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CRÍTICA

'El repostero de Berlín': Paladeando el duelo

Ofir Raul Graizer escribe y dirige 'El repostero de Berlín', premio especial del jurado en el 52º Festival de Karlovy Vary. Protagonizada por Tim Kalkhof, Sarah Adler y Zohar Shtrauss.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 15 de Junio 2018 | 15:26
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Más allá de las películas relacionadas con el conflicto con Palestina, el cine israelí ha logrado crear un buen número de títulos críticos con la propia sociedad judía. Ofir Raul Graizer, chef que se ha dedicado a dar clases de gastronomía, ha querido experimentar la fusión de cine y comida con un resultado más que exquisito con 'El repostero de Berlín', filme germano-israelí, ganador del premio especial del jurado en el 52º Festival de Karlovy Vary.

El repostero de Berlín

Thomas trabaja de pastelero en una cafetería de Berlín, su vida transcurre en una rutina tranquila que un día se ve interrumpida cuando entra en el local Oren, un ingeniero israelí que está trabajando en un proyecto de gran envergadura en la capital germana. El hombre, casado y con un hijo, se ve atraído por el pastelero, con el que inicia una aventura a espaldas de su familia. Sin embargo, un día Oren no vuelve a aparecer, Thomas, extrañado, descubre que su amante murió en un accidente de coche en Jerusalén. Sin saber qué hacer con su vida, el pastelero viaja hasta la capital de Israel para saber más de la vida de Oren. Allí llega a conocer a Anat, la viuda de Oren, que regenta una cafetería kósher. Pese a la inicial desconfianza, Anat dejará que Thomas trabaje en la pastelería, provocando una ola de indignación en su familia política, que no ve con buenos ojos la entrada de un alemán no judío en la cafetería, ya que rompe con la tradición judaica.

El sabor y el aroma de las miradas

La verdad es que hay que alabar las dotes cinematográficas de Graizer, capaz de trasladar la delicadeza de los sentimientos y emociones a través de las miradas y el lenguaje no verbal más que en los diálogos, parcos pero certeros. Graizer, que ya había trabajado como director en varios cortometrajes, es abiertamente homosexual y decidió utilizar una experiencia personal similar para crear la trama de 'El repostero de Berlín', en la que aprovecha una infidelidad amorosa para tocar varios temas complejos para la propia sociedad israelí, un país situado no solo en medio de un conflicto bélico, sino también social, en el que la sociedad se ve fracturada debido a ciertas conductas religiosas fundamentalistas.

El repostero de Berlín

El filme, lejos de ser sensacionalista, abarca los sentimientos y las sensaciones de dos protagonistas que están huérfanos del amor. Sin duda, interesante la propuesta del director, en la que el amante varón de un hombre que llevaba una doble vida logra encontrar refugio emocional en la doliente viuda, compartiendo ambos ser versos sueltos en su propio círculo personal. Aunque Graizer haya querido que el protagonista sea alemán, la herida del pasado entre Alemania e Israel solo le da un extra más a una trama que, tranquilamente, podría haber tenido un protagonista francés o italiano, como el caso real en el que Graizer se basa.

Deslumbrante y sólida ópera prima

Con un giro narrativo sorprendente, en el que Graizer utiliza temas ya vistos como el encorsetamiento de la religión en la propia sociedad israelí, así como también las heridas del pasado y, sobre todo, la complejidad de la propia sexualidad, que va más allá de las clásicas etiquetas de homosexualidad, heterosexualidad y bisexualidad, 'El repostero de Berlín' es, ante todo, un filme de sentimientos y de emociones, de la unión de dos almas heridas que, juntas, se atreven a romper los moldes establecidos y unirse para que la sociedad avance. Todo ello a través no solo de sentimientos, sino también se escenas culinarias que le dotan al filme de una cotidianeidad propia del cine costumbrista.

El repostero de Berlín

Mención también para unos protagonistas magníficos, la gélida mirada de Tim Kalkhof contrasta con la contención emocional de Sarah Adler, 'El repostero de Berlín' es un debut deslumbrante, magnífico y un ejemplo del nuevo cine queer proveniente de Oriente Medio. Incómoda en su alegato para aquellos sectores más conservadores, bien sin duda merece una tarde con un café y un trozo de tarta Red Velvet.

Nota: 8

Lo mejor: Las miradas, que transmiten mucho más que los diálogos, así como también las escenas de preparación de postres.

Lo peor: Querer etiquetarla como "cine bisexual o gay".

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