
Holmes for the holiday
Sin spoilers
En una época en la que las sagas se reinventan sin haber pasado una década, y en la que nuevas versiones de los personajes de siempre como James Bond y Batman triunfan tanto para la crítica como para el público, me cuesta creer que el principal defecto que achacan todas las críticas a Sherlock Holmes sea un distanciamiento con las características que convirtieron al detective en el más famoso del mundo. Sólo hay que buscar tras las artes marciales y las explosiones para encontrar al Holmes de siempre en la nueva película del director de Snatch y Rocknrolla.
Algo parecido le pasó a Billy Wilder cuando estrenó en 1970 La vida privada de Sherlock Holmes, que retrataba al mito como un drogadicto empedernido y sexuálmente ambiguo. Una cinta que en su día fue un fracaso pero que hoy es considerada por muchos -entre los que me incluyo- la mejor adaptación cinematografica de la obra de Arthur Conan Doyle. Pues Guy Ritchie ha hecho algo similar, y es que a la vez que mantiene en el personaje rasgos como la afición al violín o a la pipa, a los inventos y sus extraordinarias facultades deductivas, añade al coctel un curioso estilo de lucha (basado también en la deducción) y un aire bohemio-canalla que no es nuevo para Holmes, y que además le sienta como un guante.
Nos encontramos de esta forma ante la puerta de 221 de Baker Street de siempre, donde Sherlock se lamenta por la inminenete marcha de su ayudante Watson, a punto de mudarse con su futura esposa. Pero la despedida queda interrumpida por el retorno de Lord Blackwood, un asesino que fue capturado en el pasado por Sherlock y cuya muerte en la horca certificó el propio Watson. Ambos prometen descubrir el misterio tras la resurrección del criminal y cerrar de una vez por todas el que será su último caso juntos.
Pero es tanta la importancia que tiene la presentación del personaje de Holmes en la película que la trama queda en un segundo plano. Algo imperdonable cuando hablamos de una película de detectives, donde un lógico desarrollo de la investigación del caso es fundamental. Las escenas se van sucediendo a un ritmo endiablado y aportando grandes dosis de humor y acción, un espectaculo que en ocasiones logra que nos olvidemos de dónde están los personajes o qué han ido a hacer allí. Por tanto lo que si se le puede criticar a Ritchie es alejar al argumento del suspense para acercarlo más a una cinta de acción de colegas. Algo que no tendría que ser un defecto, pero que es insuficiente si recordamos los complicados y sorprendetes casos que ha resuelto el detective en infinidad de películas o novelas.
Es como un entretenimiento de primera cuando Sherlock Holmes funciona a las mil maravillas. A pesar de la descafeinada escena de acción que abre la cinta, la persecucción por el astillero o la explosión en el matadero son dos ejemplos brillantes de la mezcla entre pelea de bar y buena planificación a la que Ritchie nos tiene acostumbrados. Los golpes de humor también están bien aprovechados y se sustentan en el cachondeo existente entre Watson y Holmes, unos Jude Law y Robert Downey Jr. que se complementan perféctamente. Curiosamente, es Watson el personaje que más ha cambiado respecto al original, siendo aquí retratado como un ex militar con malas pulgas pero que, como siempre, está dispuesto a ayudar a su compañero en todo momento.
No funcionan tan bien los personajes de Mark Strong (Blackwood) o Rachel McAdams (Irene Adler) . Y es que el villano al que da vida el primero es el eterno enemigo imperturbable con ansias de poder y voz susurrante que hemos visto en mil películas. Mientras que McAdams, objeto de deseo del protagonista, no tendría razón de ser en la cinta de no ser porque ayuda a introducir a Moriarty en la trama, la eterna nemesis de Holmes que se mantiene en la sombra en todo momento, a expensas de que le ponga rostro Brad Pitt en la segunda parte.
El gran logro de Guy Ritchie consiste en devolvernos por la puerta grande el complejo universo que envuelve al detective y a la vez aportar su estilo propio. Y ya le hacia falta un éxito al ex marido de Madona tras los fracasos comerciales de la infumable Revolver y la decente Rocknrolla. Por todas esas razones, esta Sherlock Holmes es sin duda la primera parte de una trilogía en la que ya tendrán tiempo de aprovechar las posibilidades de una buena historia. Por el momento nadie debería dejar de conocer a la versión más aventurera y gamberra del detective, que al igual que Iron man, perseguirá a Downey Jr. hasta el final de sus días.
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