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CLUB DE CINE

'Mátalos suavemente': Crítica social, con gángsters de por medio

Tras la súbita muerte de James Gandolfini, recordamos uno de sus últimos papeles en la gran pantalla. Brad Pitt saca su lado más violento en este thriller situado en Nueva Orleans.

Por Adrián Peña 19 de Junio 2013 | 15:24

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Mátalos suavemente
Ambientada en el New Orleans del 2008, en plena campaña electoral entre Barack Obama y John McCain, Mátalos suavemente inicia con uno de los comienzos más arrebatadores e impactantes que se han visto últimamente - con permiso de 'The Deep Blue Sea' - en el que oímos un discurso de Obama que viene a decir que, en tiempos de crisis, cada uno debe encontrar su camino. El discurso se ve interrumpido por bruscos cortes que imprimen en la pantalla las palabras "mátalos" y, luego, "suavemente", a la vez que vemos unos fotogramas perfectamente fotografiados de un delincuente de poca monta que, rodeado de un fondo (futuro) completamente borroso y gris, intenta encontrar ese camino del que Obama habla. ¿Cómo? Decidiendo robar una importante timba de póker organizada por uno de los capos locales.

Ésa es la esencia del último filme de Andrew Dominik. El concepto, sin dejar de lado aspecto artístico, es lo más importante de la película. La idea que pretende transmitir prevalece sobre sus - excelentes - elementos formales. Mientras vamos escuchando de fondo las arengas de Obama y McCain sobre la salvación a la crisis, sus expresiones trilladas tipo "la unión de la nación" o "el sueño americano", Dominik nos muestra los inmorales negocios y oscuros tejemanejes del mundo del hampa. 

Sus personajes, rodeados de un devastador entorno gobernado por la corrupción y el hampa, no les queda otra opción que el crimen como estilo de vida. Así, el cineasta neozelandés, destapa la sucia realidad que esconden esas impecables promesas electorales criticando, de esta manera, la perenne hipocresía instalada en la política actual y los estragos de un sistema capitalista que oprime a los más pobres.

Esta crítica a la realidad social que nos ha tocado vivir - naturaleza del cine negro de antaño - en forma de thriller mafioso con ínfulas tarantinianas, está revestido de una impoluta factura técnica. Desde su primera película, Dominik, siempre ha dejado claro que busca desmarcarse de cualquier tipo de convencionalismo formal. Los largos planos fijos y el ritmo sosegado - que no lento - de 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford' y la crudeza y sobriedad de 'Chopper' están presentes, de nuevo, en 'Mátalos suavemente'. 

El director ha mantenido la representación fría, seca y directa de la muerte y la violencia en sus filmes excepto en la escena del asesinato en el semáforo que rompe por completo con el tono realista y descarnado de la película. El uso de la cámara súper-lenta, múltiples puntos de vista y música sinfónica la convierten en la secuencia más chirriante de todas.

Mátalos suavemente

En el apartado interpretativo, Brad Pitt, en el papel de Jackie Cogan, vuelve a colaborar con el director neozelandés después de 'El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford' dando vida al personaje prototipo en su cine. Enmarcado en un mundo criminal donde la violencia es un acto habitual y natural en sus vidas, el delito actúa como su motor vital. Más cercano al frío y calculador Jesse James que al impredecible e inflamable Mark Chopper Read, Pitt vibra una vez más como asesino implacable encargado de investigar el robo de la timba de póker de un mafioso local por parte de dos ladrones de poca monta. Lástima del desaprovechamiento de James Gandolfini que, desde su aparición en 'Amor a quemarropa' y su posterior papel como Tony Soprano, parece que haya nacido para interpretar a mafiosos de cualquier clase.

Violencia rock

Ambos personajes comparten varios de los diálogos más interesantes del filme. Unos diálogos basados en la novela de George V. Higgins, 'Cogan's Trade', que, junto a ese uso de clásicos de la música pop y rock como catalizador de la acción - ver a los personajes inyectándose heroína mientras escuchamos a todo volumen 'Heroin' de The Velvet Undergorund o ver la primera aparición de Jackie Cogan, un hombre que va por ahí quitando nombres y decidiendo a quien culpar como dice la canción de Johnny Cash que escuchamos de fondo -, nos remiten al 'Pulp Fiction' o al 'Jackie Brown' de Tarantino. Contemplar a los gánsteres hablar de temas cotidianos como el sexo o los coches (elemento esencial en la novela y en el filme) antes de delinquir hace que, inevitablemente, pensemos en alguno de los más célebres diálogos tarantinianos como, por ejemplo, el que tienen Jules y Vincent mientras conducen al inicio de 'Pulp Fiction' sobre las diferencias entre Europa y EEUU. El problema es que las charlas de 'Mátalos suavemente' no contienen ni la suficiente cantidad de humor negro, ni la suficiente fluidez y dinamismo que las del genio de Knoxville.

De todas formas, la dirección de Dominik llega en ciertos momentos a ser tan portentosa que es capaz de convertir la mugre del New Orleans post-Katrina en belleza y regalarnos secuencias de una sublime calidad cinematográfica como el ya comentado inicio, la primera aparición de Cogan, el atraco a la timba o el impactante soliloquio final que propina una dura patada a un sistema político-económico que, poco a poco, nos va matando suavemente.