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CRÍTICA

'Quien a hierro mata': La violencia no se crea ni se destruye

El director de '[REC]' y 'Verónica' dirige un thriller sin tintes sobrenaturales con el que vuelve a demostrar que es un artesano con estilo propio y muy buenas ideas.

Por Javier Pérez Martín 30 de Agosto 2019 | 09:00

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Mario (Luis Tosar) es un hombre feliz. El sol le sonríe mientras conduce hacia su trabajo de enfermero en una residencia de ancianos en una pequeña localidad gallega. Su mujer, Julia (María Vázquez), está embarazada; juntos llevan una plácida existencia junto al mar, perfecta para que la vida florezca y los niños crezcan felices y sanos. Bailan juntos clásicos de Julio Iglesias. Pero algo se tuerce cuando el camino de Mario se cruza con el de Antonio Padín (Xan Cejudo), el cabecilla narco de Cambados, y resurge un pasado oscuro y lleno de dolor. A pesar de tenerlo todo para seguir adelante, Mario se queda enganchado en ese episodio de su pasado y una única idea se extiende como un cáncer por su mente hasta intoxicar las flores que le rodean: la venganza.

'Quien a hierro mata'

Con una mezcla entre 'Fariña', 'Breaking Bad' y Shakespeare, 'Quien a hierro mata' es en principio una rareza en la filmografía de Paco Plaza. Porque no hay elementos sobrenaturales, después de haberse labrado un nombre con la saga '[REC]' y la maravillosa 'Verónica', y porque por primera vez desde 'Romasanta, la caza de la bestia' (2004) dirige una película en cuyo guión no ha trabajado él mismo. Quienes lo firman son Juan Galiñanes (director de la cinta de animación 'Noche ¿de Paz? Holy Night!') y Jorge Guerricaechevarría, colaborador de Álex de la Iglesia y nombre clave en el cine español de género de las dos últimas décadas (suyas son 'Celda 211', 'El Niño' y 'Cien años de perdón'). Un tándem que se demuestra muy provechoso: ellos escriben un guion sin fisuras a partir del cual Plaza vuelve a demostrar que es un director con muy buenas ideas.

Como si fuera el James Wan español ('Verónica' es la 'Expediente Warren' patria, y lo digo en el mejor sentido posible), Plaza se asienta como un director capaz de imprimir su personalidad en los proyectos sin olvidarse del público. Artesano, sea lo que sea eso, pero con estilo. Volvemos a ver aquí ese costumbrismo español que convirtió a la primera '[REC]' en mucho más que "una de zombis". Está también esa arriesgada mezcla de tonos tan característica, que nos lleva del thriller de venganza a la acción de narcotráfico, pasando por el drama íntimo y alguna que otra escena jugando al despiste, que parece sacada de una comedia feel-good a lo 'Intocable'.

'Quien a hierro mata'

Lo más interesante, de entre todas las cosas interesantes de 'Quien a hierro mata', es el viaje al interior de la mente de Mario, algo que Plaza ya hizo con éxito con la protagonista de 'Verónica'. La cámara de Plaza toma constantes decisiones imprevisibles para atar al espectador a la obsesión del personaje de Tosar. También el uso de los colores o un excelente diseño sonoro van en esta dirección, para envolver al que mira en la experiencia (y el trauma, atención a los flashbacks) de Mario. Ayuda que el gallego sea tan bueno construyendo personajes con varias capas: aquí interpreta a un hombre que oculta su verdadero rostro, como si llevara puesta una máscara que en contados momentos se cae; un hombre que pasa de ejercer los cuidados (importante esto) a traicionar la confianza de quien se ha puesto en sus manos, literal y figuradamente, y acaba sufriendo las consecuencias. Las manos de Tosar, por cierto, tiernas, fuertes, inclementes como el propio guion, tienen vida propia en la película.

El cáncer de la violencia

Aunque pocos la han visto y menos la recuerdan, hace unos meses Julio Medem estrenó una película, 'El árbol de la sangre', en la que hablaba de una generación que ha heredado los crímenes y pecados de sus padres. De eso va también 'Quien a hierro mata', que a partir de dos familias, la de Mario y la de Antonio Padín, traza una radiografía del cáncer que es la violencia, que ni se crea ni se destruye: se hereda. Los dos hijos del narco, que ya está en las últimas y acaba en la residencia en manos de Mario, se ven abocados a seguir los pasos de su padre. Kike y Toño (Enric Auquer e Ismael Martínez, ambos casi tan bien como Tosar y Cejudo, y además fingiendo el acento gallego) son dos peones sin aparente voluntad y con muchas ansias de afirmación, lo que les lleva a ejecutar torpes planes para mantener o ampliar el imperio que su padre construyó. Su historia tiene una conexión más temática que argumental con la de Mario, que a su vez verá cómo su obsesión de venganza influirá en su familia, a punto de recibir un nuevo integrante. Plaza es capaz de dibujar sin palabras, a partir del montaje y la realización, una conexión trágica entre las acciones de Mario, quitándole la vida a un anciano, y el desarrollo de su hijo dentro de Julia.

'Quien a hierro mata'

Donde Medem era optimista y abogaba por la capacidad de perdonar y olvidar de los hijos, 'Quien a hierro mata' es funesta: Mario es un personaje maldito desde el momento en el que causa daño a un hombre indefenso cuyos crímenes pasados no es capaz de perdonar. Su gran crimen ya se avisa en el primer plano de la película (la almeja siendo aplastada) y su maldición se transmite en la sangre en un último plano que resume, sencillo y perfecto, toda la película.

Nota: 8

Lo mejor: La conjunción de guion, dirección e interpretaciones, todas ellas trabajando en la misma dirección

Lo peor: Que el personaje de Julia quede de fondo y desdibujado