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CRÍTICA

'The Florida Project': Un verano a las afueras de Disney World

Tras rodar 'Tangerine' con un iPhone, Sean Baker vuelve al cine tradicional pero no se olvida de los bajos fondos de "the real America".

Por Javier Pérez Martín 9 de Febrero 2018 | 13:04

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La mayoría de las historias que nos llegan de Hollywood se centran en una visión muy sesgada y limitada de Estados Unidos. El país de los despachos, el de los "suburbs" de clases altas, el de los rascacielos de Nueva York y las playas de Miami. A veces nos llegan películas que retratan la clase media y sus esfuerzos por llegar a fin de mes (aunque, como en 'Tres anuncios en las afueras', una madre divorciada con un trabajo mal pagado pueda reunir miles de dólares para financiar unas enormes vallas publicitarias). Y solo unos pocos autores se atreven a meterse en los bajos fondos de verdad de Estados Unidos, aunque en muchas ocasiones sea o bien para contar una historia de mafiosos, o bien para hablar del famoso sueño americano (en demasiadas ocasiones estas dos van incluso juntas).

'The Florida Project'

Estos bajos fondos son precisamente lo que parece interesarle a Sean Baker, el director y coguionista de 'The Florida Project'. Venía de rodar una película con un iPhone, 'Tangerine', en la que seguía (literalmente) a unas incansables prostitutas transexuales por las calles de Los Ángeles. Ahora vuelve al cine tradicional, pero sus personajes siguen siendo unos culos inquietos. Moonee, Scooty y Jancey son unos renacuajos de menos de diez años que pasan los largos y aburridos días de verano rondando en los alrededores del motel en el que viven con sus madres (los padres no están ni se les espera). El cochambroso edificio de habitaciones tiene por norma no permitir a sus huéspedes una estancia fija, pero el encargado, un buenazo, se las apaña para hacer la vista gorda.

Los grandes protagonistas de la película son esos niños, desde cuya mirada rueda Baker, demostrando que esta es una decisión que suele desembocar en películas honestas y cautivadoras. Pero no son simplemente criaturas graciosas y adorables; de hecho, Moonee y sus amigos son probablemente esos niños maleducados ante los que todos torcemos el gesto cuando nos los cruzamos por la calle, pensando en cómo sus padres pueden estar haciendo un trabajo tan negligente. Sin embargo, Baker desprovee su cámara de todo juicio, y muestra las vidas de sus personajes sin filtros. Sin demonizarlos ni victimizarlos, ni a ellos ni a sus mayores, incluida la joven madre de Moonee, Halley, una veinteañera sin trabajo y con tatuajes por todo el cuerpo, que solo tapa a medias con vaqueros cortados y tops ajustados.

Uno de los grandes aciertos de Baker es su dirección de actores, con la que consigue exprimir al máximo las interpretaciones de la niña protagonista, Brooklynn Prince, y su madre, Bria Vinaite. En ambos casos se trata de debutantes en el cine, pero ante la cámara de Baker las dos rezuman naturalidad y versatilidad. Son impertinentes pero encantadoras, triviales pero trágicas, dos niñas inconscientes del drama que protagonizan, interesadas solo en pasarlo bien e hincharse a comida rápida.

'The Florida Project'

El personaje del encargado del motel, Bobby, está interpretado por la única estrella de la película (Baker suele trabajar con principiantes o directamente gente de la calle). Que Willem Dafoe esté nominado al Oscar como actor de reparto tiene sentido dentro de la maquinaria de Hollywood, pero lo cierto es que Bobby es una de las joyas ocultas de la película. Dafoe interpreta con ternura y cercanía a una especie de conserje, arrendador y poli bueno para los inquilinos del motel, en su mayoría personas pobres y marginales que han sido olvidadas por la sociedad.

