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CRÍTICA

'Amor': un excesivo mal trago

El austriaco Michael Haneke se cuela en los Oscar con una dura historia de amor y muerte, brillantemente interpretada.

Por Jorge R. Tadeo 12 de Enero 2013 | 10:00

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Allá por mayo del pasado año, el inquietante cineasta Michael Haneke lograba su segunda Palma de Oro en el Festival de Cannes. Lo hacía con 'Amor', una película en la que, sin dejar de profundizar en algunas de sus obsesiones (la muerte, la violencia, las miserias ocultas de la sociedad europea), depura un tanto su estilo agresivo para intentar acercarse a la conmoción más que al impacto, aunque para ello huya siempre del peaje del melodrama, como se le supone a un autor incómodo y que desde luego no busca complacer a su público por la vía fácil.

El autor de 'Funny games' o 'La cinta blanca' propone al espectador nada menos que un claustrofóbico encierro con la descomposición física y psicológica de una anciana pareja de músicos retirados (extraordinarios Trintignan y Riva) en un apartamento parisino, enfrentada a la enfermedad degenerativa de la esposa. La película, rodada en el apartamento de los fallecidos padres de Michael Haneke, parece por tanto un claro ejercicio de exorcismo de trauma personal, convirtiéndose en un impactante retrato de amor con olor a muerte.

'Amor': un excesivo mal trago

Tiene su íntimo comienzo un agradecible aire tierno, que se filtra a través de una sobriedad (más bien sequedad) narrativa poco complaciente. Pero de tanto drenar el filtro emocional, al final la impostación surge igualmente, aunque en forma de envasado al vacío de emociones. No caerá por supuesto Haneke en el recurso melodramático (en ningún momento nuestro protagonista pronuncia una sentencia obvia de amor a su esposa, aunque lo exprese en cada gesto que le dedica), pero sin duda se zambulle en el exceso por otras vías: la de la reiteración y la explicitud.

Todos tenemos abuelos

Resulta un tanto molesto para quien esto escribe que Haneke, tras un truculento episodio onírico, se recree en el segundo tramo de film en los estragos de la enfermedad, mostrando escenas de decrepitud física gratuitamente dilatadas, que buscan el impacto de manera tan obvia como desagradable. Es además de excesivo, un ejercicio torpe el de Haneke, pues parece pasar por alto que la enfermedad degenerativa de los ancianos es algo que presencian y con lo que lidian cada día millones de familias. No por mostrado en pantalla grande, ese sufrimiento que refleja está abriendo los ojos al espectador sobre un tabú social. Es pretencioso y es falso.

Por otra parte el personaje de Isabelle Huppert como la hija del matrimonio resulta demasiado obvio, pero incide en lo comentado en el párrafo anterior. En su sempiterna (auto)crítica a la burguesía europea, Haneke refleja este personaje como una ausencia que no comprende, que huye del sufrimiento, que prácticamente se desentiende... Es tan antipático el personaje como lo que obviamente pretende el realizador, trasladar a su audiencia potencial el sentimiento de culpa. De nuevo esas pretensiones...

'Amor': un excesivo mal trago

El film, que avanza con ritmo pausado y opresivo, va dejando a lo largo de un metraje que es a todas luces excesivo, destellos de muy buen cine, como esa escena del "piano en playback" (por desgracia hasta el cine de autor han llegado los trailers que desvelan escenas cumbre) o no pocos momentos de complicidad crepuscular de la pareja en los que brillan sus superlativos intérpretes, dos figurones del cine francés que ofrecen un recital memorable.

Pero la propuesta de Haneke no tiene brillo más allá del denso barniz de sufrimiento con el que embadurna su edificio fílmico. A su moral culpabilizadora se le ven las costuras. Su historia de 'Amor' cede, no a la sensiblería, pero sí al exceso de truculencia, rematando con un golpe de efecto final que curiosamente (y si se me permite el chascarrillo) fusiona nada menos que el desenlace de dos películas de Alejandro Amenábar. Y posteriormente cierra el film con un alegórico (y muy prescindible) epílogo en forma de paloma que revolotea por el apartamento... Demasiado obvio para tanto halago.

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Amor 7,6 Amor