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PRECRÍTICA

'El incidente', una notable vuelta a los orígenes

M. Night Shyamalan nos ofrece su película más simple y directa, un escalofriante mensaje de advertencia que bebe directamente de clásicos como 'Los pájaros' o 'La noche de los muertos vivientes'.

Por Óscar Martínez 10 de Junio 2008 | 17:58

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Este fin de semana llega a nuestras pantallas la nueva película de M. Night Shyamalan, cineasta indio que se diera a conocer hace casi diez años con 'El sexto sentido', y cuya filmografía nos ha ofrecido títulos tan recomendables como 'El protegido', 'Señales' o 'El bosque'.

Protagonizada por Mark Wahlberg, Zooey Deschanel, John Leguizamo y Ashlyn Sanchez entre otros, 'El incidente' ('The happening') cuenta unos extraños acontecimientos que comienzan a manifestarse en las grandes ciudades, donde la gente está sufriendo un extraño colapso del comportamiento humano que desemboca en una muerte irremediable. Mientras se baraja la posibilidad de que se trate de un atentado terrorista mediante armamento químico, las muertes comienzan a extenderse por todo el nordeste de Estados Unidos, por lo que los supervivientes iniciarán un éxodo masivo hacia el campo. Entre ellos se encuentra el profesor Elliot Moore, quien cree haber descubierto el origen de tan letal fenómeno.

Terro clásico y simple

Las películas en torno a la paranoia colectiva han estado siempre presentes en nuestras pantallas, si bien han sufrido notables altibajos de popularidad dependiendo del propio panorama político. Curiosamente, el cine fantástico ha sido uno de los principales géneros que, a modo de metáfora, se ha servido de dicho fenómeno para aterrorizar al personal, ya sea con la amenaza comunista como telón de fondo de 'La invasión de los ladrones de cuerpos', sea con 'Godzilla' como metáfora de un posible holocausto nuclear. Y así sucesivamente hasta llegar a nuestros días, donde títulos como 'Monstruoso' han querido reflejar el creciente pánico colectivo, en especial en Estados Unidos, tras aquel fatídico 11 de septiembre de 2001.

Shyamalan se ha servido de este suceso, aunque sólo sea en parte, para narrar la que probablemente sea la historia más simple y directa de toda su filmografía: una película terriblemente intensa y explícita, rodada siempre a plena luz del día y en exteriores naturales, carente de artificios y travellings, que juega en todo momento con la paranoia y la indefensión (tanto explícita como metafórica) de una sociedad cuya progresiva acomodación ha mermado sus propios instintos primarios de supervivencia.

Carente casi por completo de efectos generados por ordenador, podríamos decir que 'El incidente' es una suerte de thriller naturista, cuyo eje gira más en torno a la propia supervivencia de sus protagonistas, que a la necesidad de desentrañar el origen de un fenómento cuya rápida expansión parece alcanzar proporciones apocalípticas. Bien es cierto que dicho desconocimiento del origen del mal, por así decirlo, no resulta novedoso para el cine fantástico y de terror, y lo ejemplos conforman una larga lista cuyo más inmediato precedente sería 'La niebla' de Frank Darabont, película con la que, a grosso modo, El incidente mantiene ciertos vínculos de fondo, aunque no de forma.

Por contra, la nueva película de M. Night Shyamalan recurre de un modo diferente a ese terror esencialmente clasicista, remitiéndonos directamente tanto a 'La noche de los muertos vivientes' de Romero como a 'Los pájaros' de Hitchcock, en una película de ritmo trepidante cuya crudeza radica en su descarnada simplicidad, y en la que, como ocurre tanto en los títulos anteriormente citados como en la propia filmografía del cineasta indio, el terror tan sólo es la primera capa de una serie de lecturas que oscilan desde la reunificación familiar ante momentos de crisis al primitivismo del individuo ante la disgregación de la sociedad, pasando, cómo no, por una severa advertencia ante el errado camino que está tomando la raza humana.

Y éste último aspecto es, sin duda, el que más énfasis ha recibido por parte de su director, en una película de pesimista desenlace y lúgubres conclusiones, en la que la naturaleza se convierte en un personaje más (ese viento...), gracias tanto a la acertada fotografía de Tak Fujimoto -habitual colaborador del director- como a una banda sonora y un sonido tan notables como perturbadores.

Excelente película, de un primitivismo desgarrador.