La redención de un condenado.

Con un ritmo pausado la película me llevó a través de un paisaje de tristeza. Las situaciones, intrincadas en un comienzo, se van hilando a través de flashbacks que permiten comprender las verdaderas razones del personaje; lo que en realidad calla su tristeza. Ante su pasado, no busca el perdón en los otros; busca el perdón para sí mismo. No sabe responder lo que a todos pregunta: ¿es usted una buena persona? porque está claro que él mismo no puede responderlo. Sabe que su carga no puede ser soportada en vida, mas no obstante, comprende que quitarse el peso es ir despojándose de su cuerpo para entregárselo a quien lo necesita. Si va hacia la muerte, que es en donde todo se desvanece, debe irse despojando de todo paulatinamente, hasta llegar a su corazón que es en donde el mayor de los pesares reside. Hermosa película, humana, imposiblemente verosimil, majestuosamente actuada, no sólo por Will Smith a quien todos siempre citan por ser figura, planos fotográficamente compuestos con auténtica belleza, como en los que aparecen las medusas, exige de mucha atención para no perder los detalles que en últimas urden un entramado que dibuja un poderoso paisaje de redención al final.