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CRÍTICA

'La visita': Shyamalan se reinventa

El director de 'El sexto sentido' estrena el 11 de septiembre la película más diferente de su filmografía, desprendiéndose de grandes presupuestos. ¿Cuál es el resultado?

Por Javier Pérez Martín 9 de Septiembre 2015 | 14:38

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La relación entre el público y M. Night Shyamalan es de amor-odio. Él es el hombre que, incluso 16 años y 8 películas después, sigue siendo el director de 'El sexto sentido'. Es conocido por haber "traicionado" en incontables ocasiones al espectador, por sus giros de guion y por vender películas como si fueran de un género para luego clavar el puñal del drama familiar fuera de campo y sin previo aviso. Y, sin embargo, algo de sus historias sigue atrayendo a las masas a la butaca.

Hay que conocer toda la carrera de Shyamalan para entender las decisiones más importantes que atañen a 'La visita', su undécimo largometraje, que se estrena el 11 de septiembre. Hay que recordar su carrera de irregulares resultados comerciales, con sus dos fracasos más sonoros en último lugar, para comprender por qué nos trae ahora una película de bajo presupuesto, financiada en gran parte por él mismo y auspiciada por el productor de algunas de las últimas joyas inesperadas del cine de género, como 'Insidious' y 'Sinister'.

M. Night Shyamalan rodando 'La visita'

Lo que más llamaba la atención del proyecto, sin embargo, es estrictamente cinematográfico: el regreso de Shyamalan al terror. Después de un coqueteo con el blockbuster familiar de aventuras (la fallida en muchos sentidos 'Airbender, el último guerrero') y su incursión en la ciencia ficción ('After Earth', que ya hacía aguas por todas partes), el director de Philadelphia vuelve a casa (figurada y literalmente: todas sus películas estaban localizadas y ambientadas alrededor de su Estado natal hasta 'El incidente', exceptuando su debut en 1992, 'Praying With Anger').

El regreso de Shyamalan, menos Shyamalan que nunca

Llegados a este punto, supongo que lo que el lector y/o lectora quiere saber es: "Entonces, ¿qué? ¿Cómo le ha salido la jugada?" La respuesta es: "Depende". Depende, y como siempre ha ocurrido con M. Night Shyamalan, de qué expectativas tiene cada uno. Depende de qué espera y le pide cada uno al director de 'El protegido'. Y la historia ha probado sobradamente que no es lo mismo en todos los casos.

'La visita'

Quien busque en Shyamalan una cinta de terror, con sustos y misterio, puede que esté de enhorabuena. El director ha aprendido lo que olvidó cuando recaudó siete veces el presupuesto de 'El sexto sentido' inesperadamente: puedes subvertir y jugar con los clichés de un género, pero al final tienes que darle al público lo que quiere. Lo que espera. En ese sentido, 'La visita' es la primera película de Shyamalan en muchos años que es promocionada como lo que realmente es, ni más ni menos. Y esto debería jugar a favor de sus resultados comerciales. El tráiler lo cuenta excepcionalmente: dos niños van de visita a la casa de sus abuelos, aislada en el campo, y descubren que está pasando algo raro. Un punto de partida simple y atractivo, que recuerda al cuento de Hansel y Gretel en muchos momentos de la película (atención a todas las escenas en las que los niños protagonistas aparecen comiendo dulces).

En realidad, toda la filmografía de Shyamalan se ha caracterizado por esto mismo: una premisa fácil de digerir. Ese es quizá el arma de doble filo del director, y por lo que el público se ha sentido traicionado por él en tantas ocasiones: una vez establecidas las bases, sus historias daban una vuelta de tuerca que cambiaba las reglas del juego. El misterio en el que Bruce Willis no entendía por qué sobrevivía ante lo imposible se tornaba una versión oscura y gris de la típica historia de orígenes de un superhéroe; una invasión extraterrestre en 'Señales' escondía un drama familiar y un cuento sobre la importancia de la fe; los monstruos de 'El bosque' no eran más que una alegoría sobre el uso del terror en la sociedad post-11S. Por no hablar de sus películas más polémicas, 'La joven del agua' y 'El incidente', que terminaron de dividir al público entre los muchos que lo detestan y los pocos que le defienden.

