La trayectoria de Guillermo del Toro en el cine se podría definir con una palabra: pasión. Cuando el oscarizado director mexicano hace algo es, habitualmente, motivado por el amor que siente hacia una historia, un género o una idea. Sí, hay muchos cineastas que, como él, dejan constancia a través de su obra de lo mucho que se han volcado personalmente en ella, pero lo de Del Toro es otro nivel. Este hombre ama lo que hace y ese amor forma parte indivisible del ADN de sus proyectos, y de su personalidad artística.
Cuando nos referimos a 'Frankenstein' en concreto, estamos hablando además de un amor de toda la vida. Lo que llaman, muy adecuadamente, un proyecto de pasión. Uno que lleva muchos intentando llevar a la pantalla -al igual que su anhelada, y por ahora frustrada, adaptación de 'En las montañas de la locura' de H. P. Lovecraft-, y que por fin se materializa en 2025. Lo hace gracias a Netflix, su compañía de confianza, con la que ya llevó a cabo otra de sus adaptaciones soñadas, 'Pinocho de Guillermo del Toro'.
La plataforma de Ted Sarandos, con la que también ha desarrollado la serie antológica 'El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro', parece haber dado a Del Toro carta blanca (y un rumoreado presupuesto de 120 millones de dólares) para hacer la 'Frankenstein' que siempre quiso. Y eso es exactamente lo que ha hecho, una relectura del clásico gótico en la que cada plano podemos sentir la presencia de un director feliz de estar haciendo por fin la película por la que ha luchado tanto.

La 'Frankenstein' de Del Toro captura en todo momento la esencia del mito del Moderno Prometeo de Shelley, pero la pasa por el filtro de su muy particular visión estética y autoral, levantando con ella una superproducción opulenta y grandilocuente que rezuma aire clásico por los cuatro costados. Con ella, Del Toro quiere darle a la historia el tratamiento que merece, uno en el que cada detalle está meticulosamente cuidado, en el que, además, su corazón narrativo esté a la altura de su riqueza visual.
Porque esa es otra de las palabras que nos sirve perfectamente para describir lo que ha hecho Del Toro con esta película. Corazón. Uno que late fuertemente, en el que podemos ver la sangre fluyendo por sus ventrículos, bombeando la película, y buscando conectarse con nosotros. La 'Frankenstein' de Del Toro es una versión profundamente romántica y humanista, donde el director utiliza el texto de Shelley para trazar una reflexión libre de cinismo sobre la naturaleza del mal, sobre la creación de los marginados, la corrupción del alma humana ante los avances de la sociedad y quiénes son los verdaderos monstruos. Un relato inmortal.

Dioses y monstruos
Con un metraje de casi dos horas y media (donde a ratos esto le pasa factura), 'Frankenstein' comienza con un preludio y se divide en dos grandes bloques, el primero dedicado a la historia de Víctor Frankenstein y el segundo centrado en la perspectiva de la Criatura. La parte del doctor Frankenstein explora al personaje desde su infancia, arraigándolo en la tormentosa relación con sus padres. Unos daddy y mommy issues que marcan su camino y lo llevan a convertirse en un prodigio de la ciencia, un creador de milagros que busca enorgullecer a su padre, y al mundo, y acaba completamente consumido por su complejo de Dios.
Oscar Isaac lleva a cabo una de sus interpretaciones más apasionadas como el doctor Frankenstein, un arquetípico personaje a menudo retratado desde la superficie que aquí tiene capas y capas, todas excelentemente encarnadas por el actor. En su sección también destacan Christian Convery como la versión más joven de Víctor y Charles Dance como su estricto padre. Sin olvidar la etérea y magnética presencia de Mia Goth, a la que Del Toro, sin embargo, no saca todo el provecho que debería.

