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CRÍTICA

'Viaje a Nara (Vision)': El espíritu del bosque

Crítica de 'Viaje a Nara (Vision)', dirigida y escrita por Naomi Kawase, mostrada en la Sección Oficial del 66º Festival de San Sebastián. Protagonizada por Juliette Binoche y Masatoshi Nagase.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 28 de Diciembre 2018 | 10:50
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Si hay una cineasta que sabe escuchar el canto de la naturaleza, esa es Naomi Kawase. Después de sentir las caricias de las olas del océano, de saborear con dedicación el anko de los dorayakis y ver más allá de la luz, la realizadora crea una auténtica poesía sobre el bosque y su espíritu en la fascinante 'Viaje a Nara (Vision)', presentada en la Sección Oficial del 66º Festival de San Sebastián y que protagonizan Juliette Binoche y Masatoshi Nagase.

Viaje a Nara (Vision)

Jeanne es una periodista francesa que viaja hasta la ciudad de Nara para adentrarse en las profundidades del bosque de las montañas de Yoshino. Su intención es encontrar la planta Vision, una hierba medicinal única que crece cada 997 años y a la que se le atribuye la capacidad de sanar la angustia, el dolor y la fragilidad que habita en las personas. En su viaje, conocerá a Tomo, un guardabosque que protege la zona, como también a Rin, un joven que le acompaña y a Aki, una anciana del lugar que parece conocer las sensaciones que evoca el bosque. Pese que Jeanne y Tomo tienen una barrera idiomática, eso no les impide acercarse el uno al otro para comprender el motivo real del viaje de Jeanne y las emociones que transmite la naturaleza en el interior de Yoshino.

Las palabras que evocan los sonidos del viento

Kawase continúa con su cine espiritual y filosófico, en la línea de sus obras más intimistas como 'Aguas tranquilas', 'Hanezu' o 'El bosque del luto'. Desde el primer momento, la cineasta invita a disfrutar de un auténtico mar de sensaciones, en el que el bosque se convierte en el auténtico protagonista de la historia. Cada sonido del viento, cada gota de agua que cae sobre la tierra, cada movimiento de las hojas, todo se percibe, se siente, transportando al público a ese viaje espiritual que recorre Jeanne en las profundidades de Yoshino.

Viaje a Nara (Vision)

Lírica y poética, la cineasta lleva con apacible tranquilidad a sus protagonistas al bosque. En medio, está Juliette Binoche, entregada a su papel, dejándose llevar por el alma del bosque. Ella es una mujer francesa, occidental, un elemento discordante en medio de esta fábula japonesa... y la que realmente mueve el alma del verdor que le rodea, al ser su huida del pasado la que justifique una trama que, sin ella, difícilmente hubiera podido explicarse.

El relato místico y filosófico de Naomi Kawase

Junto a Binoche está Masatoshi Nagase, habitual del cine de Kawase y al que ya se le vio en las recientes 'Una pastelería en Tokio' y 'Hacia la luz'. Él representa la contraparte de lo que busca Jeanne, en uno de sus papeles más amables, con una mirada contenida y enternecedora. En medio está ese gran protagonista, el bosque, en el que Kawase realmente se esmera para poder transmitir al cine todas las sensaciones que provoca estar en un lugar tan místico e incluso sinestésico, al ser los sonidos capaces de transmitir imágenes. Ahí está la principal fuerza de un relato que reflexiona sobre lo espiritual y lo mundano, sobre la mente y el cuerpo.

Viaje a Nara (Vision)

Con unas imágenes naturalistas con las que Kawase envuelve a sus protagonistas y al público en la calidez del bosque, 'Viaje a Nara (Vision)' es el relato más intimista y metafísico de la cineasta japonesa, que es capaz de ir más allá de la metáfora sobre la maternidad y el mar que escribió en 'Aguas tranquilas' y el instante de felicidad efímera que tuvo en 'Hacia la luz'. Todo un ejercicio poético y filosófico sobre el amor, las heridas del pasado y los propios deseos que, aunque posee una fascinante belleza, se torna excesivamente alegórico en su último tramo. Aun así, quedan poderosas escenas naturales en las que será muy difícil no dejarse llevar por la suave brisa de las hojas durante el amanecer.

Nota: 7

Lo mejor: La naturaleza y las sensaciones que evoca el bosque.

Lo peor: Su parte final desluce el lirismo del filme, al carecer de lógica.