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CRÍTICA

'Vivir es fácil con los ojos cerrados': Un canto a la libertad

La última película de David Trueba es una dulce road movie que va directa al corazón con una conmovedora interpretación de Javier Cámara. Se estrena el próximo 31 de octubre.

Por Adrián Peña 28 de Octubre 2013 | 10:22

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Los viajes, así como los trenes, son un elemento de gran poder alegórico cinematográficamente hablando. A lo largo de la historia del cine, los viajes han servido para representar algo superior, algo que no figura a simple vista, una manera de explicar el sentido de la propia película, incluso. Algunos ejemplos paradigmáticos podrían ser el viaje redentor de 'Una historia verdadera', el viaje a "ninguna parte" de 'Gerry' o el viaje liberador de 'Hacia rutas salvajes'.

Vivir es fácil con los ojos cerrados

La nueva película de David Trueba, 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', hace uso de ese clásico recurso cinematográfico para crear una dulce road movie que va directa al corazón. Ambientada en la España del 1966 cuando John Lennon visitó Almería, un profesor de inglés emprende un viaje para conocer al miembro de los Beatles que idolatra y, a mitad de camino, se encuentra a un chaval de 16 años que se ha fugado de casa y una joven de 21 que está embarazada que deciden acompañarle en esta aventura.

La película se centra en unos personajes que son el reflejo de esa sociedad liberal en ebullición que surgió de los profundos cambios económicos que España vivió en los 60'. Era una época de bonanza, de optimismo, de cambios sociales y estructurales muy importantes que, Trueba, sabe introducir muy sutilmente en el relato. Por ejemplo, la paulatina pérdida de los valores del catolicismo y los nuevos hábitos sexuales (más liberales que en épocas anteriores), los refleja en el personaje de Belén, la chica que huye del enclaustrado albergue al que su familia la ha condenado por quedarse embarazada antes del matrimonio. Otro ejemplo lo encontraríamos en la influencia de modas y costumbres de otros países (sobre todo los anglosajones) que se ve reflejada en el peinado del adolescente Juanjo (clave en el desarrollo de la trama) y en la ferviente pasión que tiene el maestro interpretado por Javier Cámara por los Beatles que, incluso, enseña inglés a sus alumnos utilizando canciones del grupo de Liverpool. Y así una larga lista de pequeños detalles con los que el director madrileño consigue retratar la sociedad de ese período a través de tres personajes y un 600 (aunque en realidad es el SEAT 850), algo que ya consiguió, por poner un ejemplo, con María Valverde, José Sacristán y un lavabo en su anterior filme, 'Madrid 1987'.

Vivir es fácil con los ojos cerrados

Lo importante es el camino

Unos años luminosos para una radiante película llena de fulgor. Una feel-good movie de enorme corazón que, Trueba, un superdotado de la palabra (también escribe novelas), construye a partir de un relato con alma que ejecuta con una ternura tan contagiosa como conmovedora es la interpretación de un Javier Cámara que brinda, una vez más (¿cuántas van?), otra actuación de Goya. Monstruoso lo de este actor. 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', que es la frase de la primera estrofa de la canción que Lennon compuso en su visita a Almería, es una agradable sorpresa que, haciendo uso de ese poder alegórico que comentaba al principio, posee un bonito mensaje: lo importante en la vida no es si consigues o no alcanzar tus sueños, sino lo que aprendes por el camino. Preciosa.