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PRECRÍTICA

'Crónica de un engaño': Mascarada

Una película que no dejará impronta en el espectador, pero en la que cabe destacar sus dos interpretaciones masculinas.

Por Óscar Martínez 7 de Junio 2010 | 15:25

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Con bastante retraso con respecto a su estreno en Estados Unidos, llega este fin de semana a nuestras carteleras 'The other man', película traducida por estos lares como 'Crónica de un engaño', y que supone el nuevo largometraje del cineasta Richard Eyre, a quien muchos recordarán por 'Diario de un escándalo'. En esta ocasión, el director británico se sirve del relato corto de Bernhard Schlink para elaborar el retrato de un trío amoroso a partir de una composición a base de flashbacks, en la que el personaje de Liam Neeson, marido devoto aunque distante, descubre la supuesta infidelidad de su esposa.

'Crónica de un engaño': Mascarada

Lo cierto es que el nuevo trabajo de Eyre deja al espectador con cierto regusto añejo, pues tanto la propia historia -con ecos al 'Infiel' protagonizado por Richard gere y a tantos otros filmes de temática similar- como los derroteros por los que transita, como su propia composición, parecen encontrarse más próximos a un producto televisivo de hace un par de décadas que a un título actual. Quizá por ello 'Crónica de un engaño' mantenga una constante sensación de déjà vu, en un melodrama que en ocasiones parece querer flirtear con un posible thriller donde la composición de las personalidades y motivaciones de sus tres protagonistas impera por encima del propio entramado.

'Crónica de un engaño': Mascarada

De este modo, las sensaciones del espectador hacia el trío protagónico se van alter(n)ando a medida que el film avanza y vamos desechando máscaras hasta mostrarnos la verdadera identidad de cada uno de ellos, resultando, por ello, la interpretación de sus dos protagonistas masculinos (y sus partidas de ajedrez), como lo más destacable del conjunto: un Liam Neeson cuyas dudas le conducen hacia la autodestrucción y un Antonio Banderas engañosamente presentado cual latin lover prototípico en un film que, por otro lado, se deja ver sin más, pero que no llega a dejar impronta alguna en el espectador.