La escena en la que Halley visita los servicios sociales nos deja claro que el Estado es muy limitado a la hora de asistir a los ciudadanos en situaciones más desfavorecidas. Como Baker muestra, la falta de atención, ayuda y protección a las clases más bajas conducen inevitablemente a situaciones desesperadas. Sumergidas en la más absoluta marginalidad y pobreza, Halley y Moonee viven en un motel, obligadas a abandonar su habitación periódicamente durante una noche para poder volver a ella a la mañana siguiente, pagando tarde y mal su "estancia" con dinero que no siempre viene de los trabajos más dignos.

Baker logra alejarse de la extrema dureza de la situación de sus personajes centrándose en las partes más amables de la historia: los juegos de los niños, la amistad entre dos madres solteras y jóvenes, y sobre todo la bondad y la entrega de Bobby, un personaje que ya por sí solo daría sentido a toda la película. Él protege a los desamparados, entiende a los descarriados y perdona a los pecadores mientras mueve muebles, hace números, pinta las paredes y aleja a los patos que se han alejado demasiado de su estanque. Hay una escena en la que Bobby ahuyenta a un más que probable pedófilo de la zona en la que todos los niños están jugando, y lo hace como aceptando que ni siquiera es culpa del señor, que no puede evitar sus impulsos. Y esta es una de las escenas más divertidas y reconfortantes del filme, lo que demuestra que Baker puede convertir las situaciones más turbias en momentos llenos de empatía.

'The Florida Project'

Un verano a las puertas de Disney World

La mayor parte del tiempo, el director y su habitual compañero de escritura, Chris Bergoch, centran la mirada en la inocencia de esos niños sin hogar que ya saben cómo conseguir dinero de desconocidos para helados, pasan las horas escupiendo a los coches desde los balcones y buscan entretenimiento en los sitios más desolados, inconscientes de las consecuencias que pueden tener sus acciones. Moonee y Jancey no saben lo que es tener un hogar, pero encuentran ese primer amor que es la amistad de un niño mirando de lejos a las vacas que pastan los campos. Un coche podría atropellarlas cuando cruzan las carreteras en busca del arcoíris, pero antes de que empiecen a aprender sus primeras y más duras lecciones, el espectador encuentra una especie de placer en su total desconocimiento del peligro. El no saber las hace libres, aunque sea durante un corto verano a las afueras de Disney World.

'The Florida Project'

Hay que prestar atención a los detalles, pero Baker los pone delante de nuestras narices. Moonee y sus amigos se sientan apoyando sus espaldas en el gotelé púrpura del "Castillo Mágico" (el motel en el que viven tiene nombre de casa de princesas Disney) y presencian de cerca privilegios que nunca sentirán en sus carnes. Los helicópteros son animales mitológicos que alzan el vuelo a medio kilómetro de sus ojos. A un paseo de distancia, millones de familias pagan cientos de dólares para pasar unos días en el reino de Mickey Mouse, pero ellos se conforman con sentarse por la noche a la ribera del río y mirar los fuegos artificiales con los que culmina otro día más de felicidad. Las paredes del parque de atracciones no pueden tapar todo lo inalcanzable que hay dentro.

'The Florida Project' no es perfecta. En su ensimismamiento en el día a día de Moonee y los demás, algunos encontrarán situaciones redundantes y repetitivas (algo que, por otra parte, se ajusta muy bien a cómo vive el largo verano sin colegio un niño). Y la escena final, llena de buenas intenciones, se aleja totalmente de un tono sobrio y realista que reina en el resto de la película. Pero Baker sigue recordándonos lo grande y compleja que es Estados Unidos, el país del comercio omnipresente, abierto 24 horas bajo las luces de neón. Tiendas en las que niñas como Moonee solo puede entrar para hacer travesuras o pedir limosna, hasta que los dueños, esos trabajadores honrados que somos tú y yo, las espantan como moscardones que molestan a la clientela. Nadie quiere mirar a Moonee mientras juega a quemar su futuro sin darse cuenta. Menos mal que Baker está empeñado en obligarnos a verlo.

Nota: 8

Lo mejor: La niña, Brooklynn Prince, y Willem Dafoe.

Lo peor: Esa parte central que puede aburrir a los más impacientes.