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CRÍTICA

'El peral salvaje': La áspera estela del legado

Crítica de 'El peral salvaje', dirigida y coescrita por Nuri Bilge Ceylan. Con Dogu Dermikol, Murat Cemcir, Bennu Yildirimlar y Asena Keskinci. Presentada en la Selección Oficial del 71º Festival de Cannes.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 2 de Agosto 2019 | 18:14
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El director turco Nuri Bilge Ceylan es uno de los grandes cineastas al que se le puede catalogar como artesano contemporáneo. Tras embarcarse en un profundo análisis sobre la persona a través de un crimen en 'Érase una vez en Anatolia' y ahondar en la crisis sentimental y personal de un actor caído en desgracia en 'Sueño de invierno (Winter Sleep)', el aclamado realizador de una vuelta de turca con la elegante, intimista e inhóspita 'El peral salvaje', que compitió en la Selección Oficial de la 71ª edición del Festival de Cannes.

El peral salvaje

Sinan aspira a convertirse en un reconocido escritor, el joven regresa a su pueblo natal, Çan. Situado en la región de Çanakkale, a orillas del Mar Egeo y próxima a las ruinas de la antigua ciudad de Troya. La vuelta al hogar familiar no es precisamente una experiencia cálida, al ver que sus sueños de ser un afamado autor pueden verse truncados por las terribles deudas contraídas por su padre en apuestas de caballos. El regreso a casa será un momento de terrible constatación de la gran dificultad de romper del todo con los lazos familiares.

La belleza de un relato trágico

Bilge Ceylan ofrece un relato a la altura de sus últimas obras aclamadas, las ya citadas 'Érase una vez en Anatolia' y 'Sueño de invierno', con una ambición mayor, al sentir que es una respuesta más mundana a los filmes descritos, como también puede ser contraparte de la magnífica 'Lejano', en la que el cineasta contraponía dos realidades opuestas.

El peral salvaje

El realizador configura un ambiente tremendamente bello, en el que es capaz de mezclar varias sensaciones, desde una nostalgia de un cariño perdido en el tiempo, hasta el más puro clima de opresión, con una fotografía exquisita y unos planos secuencia inmersivos, con los que introduce al espectador ese ambiente completamente ambivalente. Su estética puede recordar a 'El jardín de los cerezos' de Chéjov, solo que en un ambiente más dramático, trágico.

No es extraño comparar la forma de filmar de Bilge Ceylan con figuras literarias de reconocido prestigio, llegando incluso a estar a la altura de las 'Noches blancas' de Dostoyesvki. Su manera de filmar evoca al gran Bergman, recordando a 'Como un espejo' o 'Gritos y susurros'. El gran punto que convierte a 'El peral salvaje' es un largometraje a un nivel superior a sus anteriores trabajos (que ya es decir) es el cambio de enfoque, al alejarse de una realidad burguesa y centrarse en una que quiere serlo.

Una majestuosa obra maestra

Ahí el cineasta aprovecha para plantear varios temas, como la eterna discusión entre el pasado, el presente y la incertidumbre del futuro, lo que significa el arte, la literatura en un país cada vez más religioso y opresivo (estar cerca de las ruinas de Troya es toda una metáfora), la enorme dificultad que existe en escapar de una realidad familiar que atrapa, con auténticos lazos convertidos en cadenas. Todo ello lo configura Bilge Ceylan con calma, mostrando que todo lo que enseña es una mirada personal, intimista, con un protagonista excepcional, Dogu Demirkol, que sorprendió con una vena trágica maravillosa. Nadie diría que lo fichó el cineasta tras ver cómo le abucheaban intentando ser monologuista.

El peral salvaje

'El peral salvaje' es una película majestuosa, realizada con suma elegancia y solemnidad, demostrando que cineastas como Bilge Ceylan, con una visión autoral muy fuerte pero que es consciente de la necesidad de que su obra sea mostrada, es uno de los pocos directores de su generación capaz de tener una mirada tan propia. Maravillosa, una joya cinematográfica.

Nota: 9

Lo mejor: El retrato que hace de las relaciones familiares, sus hermosos y melancólicos paisajes.

Lo peor: Por su duración, tres horas, muchos espectadores no le querrán dar una oportunidad.

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