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CRÍTICA

'Sicario': Jaque al rey

Denis Villeneuve vuelve a postularse como uno de los mejores directores que tenemos en la actualidad con una película centrada en la lucha contra el narcotráfico tensa, sucia y a la vez bellísima.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 10 de Noviembre 2015 | 11:28
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Denis Villeneuve es uno de esos directores que hay que seguir muy de cerca. A pesar de llevar relativamente pocas películas, ya dejó claro con ejemplos como 'Enemy' y 'Prisioneros' que tiene talento de sobra para hipnotizar al espectador. Si ya con 'Prisioneros', por ejemplo, acabó convirtiendo lo que podría haber sido una película de sucesos más en uno de los mejores thrillers de los últimos años, esta vez convierte una temática tan tosca como es la lucha de Estados Unidos contra el narcotráfico cerca de la frontera con México en algo casi poético.

Sicario

'Sicario', su nueva película, nos traslada a Arizona, donde una agente del FBI es reclutada por un equipo de operaciones especiales para ayudar a capturar a uno de los capos mexicanos de la droga más importantes. Este equipo cuenta también con un asesino que cumple condena como consultor, aunque la protagonista desconfía de él desde su primer encuentro.

Los thrillers sobre el narcotráfico no se encuentran particularmente entre mis temáticas favoritas, pero es precisamente un punto muy positivo que 'Sicario' me cautivara desde su inicio, con una escena contundente y tensa, que sirve como carta de presentación para todo lo que nos espera en las próximas dos horas: un relato sucio y duro, pero a la vez lleno de belleza visual. Villeneuve muestra con sumo realismo cómo se desarrolla esta partida de ajedrez con la frontera en el centro del tablero.

Precisamente, esa frontera nos ofrece una escena que debería pasar a la historia en el cine de acción. Cuando este equipo encuentra la forma en la que se pasa la droga de México a Estados Unidos, comienza una escena en la que la imagen real, la cámara nocturna y la térmica se van mezclando para ofrecernos un momento claustrofóbico, tenso y absolutamente impactante. Es solo uno de los ejemplos que dejan patente que Denis Villeneuve tiene el pulso para trasladarnos a la primera línea de acción y no dejarnos en ningún caso indiferentes. Momentos como el que acabo de describir, u otro que se vive en las carreteras que unen los dos países, son de esos que uno podría poner con todo orgullo en su curriculum y probablemente recibiría decenas de ofertas de trabajo.

Además, el director vuelve a plagar su película de detalles que enriquecen mucho la historia, como las escenas en las que nos traslada a la casa de una familia mexicana, de la que no sabemos nada hasta muy adelante en la película, pero que igualmente nos ayuda a conocer otra de las fichas de esta partida de ajedrez, una que se va haciendo más compleja a medida que el personaje de Emily Blunt va metiéndose más y más en el caso, que va desdibujando la línea que separa a los buenos de los malos, que nos hace reflexionar sobre el problema del narcotráfico y la forma de atacarlo, y de cómo podemos encontrar atajos, pícaros y tramposos en todas partes. La victoria no es heroica, no es justa, y eso engrandece la historia.

De 'Sicario' se pueden sacar muchísimas virtudes. Una de ellas es el montaje, que cuenta con muchos momentos de máxima tensión pero que se puede permitir desplegar sus movimientos con calma, de forma reflexiva, sin llegar a lastrar. En la película los momentos de silencio son tan importantes como los disparos. Por otro lado, es necesario destacar el buen equipo que hacen el director con Roger Deakins, su director de fotografía. Éste logra de nuevo lo que ya vimos en sus anteriores trabajos, que es convertir el escenario más sucio, la escena más dura o el momento más brutal en un momento lleno de belleza visual. Los planos, la luz, el encuadre... todo ello convierte a esta película en una serie de momentos cautivadores, que acabarán bien grabados en la retina del espectador.

Dos interpretaciones letales

Por si todo esto fuera poco, también en la parte interpretativa encontramos trabajos absolutamente portentosos. Empezando por Emily Blunt, a la que nunca me cansaré de defender. Ya lo dije con 'El diablo viste de Prada': esta chica merece triunfar a lo grande. Y 'Sicario' es otro ejemplo de que no me equivocaba. Su conversión de secundaria a protagonista era cuestión de tiempo, pero aparte aquí deja claro que puede con todo lo que le echen. Tanto en las escenas de acción como en los momentos más emotivos, Blunt siempre da el doble de lo que se le pide, y esa intensidad, ese talento, no pasan de ninguna forma desapercibidos. Su papel estaba inicialmente pensado para un hombre, y es una suerte que decidieran cambiarlo por ella, ya no solo porque nos ofrece así a una de las tan necesarias mujeres fuertes y nada estereotipadas que son tan necesarias en el cine actual, sino también porque así podemos disfrutar de las capacidades de esta actriz para dejarnos boquiabiertos. Lo de Benicio Del Toro también tiene su mérito. A él ya le hemos visto en más ocasiones dando lecciones de interpretación, pero su personaje en 'Sicario' es de esos que también dejan huella. Su personalidad misteriosa, sus pocas palabras, esa mirada que perfora, junto con Blunt es de lo mejor que tiene la película. Y una demostración más de que el puertorricense es un actorazo. Magníficas las escenas que comparten ellos dos, por cierto.

Sicario

Aunque en esta ocasión Denis Villeneuve no esté detrás del guión (escrito por Taylor Sheridan), el canadiense hace suya la película en cada uno de los fotogramas, dándonos como resultado una de las mejores cintas de acción de los últimos años, y una de las mejores películas que veremos este año seguramente. Conseguir que algo tan sucio como esta operación de narcotráfico sea a la vez realista y poética, tensa y pausada, es toda una declaración de intenciones. Y 'Sicario' es la declaración más clara que se puede dar del don que tiene este hombre detrás de la cámara, y de lo bien que se sabe rodear para hacer la partida perfecta. De principio a fin.

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