'La visita'

¿Cumple 'La visita' con esta característica de su cine? Sí y no. En realidad, Shyamalan vuelve a contar la misma historia de siempre: una familia rota que hace frente a una amenaza paranormal para salir de ella más unida. Para Shyamalan, el peligro aterrador es solo una excusa para obligar a Becca y Tyler (Olivia DeJonge y Ed Oxenbould, que hacen un trabajo destacable por no convertirse en los niños insoportables de la película; algo a agradecer, ya que son los absolutos protagonistas) a enfrentarse a sus miedos y traumas tras el abandono de su padre. Esto es exactamente lo mismo que hizo con Cole (Haley Joel Osment) en 'El sexto sentido'.

Pero Shyamalan parece no querer ir mucho más allá esta vez. Sí es cierto que no puede evitar caer en sus obsesiones temáticas, pero lo que predomina en 'La visita' es el entretenimiento, y para ello ha optado por una mezcla imposible, pero ciertamente exitosa, de terror y comedia. Quizá ya lo intentó con 'El incidente', una cinta que vendió como su homenaje a la serie B, pero no lograba transmitir esa carga de humor (in)voluntario que hace de esas cintas de bajo presupuesto y alta desvergüenza tan disfrutables. Esto sí lo consigue 'La visita', probablemente porque el director de origen hindú ha conseguido, por fin, dejar de tomarse en serio a sí mismo.

Shyamalan simplifica en 'La visita', en muchos sentidos. El presupuesto limitado y el género de falso documental rodado por una niña de 16 años son la excusa para filmar de forma menos estilizada, más práctica. También ayudan tanto a la comedia (brillante el contraste entre la adolescente presuntuosa que quiere hacer arte y el púber que sólo quiere rapear ante la cámara) como al terror: donde el director se desprende de la maestría para construir atmósferas, echa mano de los elementos más básicos del género para asustar al espectador. Y lo hace sin música, obviamente, en su primera película desde 'El sexto sentido' sin score firmado por James Newton Howard. Es una ausencia dolorosa, pero claramente justificada.

¿Dónde está Shyamalan?

En una de las mejores escenas de la película, Becca y Tyler juegan al escondite en el entresuelo de la casa y acaban huyendo de una amenaza desconocida y terrorífica. El espectador que espera de Shyamalan algo más que entretenimiento también tendrá que jugar al escondite con el director para ver cuáles son los elementos de su cine que asoman dentro de 'La visita', y puede que también encuentren algunas sorpresas inesperadas.

'La visita'

Sí es cierto que en las anteriores películas del director ha habido tintes de humor, un humor raro e incómodo, pero nunca ha sido explotado como en este caso. Los gorros de papel de aluminio de 'Señales', la subtrama de desamor entre Lucius Hunt (Joaquin Phoenix) y la hermana de Ivy (Bryce Dallas Howard) en 'El bosque', Cleveland (Paul Giamatti) fingiendo ser un niño, con bigote de leche incluido, en 'La joven del agua', o Mark Wahlberg hablando a una planta en la escena más incomprendida de 'El incidente'. Nunca había ido Shyamalan tan lejos, y sin embargo podemos considerar el resultado un triunfo. En una de las escenas más memorables de 'La visita', la locura de la abuela (espléndida, muy a reivindicar Deanna Dunagan), riendo histérica de cara a la pared, causará en la sala de butacas estupor, tensión y carcajadas a partes iguales. Y el clímax tiene uno de los gags más fuera de tono de toda su filmografía, y sin embargo funciona tan bien, causando tanta sorpresa como risas, que uno acaba por agradecerlo.

Y el terror de Shyamalan, que siempre se había caracterizado por su elegancia y por su sutileza, no hace aquí acto de presencia. Sí aparece el saber hacer del artesano del género que también ha sido siempre: los clichés funcionan como un reloj, creando suspense y sustos allá donde deben. Quizá lo más reprochable de la cinta, sin embargo, es su ritmo: aunque no dura más de hora y media, el falso documental acaba creando escenas redundantes y que no añaden nada al conjunto.

