å

CRÍTICA

'El baile de los 41': El ágape prohibido

Crítica de 'El baile de los 41', dirigida por David Pablos y escrita por Monika Revilla. Protagonizada por Alfonso Herrera, Emiliano Zurita y Mabel Cadena. Basada en hechos reales.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 15 de Mayo 2021 | 16:59
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

Comparte:

¡Comenta!

En México, pronunciar la cifra 41 hace que se evoque uno de los mayores escándalos públicos que vivió el país azteca a inicios del siglo XX y también hace que vuelva mentarse uno de los hechos más vergonzosos de su historia contemporánea. Está hablándose del Baile de los cuarenta y uno, una redada policial que tuvo lugar el 17 de noviembre de 1901 en la calle de la Paz en la colonia Tabacalera, en la Ciudad de México, durante el régimen de Porfirio Díaz.

Ese día, fueron arrestados 42 varones, la mayoría perteneciente a la alta sociedad mexicana. Los hombres habían acudido a una fiesta, comúnmente llamada en esa época como "Baile de invertidos", en las que se permitía, en recintos privados y de forma clandestina, el travestismo y los bailes de salón entre personas del mismo sexo. De esos 42, solo se publicaron los nombres de 41 y fueron esos 41 los que se enfrentaron al escarnio público, siendo considerado uno de los grandes delitos de odio sucedidos en la región en el siglo pasado. Fueron oficialmente 41, porque el invitado 42 fue el yerno del presidente mexicano, Ignacio de la Torre y Mier, y cuya presencia se ocultó a la opinión pública por presiones políticas.

El baile de los 41

Basándose tanto en el escándalo social y político, surge así la película 'El baile de los 41', dirigida por David Pablos, quien ya ha ahondado en historias relacionadas con colectivos marginados social o socioeconómicamente, como hizo en 'Las elegidas'. Con guion de Monika Revilla; guionista con experiencia en ficción histórica con 'Juana Inés', 'Malinche' o el telefilme 'Porfirio Díaz, 100 años sin patria', el largometraje se centra solamente en narrar la crónica del auge y caída del yerno y su filiación al grupo de los 41. Aprovechando esa premisa, Pablos y Revilla hace un duro relato sobre la historia LGBT tanto del país azteca como de Iberoamérica.

Y es que 'El baile de los 41' es, ante todo, un ejercicio de memoria histórica y un homenaje a las 41 víctimas del desprecio público, que fueron una especie de chivo expiatorio contra el presidente, pues la divulgación del escándalo fue considerado una forma de acto de rebeldía de la prensa ante la actitud autoritaria del gobierno del porfiriato. De hecho, Díaz cayó del poder 10 años después del escándalo. Por otro lado, la cinta sirve para traer al público contemporáneo cómo los varones homosexuales sobrevivían como podían a inicios del siglo XX, en las famosas fiestas clandestinas que fueron los orígenes de los bares gais y los lugares de ambiente.

El baile de los 41

Un elegante ejercicio de memoria histórica que dignifica a las 41 víctimas que fueron víctimas del escarnio público por ser homosexuales

Y, en medio, una historia de amor y represión, la vivida por De la Torre. La combinación de thriller político, cine histórico y melodrama de época consiguen que 'El baile de los 41' sea un elegante ejercicio cinematográfico, cuyo apartado técnico realza esa sensación de esta viendo un filme con pedigrí. Destaca la fotografía, obra de Carolina Costa, que evoca a esa época de iluminación con velas, haciendo más parda la noche, trayendo esa sensación de clandestinidad. Mención también para el diseño de producción, obra de Daniela Schneider, que recuerda al cuidado y esmero de otros gran títulos recientes de época como 'El oficial y el espía' o 'Retrato de una mujer en llamas'.

Aunque su apartado técnico convierte a 'El baile de los 41' en una pieza de la que el cine mexicano puede presumir, a la altura de películas como 'Arráncame la vida' o 'Cinco de Mayo: La batalla', son sus interpretaciones las que logran elevar definitivamente a la cinta. Desde hace varios años, Alfonso Herrera se ha erigido como el galán que rompe estereotipos, con interpretaciones extremas que consiguen sobresalir por ser torbellinos de emociones contenidos en miradas de impotencia. El papel de Ignacio de la Torre es uno de los más complejos que ha tenido en su filmografía y el más redondo hasta el momento.

El baile de los 41

Herrera brilla con un personaje nada empático, dándole a la realidad que vive una terrible sensación de veracidad. A su lado, Emiliano Zurita, el pequeño del clan Zurita. Hermano de Sebastián Zurita e hijo de Humberto Zurita, el intérprete tiene un papel que evoca al de Jérémie Renier en 'Un amor por ocultar', al ser ese varón que decide pagar por el precio de su libertad. Mabel Cadena es la tercera en discordia, con una posición nada agradable, al ser la esposa engañada que se resiste a tener un marido que lleva doble vida.

'El baile de los 41' es la manera en la que la cinematografía mexicana busca compensar a ese número (considerado maldito y tabú aún en la sociedad del país norteamericano) y una forma de derrumbar estigmatizaciones sobre lo supuso ese escándalo, en el que se utilizó la sexualidad de inocentes como chivo expiatorio contra el gobierno. Un homenaje para que esos nombres y ese dígito sean sinónimo de orgullo, de memoria y de resistencia de un colectivo que les rinde tributo y que sigue luchando por sus derechos.

Nota: 7

Lo mejor: La entregada interpretación de Alfonso Herrera y su química con Emiliano Zurita. Su apartado técnico es magistral.

Lo peor: La escena posterior al gran banquete, aunque visualmente es muy estética y provocativa, en el resultado final se antoja algo innecesaria. Falta mayor intriga política.