Aunque hay un consenso general sobre el hecho de que 'Weapons' de Zach Cregger es una de las grandes películas del año, en las redes sociales y en algunas reacciones a las críticas profesionales parece haber una falta de entendimiento entre el público y la prensa especializada: ¿Es 'Weapons' una comedia o una película de terror?
La terminología es tan necesaria como problemática. Sirve para crear un espacio común donde analizar, interpretar y debatir sobre el cine, pero al mismo tiempo es tan flexible y cambiante que puede acabar encerrando a las películas en ideas preconcebidas.
El debate en torno a 'Weapons' reabre esta tensión. Al buscar el "género correcto" para describirla, el espectador y la crítica parecen mirar con lentes distintas. Y no es la primera vez que ocurre: otros filmes que combinan registros opuestos han generado confusión, precisamente porque desestabilizan las categorías en las que intentamos fijarlos.
#Weapons is NOT a horror movie. Especially not the way it was advertised.#WeaponsMovie IS a dark comedy. pic.twitter.com/Y5nLpKQIIj
— chill Squid ? (@chill_Squid) August 8, 2025
"'Weapons' NO es una película de terror. Sobre todo, no como se anunció. ES una comedia negra."
Whenever a horror movie is good and has elements of other genres in it, people on here start saying "it's not a horror movie." Horror can be funny. It can be meaningful. It's still horror. Horror is expansive and diverse.
— ? Bri ? (@BriAnimator_) August 11, 2025
"Siempre que una película de terror es buena y tiene elementos de otros géneros, la gente aquí empieza a decir: No es una película de terror. El terror puede ser divertido. Puede ser significativo. Sigue siendo terror. El terror es expansivo y diverso".
Reír, llorar, asustarse o burlarse son reacciones íntimas, inevitables y subjetivas cuando nos enfrentamos a una película. Pero hay una diferencia fundamental: en la conversación cinematográfica o crítica, el terror se analiza como un lenguaje (un conjunto de decisiones formales y narrativas), mientras que en el plano popular se evalúa como un efecto inmediato sobre la experiencia personal.
En 'Weapons', es cierto que la exageración y las situaciones rocambolescas aparecen con frecuencia, algo que podría empujarla hacia la comedia. Sin embargo, lo que mejor la define no es su capacidad para provocar risas o sustos de forma aislada, sino la forma en que articula ambos registros dentro de un mismo código. En ese sentido, podríamos hablar de un terror lúdico, un juego que asume las reglas del género para torcerlas con malicia y entretenimiento a partes iguales.

Terror en clave cómica
La comedia funciona como un filtro que coloca al espectador a una distancia segura frente a lo bizarro o lo inquietante de las imágenes, rebajando la intensidad emocional. Esto no significa eliminar el terror, sino reencuadrarlo. Los cineastas suelen aprovecharlo de dos maneras:
Una de ellas podría ser la de 'Zombies party', donde Edgar Wright reduce la amenaza zombi con humor situacional y diálogos absurdos, convirtiendo la tensión en ritmo cómico y aprovechando un elemento cultural, los tropos y temáticas del cine zombie, atenuando el miedo para priorizar el juego formal (metalenguaje).

La otra es algo más cercana a 'Weapons', esa que introduce una crítica dentro de las formas del terror como pueden ser 'Déjame salir' de Jordan Peele, que alterna tensión y humor incómodo para hablar del racismo liberal en EEUU; así como 'El menú' (Mark Mylod) donde se emplea humor negro para diseccionar la élite gastronómica y el consumo cultural.
La risa desarma al espectador para luego introducir una crítica o incomodidad más punzante con el bisturí del terror. En 'Weapons', la comicidad no sólo atenúa la violencia o la tensión, sino que la desplaza hacia un terreno lúdico donde el espectador se siente cómplice del juego, incluso cuando el material visual y temático roza lo grotesco.

Terror en clave dramática
Del mismo modo que algunos cineastas usan el humor como filtro para moderar el impacto del horror, hay otros cuya intención es eliminar cualquier distancia y confrontar al espectador con el terror sin paliativos. En los últimos años, se han formalizado muchas propuestas que sostienen su narración a partir de este enfoque dentro del término del "terror elevado", muchas de ellas con el sello de A24.
'La bruja' es un ejemplo muy adecuado: su tensión surge de la desarticulación del mito y la ausencia voluntaria de comedia, lo que permite explorar el miedo en su dimensión más dramática y trágica, acercando al espectador a la violencia o el horror psicológico como experiencia casi tangible.

En contraste, aunque los personajes de 'Weapons' atraviesan situaciones dramáticas, la narrativa de Cregger impide que estas imágenes se traduzcan en un drama puro. La cámara se centra más en cómo los personajes reaccionan ante lo bizarro y lo absurdo de sus circunstancias, mostrando sus respuestas exageradas y poco sutiles ante la desgracia, lo que sitúa la película más cerca de un terror lúdico.
Terror en clave thriller
Las investigaciones policíacas del thriller a menudo parecen estar unidas a las estructuras del terror, especialmente en aquellas donde lo bizarro y lo extremo de la violencia humana se desatan en pantalla: 'Seven', 'El silencio de los corderos', la primera temporada de 'True Detective'.
La puesta en escena constriñe a los personajes a la espiral psicológica de la investigación y la violencia extrema funciona como catalizador para explorar la aberración humana. El terror aquí está ligado a la incertidumbre y al descubrimiento gradual de lo macabro.

En 'Weapons', si bien existe una investigación que se sigue desde distintos puntos de vista que desata cierto misterio y una voluntad sobre la resolución del crimen; la exposición de lo estrambótico, lo bizarro y lo absurdo de los personajes y sus actos se presentan de manera casi performativa, convirtiendo el clímax en un circo de horrores más que en un enigma a resolver.
Conclusión
Con cierta prioridad narrativa, podemos afirmar que en 'Weapons' el terror funciona como vehículo para el comentario social, mientras que la comedia negra y los elementos absurdos amplifican ese mensaje y permiten una distancia que en último instante regurgita el debate sobre terror o comedia.

La película no es terror porque "dé miedo", su violencia y sus imágenes extremas sirven para exponer y amplificar preocupaciones sociales, como la vulnerabilidad infantil, la indiferencia adulta y la cultura de miedo colectivo (algunos señalan también una metáfora con los tiroteos escolares en EEUU).
Al mismo tiempo, el comentario social no se limita a la reflexión: se materializa a través del lenguaje del horror, el ritmo de la narración y los sustos, que obligan al espectador a sentir esa incomodidad de manera visceral. El humor negro actúa como amortiguador, reduciendo la intensidad de lo bizarro para que el espectador pueda procesar el mensaje sin desconectarse emocionalmente.