Pero entonces, ¿dónde está Shyamalan? Si le quitamos su estilo, su ritmo pausado, su realización certera, las fábulas llenas de esperanza e ingenuidad que siempre esconde tras sus premisas... ¿Queda algo de él? Pues sí, hay en 'La visita' ciertas perlas inherentes a su discurso cinematográfico. Por ejemplo, el análisis interno, meta-fílmico, de algunos elementos de su narración. Si en 'Señales' Morgan (Rory Culkin) guiaba a su familia diseccionando los clichés de las invasiones extraterrestres y en 'La joven del agua' Cleveland tenía que buscar similitudes entre su situación y un cuento para niños, ahora es Becca la que quiere construir una narración cinematográfica de la realidad, y se lo explica paso a paso a su familia, y de paso al público.

Shyamalan usa la cámara dentro de la historia sin ningún tipo de límites, hasta el punto de que Becca tiene que huir de una trampa utilizándola físicamente, en uno de esos instantes del cine de Shyamalan en los que la obviedad deja paso a la brillantez y emociona a aquellos que deciden dejarse llevar por la ingenuidad que baña su filmografía: el cine, querida Becca, te hará libre. Literalmente.

'La visita'

Es la esencia de 'La visita' lo que entraña el elemento más "shyamalaniano" de toda la película. Su cine siempre había dado una importancia vital a la infancia, desde 'Los primeros amigos', su primer fracaso comercial antes de 'El sexto sentido', que también estaba protagonizada por un niño. La mirada del niño, que es todo inocencia, es el alma de sus películas, y esconde las claves para arreglar el entuerto, hasta el punto de que Cleveland tiene que convertirse en un infante, como ya hemos comentado, para salvar la situación en 'La joven del agua'. En 'La visita', Shyamalan va un paso más allá y le da la cámara a dos niños. Ellos serán la mirada, la voz y el motor, en el sentido más literal, del relato. Esto ayuda a que el público comprenda aquello que en otras ocasiones se le ha escapado: hay que ver el cine de Shyamalan con los ojos de la infancia, con la capacidad de fascinación y la imaginación de un niño. 'La visita' consigue transmitir esa idea de forma más explícita y reconocible que nunca.

El desenlace de la película tiene dos elementos reseñables, que voy a desarrollar a continuación (así que, si no quieres saber cuál es el giro de la película, que sí, lo hay, no sigas leyendo). En cuanto al uso de los niños, Shyamalan consigue esta vez ponerlos en situaciones tan violentas y extremas, algo inusual en sus películas, que uno llega a temer ese doble salto mortal: ¿está Shyamalan dispuesto a matar al niño, convirtiendo esto en un relato metafílmico en el que el director acabaría con su chiquillo interior para contentar a la audiencia? Por suerte, no lo hace. Y el giro de guion, la característica más discutida e incomprendida de su filmografía, es esta vez, al igual que lo fue en 'El bosque', un cambio de género. De nuevo, Shyamalan vuelve a sorprender desvelando que lo paranormal, lo fantástico, lo extraordinario, no era tal. Nada más normal y ordinario que dos viejos dementes que se han escapado de un psiquiátrico. Esta vez el giro, sin embargo, no enfadará al espectador, porque mantiene la película en el terreno del suspense, en vez de llevársela a derroteros mucho más sentimentales.

'La visita'

'La visita' es, en fin, una cinta tan divertida como terrorífica, que cumple con las expectativas de lo que prometía la publicidad. Esta es quizá la vuelta de tuerca que pretendía hacer un Shyamalan más preocupado por lo que la industria y la taquilla piensen de él que por mantenerse fiel al cine que, presumiblemente, le interesa hacer. Puede que incluso él se lo haya pasado bien filmándola, como nosotros haremos viéndola. Pero aún está por llegar el momento en el que el director vuelva a ser él mismo y traspase las fronteras del género y las expectativas. Por el momento, nos contentamos con que, al menos, no se limite a hacer películas para Will y Jaden Smith.