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CRÍTICA

'X-Men: Días del futuro pasado': El poder de un momento

Bryan Singer regresa a la saga por la puerta grande, sumando el sentido del humor y la espectacularidad al tono conseguido en 'Primera generación'. Nadie entiende a los mutantes mejor que él. SIN SPOILERS.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 2 de Junio 2014 | 10:13
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Siempre que llega una nueva película basada en personajes de Marvel a los cines, acabo pensando lo mismo: por supuesto que me han entretenido, pero nunca llego a conectar con los personajes en casi ninguna ocasión. Salvo con los mutantes. Aunque la saga haya tenido sus altibajos, la riqueza de un mundo lleno de personajes con dones tan distintos, y el carisma de un reparto muy bien formado, la mantenían en un nivel de interés superior para este redactor que cualquier otra historia sacada de las viñetas. Y lo bueno de los universos sólidos es que resisten cualquier paso del tiempo, o de los saltos temporales en este caso.

X-Men: Días del futuro pasado

'X-Men: Días del futuro pasado' es una propuesta muy complicada, pretendiendo mezclar una trilogía y una precuela con tonos bastante distintos, en un momento en el que 'X-Men: Primera generación' había sabido solventar muchos de los errores en los que había caído la saga anteriormente. Podía haber salido realmente mal. La tarea de hacer el cóctel ha caído en manos del precursor de todo esto, Bryan Singer, quien iniciara la saga en los cines allá por el año 2000, y que no ha tenido mucha suerte en sus últimas películas, por lo que el miedo sería comprensible. Vista por fin la película puedo decir que nadie entiende a los mutantes mejor que él.

El largometraje comienza presentándonos un futuro distópico en el que los mutantes están siendo masacrados a manos de unos robots capaces de plantar cara a cualquier don: los Centinelas. Cuando la salvación parece imposible, los pocos X-Men supervivientes deciden enviar a Lobezno, el único que vivía en la época en la que se cometió el suceso que lo desencadenó todo, a 1973 para cambiar el pasado y eliminar ese horrible futuro. Pero antes tendrá que convencer a los Magneto y Xavier del pasado que deben olvidar sus diferencias y trabajar de nuevo unidos por el bien común.

Como uno ya podía suponer, la aparición de los mutantes de la trilogía original sirve más para poner en situación la película que como protagonistas per se. Singer consigue a lo largo de la película no dejarse llevar por la nostalgia y utilizarlos como apoyo, sin llegar al punto de la distracción. Contarán con su tiempo justo, y lo compensarán con unas muy buenas escenas de acción y otros tantos guiños para contentar a sus fans, que no se sentirán defraudados. Casi todos los nuevos personajes aparecen en este segmento, y es una pena porque muchos de ellos cuentan con poderes vistosos y muy interesantes (como los portales para transportarse de Blink). Los Centinelas del futuro se combinan muy bien en estas escenas de batalla frenética y desesperada.

De vuelta a los años 70, la oscuridad desaparece y regresa gran parte del toque que consiguió Matthew Vaughn en la película anterior, mezclado con el sentido del humor de Bryan Singer. Aunque el personaje de Hugh Jackman sea el nexo entre ambos tiempos, no vuelve a recaer todo el protagonismo en él, ya que nos volvemos a encontrar con un gran peso en la turbulenta relación entre Magneto y el Profesor X, que no se siente tan seguro de sí mismo después de la marcha de su amigo. James McAvoy y Michael Fassbender se suman a la línea de Jennifer Lawrence en esta franquicia o 'Los Juegos del Hambre' y demuestran que se puede protagonizar un blockbuster sin dejarse el talento en casa. McAvoy acaba imponiéndose entre todo el casting, y le otorga unas grandes escenas a su personaje, que tendrá que volver a abrazar su parte mutante y su destino como mentor si quiere salvar a sus amigos.

