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PRECRÍTICA

'Pesadilla en Elm Street: el origen' (del fin)

Un film aséptico que no funciona ni como nueva aportación ni como reformulación del mito de Krueger.

Por Óscar Martínez 22 de Julio 2010 | 14:34

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Sin duda alguna, Freddie Krueger es uno de los personajes más icónicos del cine de terror de todos los tiempos: encarnado por el actor Robert Englund a lo largo de ocho filmes y una serie de televisión, el gorro, el jersey a rayas y las cuchillas del hombre del saco creado por Wes Craven a mediados de los ochenta forma parte inherente de varias generaciones de adolescentes, ocupando un lugar privilegiado dentro de un bestiario popular conformado por Leatherface, Jason Voorhees, Chucky y compañía, relevo generacional ochentero de los montruos de Universal.

'Pesadilla en Elm Street: el origen' (del fin)

En esta ocasión ha sido Samuel Bayer, publicista y realizador de video-clips como el Smells like teen spirit de Nirvana, el encargado de renovar la fórmula para una nueva hornada de teenagers huérfanos de representaciones del Mal propias (o de productoras carentes de ideas, cosa que a fin de cuentas viene a ser lo mismo), ofreciéndonos un producto completamente aséptico con vocación de fotocopia. Puede que el exceso de respeto procesado por Bayer a la figura de Freddie sea uno de los principales handycaps del film, pues el cineasta parece haberse limitado a recopilar algunos highlights de la franquicia y a actualizar sin demasiada osadía estética y fisonomía, si bien las hieráticas interpretaciones de sus protagonistas, con Rooney Mara a la cabeza, sin duda alguna resultan clave pare el desencanto general imperante.

Y es que reformular la figura de Freddie es muy diferente a hacerlo con Jason o Leatherface, pues a diferencia de éstos, Freddie tiene un rostro, el de Robert Englund, y una personalidad desarrollada a lo largo de muchos filmes que lo han visto evolucionar del mero hombre del saco a todo un showman, y si bien el actor Jackie Earle Haley cumple con dignidad su papel, la comparación entre original y remake resulta a todas luces desproporcionada.

'Pesadilla en Elm Street: el origen' (del fin)

Con ello, 'Pesadilla en Elm Street: el origen' se nos antoja un producto innecesario que no funciona ni como nueva aportación ni como reformulación del mito de Krueger, y si bien uno debe admitir que quizá el film de Bayer pague más aranceles por el propio peso de la historia que por deméritos propios, lo cierto es que el timorato acercamiento de su director a la hora de conceder un nuevo impulso a la franquicia otorga todas las facilidades necesarias para que el espectador condene su trabajo.