, interesante que resulta su personaje. En general, a excepción de escenas peculiares o esos momentos virtuales de los que hablábamos antes, todo se queda muy en la superficie, aséptico, demasiado lejano, y nos deja con las ganas de una mayor carga emocional.

Nota: 7

Lo mejor: El conflicto interior de la niña protagonista y, cómo no, el final.

Lo peor: 'Happy End' se desluce al contar a tres bandas la historia y no centrarse más en la mediocridad emocional de personajes concretos.

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