Venga, empecemos por lo que más está dando que hablar de 'El cautivo'. Más admirador que la media del Alejandro Amenábar historiador, entré al pase de prensa de 'El cautivo' sin haberme spoileado nada sobre la forma de Amenábar de tratar el famoso cautiverio de Argel del escritor, momento fundamental que cambiaría su rumbo y por ende el de la Historia de España.
Y sí, a mí también me sorprendió. Esta es sin duda la mayor hazaña de 'El cautivo': sorprender en un momento en el que la industria del cine busca todo lo contrario. Por eso será tan criticada, por eso seguramente solo el tiempo y revisitarla nos den otra perspectiva, quizás una mejor.
Conviene en este momento aclarar algo: 'El cautivo' no es decepcionante porque trate la supuesta bisexualidad de Miguel de Cervantes. Lo es porque en el camino roza la romantización de una etapa durísima en la vida del escritor y de los allí presentes, y porque ni siquiera un aspecto tan llamativo logra impulsar una película que termina siendo aburrida, insulsa y hasta semiparódica.
'El cautivo' muestra los cinco años de Miguel de Cervantes en Argel, por aquel entonces enclave fundamental del Mediterráneo bajo la protección del Imperio otomano. La creencia de que era un personaje fundamental en España hizo que el rescate que pedían por él fuera demasiado elevado, por lo que durante un lustro estuvo a las órdenes de Hasán, el bajá (gobernador) de Argel.
Explicado el contexto, es entonces cuando Amenábar decide volar libre y mostrar una doble faceta de Cervantes alejada de lo más relatado sobre su estancia: por un lado, su afán por contar historias para sobrellevar el cautiverio de la mejor forma, y por otro, su creciente relación con el bajá.

Ambas están relacionadas. En uno de los muchos (y a menudo forzados) guiños de Amenábar a la obra de Cervantes, este empezará a relatar a sus compañeros presos lo que a la postre sería 'Historia del cautivo', una trama de 'El Quijote' que mezcla realidad y ficción de la estancia de Cervantes en Argel. Los primeros pasos de esta historia llaman la atención del bajá Hasán, atento desde su amplia estancia a lo que cuenta Miguel en el patio donde vive con el resto de condenados.
Da comienzo así una relación de poder, obsesión, admiración y deseo que marca el eje central de la película, o al menos lo más relevante de la misma. Si bien no hay pruebas fehacientes de que Miguel de Cervantes fuera bisexual, y el único gran documento al respecto es el escrito del también preso en Argel Blanco de Paz, archienemigo de Cervantes que le acusó de realizar "cosas viciosas, feas y deshonestas" en su estancia en la ciudad, hay motivos para creer que el novelista tuviera relaciones sexuales con hombres.
Su vínculo con Hasán es de sobra conocido, así como que el propio Hasán se acostaba con hombres, algo común entre los renegados (convertidos al Islam) de Argel, la ciudad más libre en lo que a sexualidad se refiere del mundo musulmán y posiblemente de todo el mundo en aquella época. Entre eso, un repaso a su forma de vivir y los lugares donde lo hizo en Italia y España, así como alguna ligera pulla de su otro archienemigo Lope de Vega, no harían descabellada la posibilidad de que Cervantes hubiera tenido relaciones sexuales con hombres.

Amenábar aprovecha ese vacío legal para crear su propia y valiente versión de los hechos, y más en los tiempos que corren. Ahora bien, que sea una apuesta arriesgada no significa que sea buena. Una vez superas el shock inicial, toda la trama de amor platónico se vuelve tediosa y reiterativa, por no hablar de la cuestión de hasta qué punto se ha construido una historia de amor prohibido en lo que posiblemente fuese, ante todo, una relación de abuso de poder.
Por su parte, la trama sobre la creación paralela de 'Historia del cautivo' no ayuda en absoluto a dinamizar una historia que, a pesar de durar 2 horas y cuarto (y hacerse larga desde la mitad), nos deja la sensación de que se queda sin tratar aspectos clave de una parte fundamental en la vida de Cervantes.
El envoltorio tampoco soluciona los problemas, sino que acentúa la sensación de vacío. Los escenarios lucen con menos vida que los de anteriores películas del director y el guion tampoco se salva, con algunas conversaciones que bien parecieran haber tenido lugar en 2025 y no en 1575. Esto afecta en gran medida al desempeño de los actores, muy alejado de la excelencia que vimos en 'Mientras dure la guerra'.

Julio Peña no llena los zapatos de Miguel de Cervantes, y sus mejores momentos llegan cuando comparte pantalla con un carismático Alessandro Borghi como Hasán. Es también destacable el empeño de secundarios como José Manuel Poga, Roberto Álamo o Luis Callejo, de los que nos quedamos ganas de conocer más. El toque cómico, o más bien de burla, recae en Fernando Tejero como el antes mencionado Blanco de Paz, con el que nunca termina de encontrar el punto, caminando por el filo de lo caricaturesco. Pero en general ninguno se quedará en nuestra retina por mucho tiempo.
'El cautivo' es una vuelta de tuerca a la hasta ahora trilogía de biografías históricas de Alejandro Amenábar. No obstante, eso conlleva que también sea con diferencia la más imperfecta de las tres. El manierismo es síntoma de que urge modificar la fórmula y adentrarnos en otra etapa del director. De ello depende cómo sea recordado en el futuro.