Peplum sangriento

Cuando una película ambientada en la época romana no cuenta una historia de grandes batallas o complejas tramas en el corazón político del imperio el género se asemeja mucho al western. Al final no deja de ser el enfrentamiento entre unos personajes violentos en hostiles parajes naturales. La clave en ese tipo de películas reside en dotar a los protagonistas del carisma suficiente para calentar al espectador antes de los esperados duelos. Y luego que dichos enfrentamientos cumplan las expectativas. En la primera parte es en la que flojea Centurión.

La primera parte de la cinta se centra en introducirnos a las figuras más importantes de la IX Legión romana encargada de conquistar Escocia y cierto caos impide que los personajes se fijen en nuestras retinas. Todo eso cambia cuando la formación es masacrada por una tribu de pictos y quedan sólo unos pocos protagonistas que emprenderán la huida hacia Roma. Pero el director está demasiado ocupado en que el escaso presupuesto luzca y desperdicia demasiado metraje antes de que empiece realmente la película. A partir de ahí todo se reduce al típico juego del gato y el ratón entre los crueles pictos y los orgullosos romanos.

Como el destino de todos los que por aquí asoman nos importa más bien poco sólo nos queda disfrutar del abanico de batallas que ofrece Centurión. Unos enfrentamientos que lejos de los montajes frenéticos que tanto abundan son mostrados con limpieza y planos generales. Una técnica que en ocasiones traspasa la barrera de lo efectivo hasta adentrarse en el terreno de la violencia gratuita. Porque no es necesario un plano de 3 segundos sobre un cadáver con una flecha en el ojo para que nos quede claro que ha muerto. Pero para los que no sean reticentes al gore es cuando la cinta enseña sus cartas y se convierte en un entretenimiento de primera.

Podemos decir que Neil Marshall ha superado el bache que supuso Doomsday y que tiene el aspecto visual de sus films completamente dominado. Pero si en su debut The Descent los personajes no tenían peso por el propio formato de terror rápido del producto aquí si se hace necesaria un poco de mano con los diálogos y las relaciones. Ya que aunque los pictos sean mostrados como monstruos sin alma en el fondo se intuye que son las víctimas reales sin llegar nunca a ahondar en esa cuestión. La misma superficialidad afecta a todos los actores y es la principal causa para que tampoco funcione la historia de venganza de la "avatareña" Etain (Olga Kurylenko) o el romance entre Dias (Fassbender) y Arianne.

Es de agradecer que Centurión consiga convertirse en una digna película de acción sin copiar la moda abierta por 300 aunque los romanos en su huida recuerden en más de una ocasión a la Comunidad del Anillo en pleno viaje. Referencias aparte nos encontramos ante un producto vació de épica y lleno de vísceras que seguramente hubiera hecho las delicias de los propios soldados de esta Novena Legión cuya desaparición en los bosques escoceses sucedió en la realidad.