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CRÍTICA

'Una bonita mañana': La postal de recuerdo que permanece cuando miramos atrás

Mia Hansen-Løve vuelve a llenar la gran pantalla con su sensibilidad y sus escenas cotidianas en esta cinta protagonizada por la siempre excelente Léa Seydoux.

Por Sofia Kofoed Alonso 31 de Marzo 2023 | 09:00

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'Una bonita mañana': La postal de recuerdo que permanece cuando miramos atrás

La directora y guionista francesa Mia Hansen-Løve es ya toda una veterana en Cannes, donde ha sido nominada en varias categorías desde su ópera prima, 'Tout est pardonné' ("Todo está perdonado"), hasta la reciente 'La isla de Bergman'. La última de sus películas en hacerse hueco en el festival francés es 'Una bonita mañana', que sigue los pasos de sus anteriores películas, con su mirada costumbrista enfocada a rescatar escenas del día a día y retratar sin juzgar a los personajes en sus etapas vitales, lo que le ha valido el premio Europa Cinemas, destinado a seguir promocionando su trayectoria.

En 'Una bonita mañana' seguimos la vida de Sandra (Léa Seydoux), una joven madre soltera que divide su tiempo entre su trabajo como traductora, atender a su padre (Pascal Greggory), que padece una enfermedad neurodegenerativa, y su hija de nueve años Linn (Camille Leban Martins). Sandra es una cuidadora nata: aguanta con paciencia los reproches de su hija y las confusiones de su padre ciego. Una tarde, en el parque, se cruza con su amigo Clément, un cosmoquímico casado y con un hijo con el que comenzará una aventura romántica.

Léa Seydoux y Pascal Greggory en 'Una bonita mañana'

La Sandra de Seydoux recuerda a Scarlett Johansson en 'Lost in Translation' y podría ser una versión más adulta de Patricia en 'Al final de la escapada'. Una mujer sin amigas (aunque no se incide en ello), que se queda dormida en el transporte público, se derrumba más fácilmente hablando con desconocidos que con su familia y encuentra en los desvaríos de su padre enfermo sus mismas preocupaciones: estar siempre esperando a que llegue algo, sin saber el qué. Ver una película de Hansen-Løve también se siente un poco así. En esta, vemos a un progenitor enfermo muy distinto a la agresiva madre que conocíamos en 'El porvenir', otra arista del prisma de la vejez que retrata la directora en su trayectoria.

Una protagonista al azar

Hansen-Love elige a sus protagonistas por su "imparticularidad" y nos enseña la belleza de ese montón aleatorio que es una vida en concreto. Nos presenta la biografía de una mujer normal, escogida del montón, que destaca precisamente por su cotidianeidad, por no ser un ejemplo a seguir ni ser excesivamente memorable.

Y es que no todos los personajes tienen que luchar contra grandes fuerzas del mal ni tomar la decisión de sus vidas en ciento doce minutos. Algunos simplemente viven y, si echaran la vista atrás, a sus recuerdos, tendrían algo similar a lo que recoge la cineasta: un conjunto de escenas cortas de muchos momentos, algunos felices, otros tristes, algunos con un fin, otros sin él, que conforman la vida. 'Una bonita mañana' es una postal de recuerdo, las pinceladas de una etapa vital que, sin recrearse en sentimentalismos, tiene clara su idea: lo que queda, al final, es el amor.

Léa Seydoux y Melvil Puopaud en 'Una bonita mañana'

La relación de Sandra con Clément brilla en un inicio. Pocas veces una relación romántica incide en los dilemas cotidianos de una aventura (¿salir de casa, no salir de casa?) y construye en varios encuentros la intimidad sexual, pero pierde su potencia al mostrarnos a una Sandra demasiado adolescente, codependiente de Clément. En sus idas y venidas se cansa mi deseo de un final feliz a la historia de amor.

Intento no juzgar a la protagonista, recordar que estoy asomándome a través de una ventana a una vida concreta, a una vida al azar, a una mujer con la que debo simpatizar, aunque no comparta su forma de ser y me cueste ponerme en sus zapatos. Lo cierto es que no hace nada mal como tal, más allá de atajar golpes y esperar pasivamente a que otros (su madre, su novio) decidan por ella.

Léa Seydoux como Sandra en 'Una bonita mañana'

Por mucho que me encante ver a Léa Seydoux en un papel que le permite sonreír de felicidad (creo que la última vez que vi a un personaje suyo reír en pantalla fue en 'Solo el fin del mundo' o si me apuras en 'La vida de Adèle'), algo me falta para quererla, para apreciar su vida. Siento que me faltan recuerdos. Quiero ver ese viaje a Normandía. Y también el viaje por Italia. ¿No se ha quedado nada de eso en su memoria? Puede ser, pero sin ellos este sensible alegato por el amor y la belleza de la vida en las buenas y en las malas se me queda algo corto.

Entonces recuerdo las palabras de la madre del difunto marido de Sandra, a quien por supuesto visita de vez en cuando. Después de admitir que "A veces cuesta un poco vivir", la anciana deja muy claro que no hay que dar lástima: "Tienes que demostrar que estás ahí. Que estás. Pero nunca dar lástima". Y entonces entiendo por qué Sandra está aquí, la vida que le toca y que elige vivir y por qué protagoniza ella, de entre todas las personas, mujeres y francesas del mundo, lo último de la cineasta.

La vida misma

En la obra de Hansen-Løve, los personajes no van de acción en reacción, sino de emoción en emoción, en emoción. Su labor de dirección es bella, ayudada por una ciudad donde siempre hace sol (quizá la mayor inverosimilitud que encuentro) y destacando un paralelismo con el plano más bonito de la escena más escalofriante de 'Animales nocturnos'. Para los que disfrutan de las películas que ayudan a valorar el día a día, 'Una bonita mañana' les dejará poso un tiempo.

Una de las grandes destrezas de la guionista es optar siempre por el naturalismo frente al dramatismo: no complica lo que no tiene por qué ser complicado, como que una niña conozca al novio de su madre, y escenas que parecen fundamentales para el futuro de la trama no llegan a culminarse. Este es un sello de su filmografía y una de mis cosas favoritas del cine: cuando contrarresta lo que miles de películas han hecho anteriormente.

'Una bonita mañana' es como entrar en una sala de cine encapsulada en el tiempo. De repente, te remontas a un cine de barrio de los años sesenta que proyecta lo último de los precursores de la Nouvelle Vague. Basta cualquier obra de Hansen-Løve para percibir la grandísima influencia de los cineastas del movimiento en ella, pudiendo considerarla una ahijada de la nueva ola francesa. En este último largometraje, no pierde su esencia costumbrista, esa forma de narrar que nos hace cuestionarnos constantemente si cada una de sus películas es una autobiografía de una de sus vidas presentes o pasadas. Pero, al fin y al cabo, ¿qué película no es una biografía?

'Una bonita mañana' llega a las salas de cine el 31 de marzo.

8
Lo mejor: Cuando el guion incide en la comedia cotidiana y ver a Léa Seydoux totalmente en contacto con sus emociones.
Lo peor: Las idas y venidas de la trama romántica se hacen eternas, especialmente al omitir recuerdos que ayudarían a construir más allá del deseo.