LocaMente

En "LocaMente", Paolo Genovese (director de 'Perfectos desconocidos') convierte una primera cita en un campo de batalla tan íntimo como desternillante. Piero y Lara se conocen con la ilusión de causar buena impresión, pero dentro de cada uno bulle un comité imposible: la parte romántica, la racional, la insegura y la pasional. Esas personalidades toman el control por turnos, discuten estrategias, se contradicen, seducen y sabotean a su propio "yo" hasta poner al límite cada gesto y cada palabra. Lo que debería ser un encuentro sencillo se vuelve una carrera de obstáculos emocionales donde late una pregunta constante: ¿mandará el corazón o el deseo? Con humor picante y mirada muy humana, la película propone que cualquiera puede reconocerse en ese caos interior y en esos pequeños autoboicots que arruinan, o salvan, una noche que promete más de lo que parece.

La comedia despliega sus armas haciendo visibles esos "yoes" que solemos ocultar, la voz que exige prudencia, la que empuja al salto al vacío, la que duda ante un silencio y la que, de puro miedo, estropea un halago perfecto. Entre malentendidos, confidencias y chispazos de química, Piero y Lara aprenden a dialogar no solo entre sí, sino con su propio coro interno. Genovese utiliza esa mecánica para radiografiar las relaciones modernas, la presión de gustar, la negociación constante entre autenticidad y fachada, sin perder el ritmo de una screwball contemporánea, donde cada decisión mínima (qué contar, cuándo reír, cómo despedirse) puede inclinar la balanza hacia el desastre o la complicidad. 'LocaMente' funciona así como espejo y como juego: una comedia romántica de una sola noche que, al poner voz a lo que pensamos y nunca decimos, revela lo extraordinario que hay en lo cotidiano y nos deja con la sensación de que, a veces, entenderse a uno mismo es el primer paso para poder enamorarse de alguien.