Me lo imagino y me da mucha pena lo que ha tenido que pasar Duncan Jones para sacar adelante su visión de Warcraft. La película muestra su potencial, y el director sabe colocar la cámara donde debe, logra también algunas escenas muy poderosas, pero las injerencias de los productores se hacen notar demasiado. Un montaje demasiado caótico y frenético, y su desesperación por conformar un universo franquiciado antes que una película autónoma que luego pueda dar más de sí, hacen de esta una experiencia insuficiente, en la que los defectos y vicios pasan por encima de sus virtudes.
La película está basada en los personajes de cada camino. Es por eso que, aunque el mundo creado se vea muy de la vieja escuela, no es perfectamente creíble tanto como su asombroso diseño, semejante al de un hechizo.
Podrá proporcionar un gran espectáculo atronador, mientras transforma a sus actores en orcos corpulentos pero cuando se trata de darles matices a los personajes, la magia se esfuma.
La ambición es loable, pero finalmente sabe a poco. Es a la vez vacua e impenetrable, esto recuerda a películas como 'John Carter' o 'Dragones y mazmorras', algo lamentable puesto que están al mismo nivel.