De 'The Mexican' a 'Piratas del Caribe': el cine de Gore Verbinski, de peor a mejor

La oportunidad, desde luego, era de oro. Y es que no es demasiado corriente que, tras un debut tan especial como el que tuvo Gore Verbinski con 'Un ratoncito duro de roer', Hollywood te ponga en bandeja de plata la oportunidad de dirigir una mezcla de thriller y comedia protagonizada por, nada más y nada menos, que Brad Pitt y Julia Roberts. ¿Dónde estaba el truco? Pues, básicamente, en todo.

'The Mexican' nació como el camino más rápido posible para que el director triunfara a lo grande y acabó estrellada en el cementerio de las películas más fallidas de la primera década de los 2000. Sus grandes estrellas pocas veces habían estado peor, la trama no tenía ningún tipo de sentido, el ritmo era tan pesado como atropellado y cada uno de los flashbacks que rodeaban la historia era más ridículo que el anterior. Un esperpento. El punto más bajo al que ha llegado Verbinski en su carrera. Con amplia diferencia.

Tras el baño de dinero y aplausos conseguido con 'Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra', Gore Verbinski decidió, básicamente, salir corriendo hacia el lado contrario del terreno de juego de la industria. Fuera presupuestos millonarios, fuera ambición de reventar taquillas, fuera superproducciones de despliegue técnico. Hola, 'El hombre del tiempo'.

Nicolas Cage, en una de sus interpretaciones más conseguidas, especialmente por su sorprendente vena de contención y pausa, protagonizaba una propuesta tan interesada en resultar extraña dentro de su naturalidad, compleja en su reflejo de la rutina que recorre el día a día de un pesimista, que las costuras, por pura evidencia, terminaba lastrando el conjunto. Pequeños detalles de interés, en fondo y forma, pero un resultado muy desigual, carente de un rumbo fijo. Un trabajo en constante búsqueda de sí mismo.

Echando la vista atrás, pocos podemos imaginar al Gore Verbinski de 2017 rodando una película como su debut, 'Un ratoncito duro de roer', terrible traducción del título original 'Mousehunt'. Y no es cuestión de vergüenza o menosprecio, todo lo contrario, simplemente sorprendería, a estas alturas de la película, un trabajo tan pegado al entretenimiento para todos los públicos.

Afortunadamente, a lo largo de sus 93 minutos, el cineasta se las apaña para ir mostrando alguna de las cartas que definirían más tarde alguno de sus mejores trabajos. Es decir, aquí tenemos una dirección brillante, un sentido del humor extraño pero efectivo y más de un destello de genio inesperado. Una película que no se parece en nada a los trabajos posteriores de Verbinski pero que ha envejecido como lo que siempre fue, un debut repleto de energía, encanto y aciertos.

'Piratas del Caribe: En el fin del mundo' lo tiene más claro que el agua de los océanos que rodean a sus protagonistas. Aquí termina todo. Y, aunque el estudio siga empeñado en probar suerte con secuelas que restan mucho más que suman, este tercer capítulo dirigido por Gore Verbinski contiene el aroma y la épica abrumadora de las despedidas más espectaculares.

El problema, serio, es que se toma demasiado tiempo en arrancar, dejando herido a todo el conjunto por culpa de una introducción interminable. Menos mal que aparece Sparrow para poner las cosas en su sitio, a través de una escena alucinada y fascinante, y todo arranca a lo grande. Su clímax final, inabarcable, está entre lo mejor que ha rodado Verbinski en su carrera, pero el resultado total es más irregular de lo que nos hubiera gustado. En cualquier caso, comparada con la cuarta entrega de la saga, 'En el fin del mundo' es caviar.

Es una auténtica pena que esta adaptación de un serial radiofónico que conquistó a millones de oyentes haya pasado a la historia, exclusivamente, por su espectacular batacazo en la taquilla. Las expectativas, y los prejuicios, se encargaron de vender 'El llanero solitario' como una especie de 'Piratas del Caribe' en versión indios y vaqueros. Grave error. Gore Verbinski y Johnny Depp eran lo único en común que podían tener dos propuestas completamente diferentes entre sí.