Donde va, triunfa

Pero la que más importancia ha ganado en 'Días del futuro pasado' es Jennifer Lawrence. Hay que explotar su fama actual, lógicamente, pero una vez más nos deja claro que es siempre un placer verla en pantalla, tanto por su presencia como por sus habilidades como actriz. Ella es la desencadenante del acontecimiento que condenará a los mutantes a ese futuro distópico, y será junto con Xavier la que más conflictos internos tendrá que superar en la película. Es el personaje que más ha cambiado respecto a lo que sabíamos de ella en la trilogía original, pero le sirve como ejemplo de que el futuro no está escrito en piedra, y ya vimos en 'Primera generación' que iba a ser un personaje lleno de quebraderos de cabeza y dilemas morales. Quizás el más decepcionante de la cinta es Bolivar Trask, y no es por culpa de la interpretación de Peter Dinklage, ni mucho menos. Singer y Simon Kinberg no han sabido crear un enemigo con una motivación clara para montar semejante operación contra los mutantes. Podría haber dado mucho más de sí, y estoy seguro de que el actor nos habría dado grandes momentos si hubiera tenido la oportunidad. En contraposición tenemos a Mercurio, otro personaje utilizado con mano firme, lo justo y necesario. Evan Peters le otorga muchísima personalidad al mutante más rápido, y Bryan Singer le ha regalado como agradecimiento una de las mejores escenas de la película. Si su aparición es una presentación de cara a otras entregas, bienvenida sea.

X-Men: Días del futuro pasado
La escena en cuestión sirve perfectamente como ejemplo de lo grande que es esta saga en manos de alguien que conoce y respeta a sus personajes y a su universo. El humor y la acción de las primeras entregas se cruzan perfectamente con el aire que le da el pasado, aprovechando ese cambio de escenario para buscar nuevos guiños con los que sorprendernos. La saga no ha perdido un ápice de su espectacularidad, de hecho hay ocasiones en las que parece más poderosa que nunca. Además, Singer ha sabido darle su propio toque a lo que ya comenzó Vaughn, optando en esta ocasión por el uso de menciones a hechos de tal calado como Vietnam o la muerte de J.F.K., y aprovechando recursos cinemáticos como las imágenes en Super 8. El cambio de aires es totalmente palpable, aunque nos encontremos con una película que tira más al tono de la trilogía original que al de la precuela. Hay que destacar que no era un guion fácil de llevar y ha sabido lograrlo sin problemas, jugando con el tiempo y con la importancia de los pequeños momentos que pueden acarrear destinos mucho mayores.

Lo que no ha cambiado es lo que siempre he valorado de esta saga. Es genial que Bryan Singer no haya olvidado el potencial dramático que tienen estos personajes, aprovechando sus diferencias de carácter y sus dilemas para construir una superproducción que va mucho más allá de la acción, y que es capaz de hacer un ejercicio de contención hasta con los efectos especiales, sabiamente ejecutados. La adrenalina seguirá presente, y el toque épico lo pondrá la destacable banda sonora de John Ottman. Siempre habrá quienes busquen más, pero yo prefiero que no le quite tiempo a que se profundice en esa sensación de sentirse diferente en el mundo, la elección de apretar o no el gatillo, o la relación entre dos personajes con formas de ver la vida casi opuestas. En un género tan lleno de guerreros o superhéroes sin ningún tipo de personalidad, es genial ver un elenco variado, espectacular, y que funcionan a la perfección juntos, sin parecer todos el mismo personaje. Pocas veces veremos talentos de este calibre juntos en un blockbuster de estas características. Está visto que el gen mutante se queda bien dentro de los actores que los interpretan.

'X-Men: Días del futuro pasado' es un escalón más arriba en esta saga marvelita. La humanidad de la precuela recibe la espectacularidad de la trilogía original con los brazos abiertos, resultando una de las películas más emocionantes y entretenidas que veremos este año, y una de las más completas. El juego con los ejes cronológicos les ha salido mucho mejor de lo que cabía esperar, y aunque siga teniendo sus pequeños agujeros, sabe sacarle todo el partido al futuro y al pasado, logrando darnos pequeños momentos de gran poder visual y emocional. Pero lo importante es que Bryan Singer ha vuelto a despertar el fervor de este ya no tan niño que jugaba a ser mutante por este mundo lleno de seres especiales, ofreciéndole una película de X-Men que ha vuelto a remover su ADN y que le ha dejado con muchas ganas de más. Es una suerte que, gracias a la fantástica escena post-créditos, el futuro de los mutantes no pueda pintar mejor.