Tras unos cuantos vaivenes de ritmo, el capítulo dedicado a la Criatura es en el que Del Toro se acaba abriendo en canal para ofrecernos su visión más sincera y emotiva del cuento, para a continuación darnos su corazón, aun latiendo fuertemente y desprendiendo sangre a borbotones, en la mano. Desde el primer momento en el que vemos al "monstruo", sabemos que estamos ante el mejor trabajo interpretativo de Jacob Elordi, actor de 'Euphoria' que aquí se consagra como algo más que promesa y actor de moda.
Elordi fue una sustitución a última hora de Andrew Garfield, que por problemas de agenda tuvo que abandonar el proyecto, y después de ver la película, uno no puede sino agradecer esos caprichos del azar. No es que no confiáramos en que Garfield hubiera hecho justicia al papel (seguro que sí), pero lo de Elordi es tan especial que cuesta imaginar una encarnación más perfecta del mito a través de la mirada de Del Toro.
El actor australiano de origen vasco firma toda una sinfonía de emociones mediante un excelente trabajo de expresión física y modulación de la voz. Su evolución, de bebé gigante que está aprendiendo a hablar, a moverse y a descubrir el mundo como un animal recién nacido, a bestia desatada de fuerza sobrenatural (y muy comiquera), llena de ira y dolor, evidencian un compromiso y entendimiento absoluto del papel. Este Frankenstein se aleja radicalmente de la visión clásica del personaje (es como una escultura anatómica viviente, un monstruo guapo que no produce tanto horror, sino curiosidad e incluso atracción); y es fascinante ver a Elordi moverse, utilizar sus articulaciones para descubrir el espacio a su alrededor, expresarlo todo con la mirada y, en última instancia, completar la humanización de la Criatura con arrebatadora y conmovedora emoción.

Desde las vísceras
Cualquiera que conozca el cine de Guillermo del Toro sabrá qué esperar de su 'Frankenstein' a nivel visual y estético. Y efectivamente, la película no decepciona en cuanto a su puesta en escena, diseño de producción y despliegue artístico. Fiel a sí mismo, Del Toro se apoya todo lo posible en los efectos prácticos, las prótesis y el maquillaje, confeccionando un universo gótico en sintonía con su 'Cumbre escarlata', en el que su intrincado vestuario y la suntuosa partitura de Alexandre Desplat da las puntadas finales perfectas. Es verdad que hay momentos en los que el inevitable uso del CGI, sobre todo evidente en los planos de situación (donde se roza lo marveliano), rompen un poco la magia, pero en general, 'Frankenstein' es una obra de gran belleza.
Estampas infernales, visiones espectrales y diseños de personajes espléndidos que se entremezclan con el gore, las vísceras y la sangre del mundo real para componer un fresco de preciosos horrores macabros al más puro estilo Del Toro. La violencia en 'Frankenstein' es muy física y explícita, con instantes de auténtico horror corporal: carnes abiertas, extremidades cercenadas, huesos que se sienten al romperse y una aproximación tan cercana a la ciencia anatómica que hará remover el estómago a los más sensibles. Pero claro, no podía ser de otra manera.

Sin embargo, lo que hace que 'Frankenstein' funcione tan bien, a pesar de ser la enésima iteración de un mito contado y reescrito en tantas ocasiones, es que Del Toro cuida tanto el peso emocional de la historia como su universo visual. Más que en el creador, en el científico loco y titiritero del Grand Gignol, Del Toro se refleja en la Criatura, cosiendo entre sus pliegues de carne todo un manifiesto a favor de la humanidad, del bien intrínseco, de la compasión, el entendimiento y el perdón. Es decir, 'Frankenstein' no es la obra de un director ególatra o caprichoso saliéndose con la suya, sino un hermoso acto de generosidad cinematográfica, de sus entrañas a nuestras pantallas.
'Frankenstein' se estrena en Netflix a nivel global el 7 de noviembre y en cines seleccionados el 24 de octubre.
- Año: 2025
- 149 min. México Drama Terror Ciencia ficción
- Reparto: Oscar Isaac Jacob Elordi Christoph Waltz Mia Goth Felix Kammerer