En el caso que nos ocupa, el director demuestra un cariño y un respeto total por el personaje y la aventura tradicional, casi de cuento para dormir, consiguiendo una película claramente imperfecta e irregular pero repleta de hallazgos visuales y escenas mayúsculas. El público terminó de hundir un trabajo que la crítica recibió entre la frialdad y la decepción. Algunos, pocos pero fuertes, seguiremos defendiendo 'El llanero solitario' como un blockbuster notable, una de esas películas que merecen ser reivindicadas.

Demostración de que los remakes pueden superar a su original, 'La señal (The Ring)' supuso el primer gran éxito de taquilla de Gore Verbinski que, tras el fracaso merecido obtenido con la horrorosa 'The Mexican', alcanzó la gloria con esta revisión de una de las cintas de terror japonés más interesantes de los últimos años.

La clave, una vez más, estuvo en la capacidad del director de aportar elementos diferentes y atrevidos a la historia, dejando que su personalidad, especialmente la visual, conquistara cada escena, consiguiendo algunas de las imágenes más potentes del género. Una entregada Naomi Watts puso el resto para que la película se convirtiera en una pequeña joya de culto que aterró a toda una generación que la sigue recordando entre escalofríos.

Ok, 151 minutos de piratas, aunque sean comandados por un pletórico Johnny Depp convertido en el inolvidable Jack Sparrow, son demasiados. Pero 'Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto' se las apaña para ofrecer un espectáculo trepidante, vertiginoso y divertido a partes iguales, que roza el milagro con la punta de los dedos. Verbinski, consciente de tener el éxito en taquilla asegurado, apuesta por el más grande todavía con esta secuela que potencia las virtudes de la primera entrega y solamente se ve lastrada por su excesiva duración, marca de la casa de su director.

En cualquier caso, si contamos las películas de la saga pirata por momentos y no por conjunto, aquí tendríamos a la ganadora indiscutible, una montaña rusa de escenas de acción espectaculares capaces de dejarnos con la boca abierta incluso a aquellos que nos sentamos en la butaca con las expectativas por los aires. Una secuela por encima del notable.

Un camaleón vestido como Clint Eastwood en sus gloriosos tiempos como protagonista del mejor spaghetti western es, cuanto menos, desconcertante. Una tortuga como alcalde de un pueblo del salvaje Oeste en medio del desierto puede sonar, como poco, infantil. Pero hablamos de 'Rango', una película en la que los burdeles están repletos de ranas, los caballos son polluelos y las historias las cuentan búhos mariachis. Y no es un sueño pasado de rosca de un guionista con traumas infantiles, ni una locura por parte de un director caprichoso. Es decisión de un Gore Verbinski que, tras abandonar la saga de 'Piratas del Caribe', se metió de lleno en una de las propuestas de animación más atípicas y extravagantes de los últimos años.

Un trabajo de innegable valentía que deslumbra con sus maravillosos paisajes, sus brillantes homenajes al género western más clásico y sus apabullantes escenas de acción. Si a todo esto le sumamos algunos pasajes donde la melancolía de su mensaje y la belleza de sus imágenes se dan la mano para crear instantes de cine de primera calidad, tenemos en 'Rango' una pequeña joya llena de frescura, imaginación y talento.

Espera, ¿una adaptación cinematográfica de la atracción de un parque temático de Disney? ¿Y de piratas? Buena suerte, Verbinski. Y vaya si la tuvo. Todo lo que podía salir bien en 'Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra', salió bien. Y aquellos detalles que eran una incógnita, un mar de dudas, también. La apuesta por resucitar un género que parecía muerto y enterrado desde hacía bastantes años se convirtió en todo un éxito mundial, un blockbuster que arrasó con todas las taquillas y que generó una ola de entusiasmo de crítica y público que terminó con una guinda en forma de cinco nominaciones a los Oscar.

Entre ellas, claro, la de mejor actor para un Johnny Depp que, gracias a su arriesgada creación de Jack Sparrow, consiguió el premio del Sindicato de Actores y convirtió a su inolvidable pirata en uno de los iconos cinematográficos más importantes de lo que llevamos de siglo. Él era la estrella absoluta dentro de una propuesta que continúa brillando con su sentido de la aventura, su respeto impecable al género, su capacidad para maravillar incluso a aquellos espectadores que nunca han comulgado con el cine de piratas. Es una superproducción modélica en todos sus apartados con la que Verbinski llegó a la cima de su éxito. Y de su creatividad. Incluso en un terreno tan poco propicio para la personalidad, el cineasta se mantuvo a flote a base de talento. Un recital.