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CRÍTICA

'Vals con Bashir': Los perros de la guerra

El documental animado israelí nominado al Oscar a la mejor película extranjera llega mañana a nuestras carteleras.

Por Óscar Martínez 19 de Febrero 2009 | 08:46

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Dirigida por Ari Folman, 'Vals con Bashir' es un documental animado que estuvo nominado a la Palma de oro en el pasado Festival de Cannes.

La película es un documental animado sobre la matanza de refugiados palestinos en Sabra y Chatila (Líbano) en 1982.

Una noche, en un bar, un viejo amigo cuenta al director Ari que tiene una pesadilla recurrente en la que le persiguen 26 perros. Cada noche, el mismo número de animales. Los dos hombres llegan a la conclusión de que tiene que ver con una misión que realizaron para el ejército israelí durante la primera guerra con el Líbano a principios de los años ochenta. Ari se sorprende ante el hecho de que no recuerde nada de ese periodo de su vida. Intrigado, decide ver y hablar con viejos amigos y antiguos compañeros dispersados por el mundo entero. Necesita saber la verdad acerca de ese periodo y de sí mismo. Ari escarba cada vez más y sus recuerdos empiezan a reaparecer mediante imágenes surrealistas...

Los perros de la guerra

Bellísimo y, asímismo, cruel retrato en clave metacine (siete de los nueve entrvistados son personajes reales, amén del propio director) de la memoria colectiva a través de la introspección individual el que nos brinda el director israelí Ari Folman, en una película que divaga constantemente entre el documental y el recuerdo onírico.

A pesar de su irregular animación, 'Vals con Bashir' resulta impactante en la mayoría de sus aspectos, desde una sugerente banda sonora aderezada con temas de la época -aunque uno se pregunta el por qué del tema Enola Gai de Human League cuando el mismo grupo tiene en su repertorio Lebanon-, pasando por una técnica de dibujo mezcla de animación Flash, animación clásica y animación 3D que supedita la calidad de éste en beneficio del hiperrealismo.

'Vals con Bashir' es una toma de conciencia colectiva, un recordatorio animado para un pueblo autocatalogado mártir desde sus albores y que, como suele ocurrir en estos casos, excluye de su memoria los recuerdos más turbadores. Tal y como le explica un amigo abogado al propio director en los primeros compases del film, la mayoría de la gente recuerda tan sólo lo que quiere recordar, y rellena las lagunas de la memoria con falsos recuerdos; algo parecido ocurre con los israelíes y la matanza en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, uno de los episodios más negros del sempiterno conflicto entre israelíes y palestinos, y cuya denuncia por parte de Ari Folman llega en un momento no demasiado propicio para remover las turbias aguas del pasado.

Dichos paralelismos resultan una constante en 'Vals con Bashir', película en la que su director reconstruye un particular puzzle colectivo utilizándose a sí mismo como continente, y en el que los retazos individuales, las experiencias personales, se unen a medida que avanza el metraje para confeccionar una visión de conjunto.

Las secuencias oníricas deambulan desde un buen comienzo por la tormentosa animación de la película, iniciándose con los perros de la guerra pisoteando unas figuras humanas reflejadas por la luz de un semáforo, prediciéndonos ya el macabro espectáculo que nos depara en una brillante secuencia final de un impacto psicológico abrumador. Y es que la belleza de 'Vals con Bashir' radica, precisamente, en la simplicidad de su mensaje y en la carga dramática del mismo, no en su animación ni en su complejidad.

De este modo, 'Vals con Bashir' es una película abiertamente autocrítica, un juego de espejos que pretende devolver la mirada más cruel y extrema de su propio pueblo en busca de una toma de conciencia y, sobretodo, en un alegato en contra de cualquier tipo de conflicto bélico.

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